Dr. Bacterio
Veterano
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Siempre he pensado que lo primero que tienes que hacer cuando alguien te gusta, es practicar el sexo con ese alguien. ¿Por qué? Pues por muchas razones. Para saber rápidamente si eres sexualmente compatible con él y evitarte futuras desgracias, para poderlo mandar al carajo si no te gusta sin sentir remordimientos y lo más importante: no dar explicaciones. Se hace aquello tan típico de no volver a llamar, no contestar los SMS o despedirse con aquella famosa frase: “Ahora estoy en una época de mi vida en que no tengo ganas de mantener una relación”. En fin, lo que hemos hecho todos.
Hace unos meses que he decidido cambiar las normas, por curiosidad, para ver qué pasa y contarlo luego en esta estupenda columna, que cada vez se parece más a mi psicoanalista. Conozco a un chico, me gusta, le doy mi teléfono y él me da el suyo. A partir de aquí, hago todo lo posible para quedar en lugares y en horas donde es imposible practicar el sexo. Quedamos para desayunar, ir de compras, al teatro, a comer… Nada de cenas, ni bares, ni discotecas. El alcohol desaparece de mi vida por completo. Conclusión: me estoy enamorando como una loca y cada vez me cuesta más no insinuarme.
Pero todo va bien, mi madre siempre me lo dice: “Si quieres que un hombre se enamore locamente de ti, no hagas el amor con él”. Tiene razón. El chico me llama, ¡y me dice que tenemos que hablar! Quedamos para merendar y me cuenta que le gusta un chica y que no sabe qué hacer. ¿Qué hago yo? Le suelto un rollo brutal a favor del amor y le digo que no sea cobarde, que se lance, que el amor es lo único que da sentido a la vida. Entonces me doy cuenta, ¡me he convertido en su mejor amiga! Esta clarísimo, jamás me lo voy a ligar.
He entrado en la zona muerta de la amistad, de donde es imposible salir y el sexo no existe. Ya lo decía mi madre, si no practicas el sexo se enamorará, es verdad, lo que no sabía es que se enamoraría de otra. Esta es la última vez que hago caso a mi madre y la próxima vez que quede con él, será a las doce de la noche, en un bar y con un cacique con coca-cola en una mano y una viagra en la otra.
https://metropoint.metro.lu/20070321_Barcelona.pdf
Esta en la pagina 10 de la fuente que os doi. Se comenta solo.
Hace unos meses que he decidido cambiar las normas, por curiosidad, para ver qué pasa y contarlo luego en esta estupenda columna, que cada vez se parece más a mi psicoanalista. Conozco a un chico, me gusta, le doy mi teléfono y él me da el suyo. A partir de aquí, hago todo lo posible para quedar en lugares y en horas donde es imposible practicar el sexo. Quedamos para desayunar, ir de compras, al teatro, a comer… Nada de cenas, ni bares, ni discotecas. El alcohol desaparece de mi vida por completo. Conclusión: me estoy enamorando como una loca y cada vez me cuesta más no insinuarme.
Pero todo va bien, mi madre siempre me lo dice: “Si quieres que un hombre se enamore locamente de ti, no hagas el amor con él”. Tiene razón. El chico me llama, ¡y me dice que tenemos que hablar! Quedamos para merendar y me cuenta que le gusta un chica y que no sabe qué hacer. ¿Qué hago yo? Le suelto un rollo brutal a favor del amor y le digo que no sea cobarde, que se lance, que el amor es lo único que da sentido a la vida. Entonces me doy cuenta, ¡me he convertido en su mejor amiga! Esta clarísimo, jamás me lo voy a ligar.
He entrado en la zona muerta de la amistad, de donde es imposible salir y el sexo no existe. Ya lo decía mi madre, si no practicas el sexo se enamorará, es verdad, lo que no sabía es que se enamoraría de otra. Esta es la última vez que hago caso a mi madre y la próxima vez que quede con él, será a las doce de la noche, en un bar y con un cacique con coca-cola en una mano y una viagra en la otra.
https://metropoint.metro.lu/20070321_Barcelona.pdf
Esta en la pagina 10 de la fuente que os doi. Se comenta solo.