Volvemos a ser los Clippers de toda la vida. Volvemos a ser el pupas, el tipo que parece salir del pozo y que, en el último momento, resbala y se vuelve a hundir; da igual que tengamos Chris Paul o Blake Griffin, que lo llevamos en los genes; llevamos la derrota, el espíritu de lol -para mal- y los tropiezos estúpidos, por bandera, y parece que esto no tiene fin
Anoche fue lamentable a más no poder. Griffin jugando cojo y con una contractura en la espalda, Deandre recreando un nuevo ridículo, tanto en ataque como en defensa, Butler inexistente, Billups en estado de senectud máxima, Paul desquiciado y torpón, Odom haciendo bueno a Turiaf, y para colmo, Del Negro, que debe ser despedido de inmediato, sacó a Willie Green, que no había disputado un sólo minuto en toda la serie, y Grant Hill, ídem de ídem, y hace que Jamal Crawford, uno de los dos únicos jugadores que tiene Clippers capaz de hacer de microondas y meter 7 o 9 puntos seguidos que te metan en el partido, se quede en el banquillo toda la segunda parte.
Quien viese el partido, vería que Griffin cojeaba ostensiblemente, que casi no podía saltar, y que sólo estaba en la cancha para hace pantallas y bloqueos, y aún así, cogió rebotes, anotó alguna canasta y un mate tremendo, pero no estaba para jugar y alguien debería tener los suficientes arrestos para decirle que no, que ayer no era la noche para jugar a ser dios.
Hoy no he ido a entrenar del disgusto. Qué grandísimos hijos de puta.
Este proyecto sólo lo salvan Gasol y Phil Jackson
