Esto es como la sidra, estimado. La hay, la puede uno pillar si le meten el cilindrín o si lo mete, si se pica con la jeringa que acaba de encontrarse en el parque de los años 80.
La puede pillar metiéndosela a su señora esposa, a la que se acaban de trajinar los butaneros de toda la provincia de la que ha ido usted y vuelto a trabajar.
¿Dejamos de follar?
Pues ahora que lo dices. Los 60 y 70 fueron la época del amor libre, los gurus de la época convencieron, con drogas y filosofía oriental, a las hembras que follar sin mediación ninguna era guay, era el amol, free fuck for nothing moore. Give me a suck and say me dumb.
Una generación de comeflores simpatizantes de regímenes comunistas (aunque no tuvieran nada que ver con ellos) pariendo como conejos hijos de padres desconocidos, con nombres tales como debbie, dakota, rainbow propios de un reparto de peli porno de los 80, familias desectructuradas, droga, antipatriotismo, libertad sexual homo interracial.
La sida, sospechosamente, les vino como caída del cielo para acabar con la promiscuidad y volver a los valores de la familia tradicional americana que diera muchos soldados y gente produciendo. Y la heroína iba terminando el trabajo atrasado
Si os fijáis, los 80 no tienen nada que ver con los 70, el cine, la música, la manera de vestir, el concepto de las drogas, la manera de ver a los homos (ahora sospechosos de sidrosos).
Respecto a la nueva normalidad, lo mas llamativo es que parece un concepto con vocación de permanencia.