Eso no existe, la marca de los niggers solo sabe fabricar mierda, y el que se ponga eso es, por definición, un saco de mierda.
De neceseres no entiendo porque soy heterosexual, pero espera que le pregunto a una tía abuela, que debe ser experta, y te cuento.
En mi pueblo(s) en mi familia, pocos hay de esos. Lo qué hay es cada miserable de la virgen del puño que te cagas. Ríete tú de los catalanes. Hay historias legendarias. Yo algun ramalazo tengo. De vez en cuando cuento mis proezas y alguno me acaba llamando miserable.
Yo entiendo que no puedo ser miserable por la sencilla razón de que no llego a fin de mes, me los gasto todo. TODO. Mis gastos mensuales oscilan entre el 100 y el 110% de mis ingresos. A veces debo un poco más, a veces un poco menos, nunca mucho, pero siempre en rojo. La tarjeta de crédito sin un céntimo de deuda, por supuesto. No recuerdo haber pagado nunca intereses. Solo las putas comisiones de esas ratas. Siempre a tocateja. Los judíos que piquen piedra si quieren comer caliente.
Es que lo de los catalanes es un mito castellano sin base alguna, y del gallego no hay mito, pero ahí si hay verdad.
Recuerdo a un jefe gallego que tuve de chaval. Llevábamos la hostelería de un Bingo. El era copropietario.
Ganaba pasta. Era una buena época, aquello iba muy bien.
Hubo un momento en que un cocinero se piro a otro curro, y el tío podía contratar con la punta del rabo a otra persona, pero él lo que hizo es bajar a la cocina y ponerse el delantal. No un rato, no un día, cada día haciendo toda la jornada. Estuvo un verano entero cubriendo la cocina junto con la cocinera que teníamos haciendo los días de fiesta justos como para no caer al suelo de un soponcio.
Llegue tarde un par de veces. A la segunda recuerdo que tenía que entrar a las 3 de la tarde y entre a las 3 y 15.
Cuando llegue me dijo "Slk, ven tengo que hablar contigo".
Fuimos al almacén en donde el mismo improviso dos sillas.
El tío empezaba "Slk, cuando tú cobras la nómina cada mes cobras un dinero que nada tiene que ver con lo que yo pago. Porque tú en tu nómina ves eso pero nosotros pagamos esto lo otro el no se qué bla bla bla", me metió un rollo larguísimo repitiendo lo mismo sobre esa base, lo que él llega a pagar por mi, que ni te lo imaginas Slk. Su tono no era agresivo, era triste, atormentado, compungido. Esos quince minutos que estaba pagando por nada lo estaban destrozando por dentro.
Una noche a las 4 de la madrugada, bajando al vestuario para cambiarnos y después de horas trabajando como burros, al tío se le cayó una peseta, de verdad que era una peseta, en los bajos de la taquilla, una ranura fina que complica recuperar algo de ese tamaño.
Entonces me dijo "no salgo de aquí hasta que la pille".
Yo sonreí entendiendo que es una broma de las fáciles. Pero en ese momento lo vi agacharse. Y ponerse a gatas. Y observar la situación. Intentarlo, y subir a la cocina a por una herramienta que le ayudara a recuperar su peseta.
No era broma, era todo muy en serio.
Lo primero de todo lo expuesto, lo de matarse a horas poniéndose a cocinar cuando perfectamente podría pagar a otro y seguiría teniendo un buen nivel de vida, me parece jodidamente admirable y hay que reconocerlo.