John McClane
I ❤ Alfonso
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Los peos de los gordos, afincados tras una larga y falsa mentira, no suenan como la gente piensa. Suenan apagados, como con sordina; sin escapatoria posible y más de 20 centímetros de abismo nalguil ultra estrecho, el pedo pierde fuelle cuando sale. Lo sé, porque he sido gordo y si no abrías las piernas y levantabas con la mano un poco de nalga, el pedete no llegaba a frecuencias humanas. Es más, mi colega dice que se entera de que se ha pegado una uesca cuando la huele, porque eso sí, oler huele a muerte.