WASHINGTON. Zacarias Moussaoui demostró ayer que no se arrepiente de su implicación en los atentados del 11-S y lanzó su último desafío a los familiares de las víctimas y a Estados Unidos justo antes de ingresar en la prisión donde pasará el resto de sus días. «Dios salve a Osama bin Laden, nunca le atraparéis», dijo un arrogante Moussaoui al entrar en la sala donde escuchó la sentencia formal que leyó la jueza Leonie Brinkema.
Las dudas sobre su equilibrio mental volvieron a aflorar cuando Moussaoui repitió «seré libre, seré libre, antes de que (George W.) Bush se vaya», aparentemente en referencia a su sueño de que el presidente de EE UU le liberará y le dejará irse a Londres en un avión Boeing 747.
Tras esta sentencia, el único condenado en EE UU por los atentados del 11-S cumplirá su pena en una cárcel de alta seguridad del estado de Colorado, donde permanecerá aislado del resto del mundo durante toda su vida.
Aún así, Moussaoui cree que él ha ganado y los Estados Unidos han perdido, según dijo textualmente el miércoles tras conocer el veredicto del jurado. Ayer, la juez Brinkema, en referencia a esta frase, dijo: «Mire a esta gente. Ellos volverán a ver el cielo, escucharán a los pájaros... Usted no, así que está claro quién ha ganado». «Esta fue mi elección», respondió el recluso francés -nacido en San Juan de Luz pero de origen marroquí-, que se prodigó en aspavientos y señales de victoria.
Tras esto, Brinkema zanjó la discusión. «Señor Moussaoui, usted vino aquí para ser un mártir, un héroe en medio de la gloria, pero en lugar de eso morirá como un desgraciado», dijo.