Paleto de ciudad: Rapiñar en los pueblos siendo de ciudad

La dicotomía rural-urbano es una de las esquizofrenias que han escindido mi vida.

No soporto el tedio, la tristeza y monotonía de vivir en un pueblo. No me gusta, en general, la compañía de los urbanícolas. Difícil conciliar esas contradicciones.

Soy nativo de un pequeño pueblo lucense, que cuando transcurría mi infancia estaba inmerso en plena ruralidad: carros de vacas, matanzas del cerdo, cantos de vencejos. Aquellas tardes veraniegas amenizadas por el sonido de las malladoras (no conozco la traducción de la palabra, ni me importa) están impresas en el fondo de mis circunvoluciones cerebrales. Fue una infancia feliz, libre y medio salvaje, que no cambiaría por nada.

Pero con la adolescencia todo cambia, y ese idílico ambiente empezó a tornarse opresor y siniestro, por más que por mis estudios sólo pasase allí los fines de semana y vacaciones. Estas últimas parecían no tener fin, con aquella ausencia total de opciones de ocio, de mujeres (salvando a las cuatro garrulas malparidas a las que conocía desde la cuna) y con la compañía de aquellos otrora entrañables amigos que de pronto parecieron transformarse en unos plomizos plastas que sólo sabían hablar machaconamente de coches y torneos de fútbol sala...

Sigo yendo con cierta frecuencia a ver a la poca familia que me queda y, ocasionalmente, a algún amigo superviviente no abducido por una maruja de mierda. No soy capaz de pasar allí mas de tres días seguidos, la melancolia me agobia y los recuerdos me abruman, pero tampoco puedo pasar mucho tiempo sin ir: empiezo a sentirme raro, inquieto, a soñar con personas y hechos de hace muchos años, el tema se convierte en una de obsesión, y entonces vuelvo a asomar por el reducto de mi niñez, sólo por un par de días.

Ahora he encontrado una solución de compromiso para vivir mi dualidad: mi trabajo y vivienda están en la ciudad, pero casi toda mi vida social se desarrolla en el rural que la rodea. Por una parte disfruto del ocio y las comodidades urbanas, y por el otro de una compañía y un ambiente que me recuerdan a las de mi niñez, con conversaciones acerca de la pesca, las cosechas, el vino, en un ambiente tabernario y fraternal, escuchando la lengua del país, a un millón de años luz de la prepotencia, el adocenamiento, la incultura y el castellano rechinante y grotesco de los urbanícolas galaicos.

Por supuesto, nunca me he tirado a una cretina de mi pueblo.
 
Yo he tenido que tirar de mano izquierda un par de veces para salir ileso de un pueblo.

La primera en una despedida de soltero, no recuerdo como acabamos en un pueblo con el novio disfrazado, con la tontería fue hablando con algunas tías, al poco se acercó un grupo de emisarios a hablar con nosotros, decidimos una retirada táctica.

La otra en un fin de año extraño, nos dio por ir a celebrarlo a la casa de un colega a un pueblo perdido, después de mamarnos un poco nos fuimos a tomar algo a un bar, también hubo charla y aviso, también nos fuimos, aunque esta vez eramos unos 20 o así.

Y cosas que me han contado de pueblos pequeños, a ver si lo confirman los que saben de esto:

_Como dice Balaguer, la drogaína es cosa fina, le pegan al perico como locos, por si alguien se pensaba que sólo bebían.

_Es una gran putada que se rompa una pareja, la típica que llevan saliendo 7 u 8 años, desde los 15 y de repente al tío le da por cortar (es la historia que yo conozco), se arma un revuelo gordo entre las familias porque estás condenando a la muchacha a ser soltera toda la vida, ya está casi todo el pescado vendido.
 
CaRlWiNsLoW rebuznó:
_Como dice Balaguer, la drogaína es cosa fina, le pegan al perico como locos, por si alguien se pensaba que sólo bebían.

_Es una gran putada que se rompa una pareja, la típica que llevan saliendo 7 u 8 años, desde los 15 y de repente al tío le da por cortar (es la historia que yo conozco), se arma un revuelo gordo entre las familias porque estás condenando a la muchacha a ser soltera toda la vida, ya está casi todo el pescado vendido.

Sí, la drogaína corre en los pueblos, cuanto más pequeños mejor. Imagina un invierno en un pueblo de 2000-3000 habitantes y las alternativas de ocio para la juventud (y no tan jóvenes).

Lo de las familias revuelo, sí. Si es gordo o no, depende. Si es con cuernos sí se monta buena, y se le da a la lengua (críticas). Lo de condenar a la muchacha a ser soltera, me LOL :lol: Anda que no hay "mocicos" en los pueblos pa la torda.
 
Devorador ansioso rebuznó:
Soy nativo de un pequeño pueblo lucense


Pero....¿ y se folla algo en Lugo ahora o todo sigue igual ? Porque cuando yo vivía allí solía salir por Santiago mas bien, ya que en Lugo, follar follaban cuatro y los demás.... o se echaban novia o se iban de putas o se mataban a pajas.

Piensa que estoy hablando de principios de los noventa cuando era mucho más fácil salir y llevarse unas ostias que echar un polvo.
 
Qué buen hilo, es como el de Un país en el teclado, de Desmond en el foro viajes, pero hablando de gañanes y golfas.

Yo soy de un tipo particular de pueblo, bañado por el Mediterráneo, azotado por un viento de Levante que trona cabezas y en una comunidad donde la máxima aspiración en la vida es salir en un reality. Me estoy refiriendo cierto lugar de la provincia de Alicante, tirando casi a Murcia, así que no me jodáis con Valencia porque me cago en vuestra puta madre. Nuestro arroz es mejor.

Uno de los contras al ser de ciudad allí es que el turismo es de la más baja ralea, básicamente se divide en mostoleños, vallecanos y extranjeras europeas de buen ver, a las que se les llama chanas, no sé por qué. De modo que si no eres rubio, muy alto y con color quisquilla, eres uno de esos que van a la panadería y se pasan toda la cola diciendo que en Madriz el pan es más barato. Lo cierto es que nos dedicamos a estafar a los turistas vengan de donde vengan, a unos con el pan, a otros con el costo y a los chanes con absolutamente todo.

Tanto en la misma costa como tirando a localidades limítrofes, el ocio se suele concentrar en lugares concretos de la provincia, la gente se desplaza en coche, porque si no lo tiene es mirada con ascopena infinita. El culto al cuerpo es lo único que cuenta, olvídate de salir de noche si no eres el típico valenciano de mierda. En serio, son muchos años allí, no perdáis el tiempo en la noche. Si no sois capaces de GANAR una discusión sobre métodos y técnicas de depilación, no os acerquéis a las que están en una discoteca.

Si os cuesta decir palabras de más de tres sílabas, no tenéis ni el graduado pero lleváis más escote que ella y usáis anabolizantes a base de bien, estáis de enhorabuena.

Este panorama es una jodienda absoluta. Si queréis catar carne local, además de encontrar una enorme dificultad para localizarla entre un 98% de turistas, tenéis que pasar por esos filtros grotescos y competir con gente muy avanzada en términos de chonismo masculino.

Mis consejos son los siguientes:

Id a la costa levantina en temporada baja
. Aprovechad el fresco para llevar una camisa cara y elegante, no la mierda que llevan los gilipollas de allí. Con que tengáis un trabajo que no sea encofrador en paro o reponedor en excedencia, seréis interesantes. Os garantizo que el panorama es totalmente diferente, la moral femenina, la competencia, las expectativas que ellas tienen, todo. De hecho, os resultará más fácil pinchar la misma noche en temporada baja que en temporada alta, ley de la oferta y la demanda pura y dura.

Ligad en un pueblo que no sea el mismo donde os alojáis. Comprobado científicamente. No sé si es que les resulta exótico que les lleven a 15 km para follárselas o que escapan del qué dirán, que existe a pesar de que luego las putas de las rotondas vayan mucho más recatadas (en serio). Si no tenéis coche es una putada, buscaos la vida, porque esto funciona y os saldrá muy rentable también en términos de ocio. Sacad a la presa cuanto antes de su hábitat natural, a solas, los grupos de amigas son la peste, se despellejan a morir y se odian a muerte, una cena a solas lejos de miradas de condena es un día de vacaciones para ellas.

Alejaos de la playa y de las discotecas. Sobre todo de las discotecas, en la playa hay posibilidades si cumplís los requisitos físicos, pero ligaréis con madrileñas y, si sabéis inglés, con europeas simpatiquísimas. Qué sé yo, echadle morro y ligad en el bershka diciendo que vais a regalarle algo a vuestra hermana. A vuestra prima no, que eso es raro. La fiesta nocturna es coto privado de los locales, se tolera el flirteo con las mujeres de allí mucho más que en la España profunda, pero también hay peleas a mansalva y el ambiente es asqueroso.

Es difícil encontrar mujeres guapas que no sean unas chonis. La mala noticia es que las que no son chonis miran más la cartera que un judío, descaradamente. Os preguntarán por vuestro coche, si la casa es vuestra, vuestro trabajo y otras indiscreciones por el estilo; todo esto antes de saber vuestro nombre. En Elche hay una concentración de postureo y pijerío de postín impresionante, si no conducís un biplaza, mal vais. Eso sí, es una ciudad donde a las feas no las dejan salir de casa por alguna ordenanza municipal o algo. Impresionante. Ni que decir tiene que allí no me comí un colín y menos siendo estudiante.

El asunto puede parecer complicado según lo describo, pero si obedecéis estas tres normas a la vez y no folláis, es que no tenéis absolutamente nada que ofrecer. Lo bueno es que el culto al cuerpo también va en el sentido opuesto, llevo 5 años en Madrid y aunque aquí ves una mujer guapa cada vez que sales de casa, no ves la proporción de bellezas del Levante ni en la zona VIP de una discoteca.

Buena suerte.
 
NoRMan_BaTeS rebuznó:
Pero....¿ y se folla algo en Lugo ahora o todo sigue igual ? Porque cuando yo vivía allí solía salir por Santiago mas bien, ya que en Lugo, follar follaban cuatro y los demás.... o se echaban novia o se iban de putas o se mataban a pajas.

Piensa que estoy hablando de principios de los noventa cuando era mucho más fácil salir y llevarse unas ostias que echar un polvo.

Mi cazadero natural siempre ha sido Compostela. A la ciudad bimilenaria de la muralla nunca le he tenido gran aprecio, a pesar de su cercanía a mi lugar de origen: un lugar frío, inhóspito, interior y cerrado, eso sí, con un tapeo y gastronomía cojonudas.

De las pocas veces que he salido de copas por allí me llamó la atención que, antes o después, en la zona de buitreo nocturno siempre se formaba una riña tumultuaria a hostia limpia. Absolutamente siempre. No recuerdo una sola noche en Lugo en donde no hubiese visto unas cuantas hostias a rodabrazo. En Santiago, saliendo semanalmente durante más de 12 años, nunca he tenido el menor problema.

De Lugo me quedo con aquel ambiente de principios-mediados de los 80, cuando el baloncesto era casi una religión y el equipo local se codeaba con los grandes; entonces las franquicias tenían nombres épicos y no burdamente comerciales. No es lo mismo animar a un equipo con nombre de héroe mítico (y probablemente inexistente) que hacerlo con uno llamado Mutua Laboral número 7 o Caja de Ahorros Cotolengo del Guadalquivir.
 
Mi familia tenía remotos lazos en un pueblo remoto de la Castilla más profunda que puedan imaginar y debido a ello acudíamos a pasar alguna temporada a aquel lugar, en un ala habitualmente sin uso del enorme caserón de los parientes.

Les hablo de unas primeras visitas infantiles en los años setenta, un lugar en el que apenas las calles principales estaban asfaltadas o más bien hormigonadas y el resto eran de tierra apisonada o algo parecido; con aceras, donde las había, altísimas y casi intransitables, una especie de pista americana. El agua de aquel pueblo resultaba imbebible y no sólo por sus repugnantes olor y sabor a algo semejante al azufre sino porque dudo que cumpliera el más mínimo requisito sanitario. Ya de por sí llegar a aquel pueblo resultaba una odisea, con varias horas de carretera nacional de las de antes de las autovías, unas cuantas subidas y bajadas por puertos terroríficos y otro tramo más de traqueteo por una secundaria casi intransitable hasta para los tractores.

Mis primeros años de acudir a aquel pueblo lógicamente no tuvieron la más mínima repercusión en intenciones eróticas, en tanto que niño uno sólo se interesaba por la novedad de matar bichos a pedradas, robar fruta, pescar en una laguna cercana y jugar al fútbol en las eras. Con el tiempo aquellos viajes se fueron espaciando en el tiempo pero de cuando en cuando se daban y el villorrio mal que bien iba incorporando algunos atisbos de modernidad aparente pero, francamente, no prestaba mucha atención al entorno aún.

Pero claro, con los años la polla comienza a tomar decisiones y autonomía propias y acababa por señalar el norte magnético de los chochos que podrian estar disponibles por el entorno. Recuerdo que en una breve visita, ya empezada la Universidad y tras mucho tiempo sin ir por allí, me dio por salir una noche con mis primos lejanos y ahí empezó mi pesadilla. Alguna de las niñitas que había conocido de vista de tiempo atrás habían comenzado a echar las tetas, y qué tetas en algunos casos. Por otra parte al ser mis primos algo menores que yo se movían en un entorno de conocidas que por edad aún sólo iban al instituto, si iban, y supongo que les llamaba la atención un espécimen que ya era "mayor" y un tanto exótico.

Alguien ha apuntado por ahí atrás que en la zona de su conocimiento las locales parecen interesadas como usureros judíos y doy fe de que mi campo de operaciones no difería mucho en ese aspecto: nunca en toda mi vida he percibido tanta persistencia por indagar por cada indicio que pudiera revelar disponibilidad económica en mi familia; jamás me he sentido tan evaluado en cuanto a posibles y potencial de ser proveedor a largo plazo; ni por asomo he vuelto a sentir con aquella intensidad, a pesar de la tan extendida pasión femenina por el refulgir del oro, que de habérselo permitido hubieran dado la vuelta a mis bolsillos, hurgado en cada costura de mi abrigo y puesto cabeza abajo para sacar cada céntimo que pudiera llevar encima. La noción opresiva de haber entrado en una especie de auditoría contable no me abandonaba, pero mi polla seguía imperando y me costaba hacer algún asco a la escrutadora local que había empezado a tomar interés por mi estudios, por lo que le había costado su (buen) coche recién estrenado a mi padre en el que me había visto, por las expectativas de trabajo cuando acabase la carrera, etc. Imagino que la moza divisaba en mí una posible extensión urbanita y para ella deslumbrante del mezquino y tal vez abusivo poderío rural que mi parentela ostentaba desde algunas generaciones atrás.

Bien, tras idas y venidas, algún tonteo y mucha cháchara la noche avanzaba y llegó el momento de la suerte de matar y propuse a la nena "ir a dar una vuelta", de modo que nos dirigimos al coche que me había prestado aquella noche mi padre. Me acerqué para abrirlo y entonces fue cuando apareció "aquello", un ser enorme, una sombra oscura atemorizante y que balbucía al tiempo que tronaba con un vozarrón primitivo sugiriendo desventuras como destripados, viajes en un saco y el fondo de la laguna.

Y no sólo eso porque yo ya ya cerraba los ojos esperando recibir la primera hostia que me rompiese la mandíbula, el puñetazo en la boca del estómago que me dejaría sin respiración, el navajazo dado con la mala idea de quien sabe dónde hay que dar el tajo para desangrar al gorrino. Simplemente deseaba que ese primer embate fuese lo suficientemente contundente como para que no me diese cuenta del resto; tenía la leve esperanza de que lo de acabar de alimento de las carpas fuese una baladronada y todo quedase en andar con la cara decorada unos días y escupir un par de dientes, confiaba en ello. En ese momento oí la primera hostia, seca, contundente y feroz pero no era yo quien la había recibido; abrí los ojos y giré la vista para ver cómo aquella chica se tambaleaba aún antes de encontrarse con la pared del callejón en la que se quedó apoyada atontada y reducida a la condición de un guiñapo al que aquella bestia parda agarró de un brazo casi arrancándoselo y se la llevó mientras yo me quedaba allí clavado por mi estupefacción, mi cobardía y mi instinto de conservación.

"Novios de toda la vida", me explicarían luego. Muchas veces después he pensado en ello y he sentido un escalofrío al ser consciente de que aquel tipo había acechado como en un apostadero de caza durante toda la noche y por su cerebro cerril y maleado por siglos de endogamia, España profunda y brutalidad pasó la necesidad de poner en claro qué y en qué medida consideraba suyo. Supongo que aquella noche haberme librado de una paliza en la que no hubiera tenido ni una sola oportunidad dependió tan sólo de la medida de cubatas de garrafón y del efecto que le hicieron durante la noche a aquel gañán. Nunca por otra parte he querido averiguar en qué terminó la historia de aquel romance rural, con franqueza prefiero no saberlo.
 
Devorador ansioso rebuznó:
Mi cazadero natural siempre ha sido Compostela. A la ciudad bimilenaria de la muralla nunca le he tenido gran aprecio, a pesar de su cercanía a mi lugar de origen: un lugar frío, inhóspito, interior y cerrado, eso sí, con un tapeo y gastronomía cojonudas.

De las pocas veces que he salido de copas por allí me llamó la atención que, antes o después, en la zona de buitreo nocturno siempre se formaba una riña tumultuaria a hostia limpia. Absolutamente siempre. No recuerdo una sola noche en Lugo en donde no hubiese visto unas cuantas hostias a rodabrazo. En Santiago, saliendo semanalmente durante más de 12 años, nunca he tenido el menor problema.


Pues me han comentado que con la universidad ha cambiado bastante aquello....

El interior lo conozco menos, hace años si veías una en condiciones ya dabas por hecho que era alguna de Madrid o Barcelona que tendría familia allí y estaba unos dias de vacaciones; ahora por el contrario se ven ejemplares en los pueblos que no tienen nada que envidiar a las de ciudad.

Lo del nivel de garruleria en según que sitios era impresionante; simplemente entrarle a alguna si eras del pueblo de al lado era una temeridad que podía acabar en reyerta; imagínate si eras de fuera....

Eso sí, lo de los garrulos con pivones al lado, no lo he visto tanto, la mayoría acababan con tias normalitas o con auténticos callos o sino tenían que recurrir a traerse la pachuquita de importación, una práctica muy común por esos lares.

En la España profunda del sur, sobre todo en Andalucía, si he visto legiones de paquirrines sin pasta y más brutos que un arado con mujeres despampanantes al lado, pero tampoco tiene mayor misterio; eso se debe simplemente a que las mujeres carecen de criterio propio y se mimetizan a la perfección con el entorno que les ha tocado en suerte.
Cualquier gañan de estos que en Barcelona no se comería una mierda, en su pueblo puede ser visto como todo un macho alfa por las féminas del lugar porque allí priman otros valores y ellas se rigen sobre todo por su instinto gregario.
Puede que si eres de fuera al ser diferente, así de entrada sientan alguna curiosidad hacia tí, pero ante el sistema de valores de su entorno, igual después les pareces extravagante, pusilánime, poco hombre o que no eres de fiar...mientras el más cazurro del lugar les parecerá el más alfa.

Por cierto, yo una cosa que he observado y dice mucho, es que en esos sitios, los que mejor se adaptan suelen ser los canis de ciudad cuando van a veranear al pueblo de sus padres....y no es de extrañar puesto que los canis son la versión urbanita de los gañanes de pueblo.
 
Os dejo link de noticia que acabo de ver y que viene muy a cuento con el hilo

“Cuando te das cuenta, ya te has acostado con todos” - elConfidencial.com

Extraigo alguna perla al azar (hay unas cuantas):

"Aquí alguien con el pelo medio largo es unhippie, alguien que salga habitualmente es un pasado de vueltas y un yonqui y por supuesto alguien que se acuesta con dos o tres y no lo oculta –y esto último es lo importante- es una puta".


"Lo que les pasa es que se han acostado con todos los que valen para algo; aunque hayas follado poco, de los 16 a los 46 te ha dado tiempo, contando las noches tontas… Había siete, y te has follado a los siete. Ahora los que no están casados son los que realmente no sirven para una relación y tú también has sido clasificada, de alguna manera… Nadie se va a aproximar para algo serio. Y a ciertas alturas la gente quiere algo serio. Es difícil salir de ese círculo si te has quedado ahí. Algunas acaban haciendo el ridículo, claro”.
 
Tiboroski rebuznó:
Os dejo link de noticia que acabo de ver y que viene muy a cuento con el hilo

“Cuando te das cuenta, ya te has acostado con todos” - elConfidencial.com

Me fascina la hipocresía con la que comentan "en el pueblo, todos quieren saber de todos". En cambio los de la ciudad no estamos estalkeando al prójimo en el Facebook. No hace ni falta, ya nos lo cuentan todo. :face:

Otra cosa que se olvidan en el artículo es que habiendo internet y coche, ya no importa tanto vivir en un pueblo. Al hilo de citas locas me remito.
 
FatalDeLoMio rebuznó:
Otra cosa que se olvidan en el artículo es que habiendo internet y coche, ya no importa tanto vivir en un pueblo. Al hilo de citas locas me remito.

Ya, pero es que la mayoría de la gente no es forero de pro, como tú. Ni gusta de quedar con locas, gordas o tías con rabo, como tú.
 
Yo,antaño, tenía una lista, se titulaba "lista de tios que me quiero follar"e incluia uno que era pueblerino,así tosco,grandote MANOS ENORMES,creo que era agricultor,y les molan bastante las de la ciudad,ya que a las del pueblo las tienen muy vistas además son bastante feas,amas de casa,analfabetas y grotecas.
Ellos son sanos y fuertes,joyas de la naturaleza,vaya.
Está bien de vez en cuando conocer otros lugares y la fauna que habita en ellos.
Un bechi a los pueblerinos :)
 
Por motivos familiares, estuve muchos años pasando largas temporadas en un pueblo granadino cercano a Maracena, el pueblo de nuestro Koki.

El caso es que coincidió con mi post adolescencia y entrada en la Universidad, y siendo de capital, imagino que todo eso me daba un aura especial que se traducía en animadversión por parte de mis enemigos, y admiración por parte de mis amigos.
Sin embargo, recuerdo mis momentos en el pueblo como extremadamente positivos, ya que nunca me sentí (ni me hicieron sentir) forastero, salvo en alguna que otra discusión en la que mis enemigos usaban un cruel "Sevillano, vete a tus olimpiadas" como insulto.

Gracias a estar pasando esas largas temporadas, casi siempre coincidiendo con periodos vacacionales y algún fin de semana, pude patearme las fiestas populares de las localidades de las cercanías, siempre con un resultado muy positivo, ya que ligaba como un bendito.
Para mi, las claves que me ayudaron fueron:
Ser una cara nueva, fresca, sonriente, no el mismo rostro tosco y bruto que estaban cansadas de ver y que tan poco les aportaba.
Vestir de forma diferente, por no decir bien. Cuando un grupo de tías solo ven a gañanes con zapatos de deporte ATIRAS y camisetas de Repsol Racing, y de repente aparece alguien con unos vaqueros decentes, zapatos decentes y camisas decentes, inmediatamente llama la atención; a veces, hasta te confunden con un rico.
Tener algo de cultura y temas de conversación, ya que era de los pocos que iban a curso por año en el Instituto o había entrado ya en la Facultad; algunos pueblerinos no habían visto una Universidad ni en fotos.
Comportarme de forma educada con ellas, no bien, si no simplemente no tratándolas como ganado, fue algo que siempre me abrió puertas.

Los únicos momentos que recuerdo con algo de tensión eran aquellos con gitanos alrededor. Granada es un hervidero de gitanos, y pueblos como Atarfe o Santa Fé son asentamientos clave. Recuerdo estar cerca de alguna carpa haciendo botellón y tener que agachar la cabeza cuando pasaba un grupete de premoh, pues eran famosos (quien no recuerda al Panocha, de Atarfe :lol: ) por su violencia explicita con todo aquel que les medio vacilase, entendendiendo vacilar como mirarles, fijamente o no.

Por desgracia, todo eso ha cambiado y las buenorras de los pueblos solo buscan gañanes petados de gimnasio que cubran sus necesidades visuales.
 
naxo rebuznó:
Por motivos familiares, estuve muchos años pasando largas temporadas en un pueblo granadino cercano a Maracena, el pueblo de nuestro Koki.

El caso es que coincidió con mi post adolescencia y entrada en la Universidad, y siendo de capital, imagino que todo eso me daba un aura especial que se traducía en animadversión por parte de mis enemigos, y admiración por parte de mis amigos.
Sin embargo, recuerdo mis momentos en el pueblo como extremadamente positivos, ya que nunca me sentí (ni me hicieron sentir) forastero, salvo en alguna que otra discusión en la que mis enemigos usaban un cruel "Sevillano, vete a tus olimpiadas" como insulto.

Gracias a estar pasando esas largas temporadas, casi siempre coincidiendo con periodos vacacionales y algún fin de semana, pude patearme las fiestas populares de las localidades de las cercanías, siempre con un resultado muy positivo, ya que ligaba como un bendito.
Para mi, las claves que me ayudaron fueron:
Ser una cara nueva, fresca, sonriente, no el mismo rostro tosco y bruto que estaban cansadas de ver y que tan poco les aportaba.
Vestir de forma diferente, por no decir bien. Cuando un grupo de tías solo ven a gañanes con zapatos de deporte ATIRAS y camisetas de Repsol Racing, y de repente aparece alguien con unos vaqueros decentes, zapatos decentes y camisas decentes, inmediatamente llama la atención; a veces, hasta te confunden con un rico.
Tener algo de cultura y temas de conversación, ya que era de los pocos que iban a curso por año en el Instituto o había entrado ya en la Facultad; algunos pueblerinos no habían visto una Universidad ni en fotos.
Comportarme de forma educada con ellas, no bien, si no simplemente no tratándolas como ganado, fue algo que siempre me abrió puertas.

Los únicos momentos que recuerdo con algo de tensión eran aquellos con gitanos alrededor. Granada es un hervidero de gitanos, y pueblos como Atarfe o Santa Fé son asentamientos clave. Recuerdo estar cerca de alguna carpa haciendo botellón y tener que agachar la cabeza cuando pasaba un grupete de premoh, pues eran famosos (quien no recuerda al Panocha, de Atarfe :lol: ) por su violencia explicita con todo aquel que les medio vacilase, entendendiendo vacilar como mirarles, fijamente o no.

Por desgracia, todo eso ha cambiado y las buenorras de los pueblos solo buscan gañanes petados de gimnasio que cubran sus necesidades visuales.

Y una polla como una olla. Maracena es el pueblo (dormitorio) de Curro Jimenez, no sé de dónde te has sacado eso. Yo soy del centro, de los del mismo centro y pocos pueden decirlo.

Venía a decir que ni tengo pueblo, ni mis padres, sí mis abuelos y por ello espero que algún día me sorprenda un testamento de familiar lejano dejándome tierras, pero bueno, al tema.

Finales de los noventa, uno está estudiando carrera, buen físico, lozanía en la cara y viste bien, y conserva la densidad capilar de una nutria para poder echarse gomina y peinarse a lo Figo. Eso hace, como dice el granaino renegado de Naxo, que los pueblerinos te miren mal, de arriba a abajo, y justo al revés, sus paisanas.

Pueblo remoto de la sierra interior de Almería, quizá con las fiestas más famosas y petadas de la provincia. Lugar al que íbamos cada verano el grupo de amigos (por ser el de una de ellas) a echar el finde y pillar una buena casi gratis. Y justo ese año yo iba de ex, los anteriores había ido con novia. Esto parece siempre un punto importante para las tías, después se entenderá.

Nuestro grupo mixto y casi igualitario de tíos y tías no emparejados decirde ir primero al típico bar a echar unos vinos. La anfitriona queda con sus amigas, 5 o 6 y casi todas emparejadas, pero con los novios aparte, como hacen los hombres en los pueblos, bebiendo en grupo en otro bar.

El antro era de estos de sillas y mesas diminutas. De las que al sentarte las rodillas quedan apuntando al techo y por encima de la horizontal típica del muslo en silla de ciudad. En esto que una amiga de nuestra anfitriona se me sienta enfrente con su minúsculo vestidito blanco de verano. Tan minúsculo que al sentarse en esas sillas de parvulitos me dejaba ver sus braguitas blancas de encaje que no ocultaban a la imaginación un frondoso bosque sin depilar. A finales de los noventa parece que todavía no había llegado a estos sitios la depilación, ni mucho menos las ingles brasileñas.

Y ahí estaba yo, intentando desviar mi mirada siempre que me cruzaba la zona con la vista hablando con unos y otros. Y una erección que ni mi última paja a la crema. Tenía que decirlo porque ya le prometí a ILG que era la última y ya no me haría más.

Después de estar viendo bullate pelúo durante una hora aproximadamente, bastante mamados a vinos dulces peleones de pueblo, decidimos ir a la verbena y bailar y hacer el parias un rato.

A medio camino se me acerca la anfitriona y me comenta que su amiga, esta que me puso palote, le había preguntado por mi ex, que no la había visto conmigo y si eso significaba que estaba "suelto". Vale, pillo la indirecta, y ya la erección andando era un problema, por pequeña que la tengo.

Al rato de estar haciendo el cafre en la plaza del pueblo frente a la orquestilla de turno y cubata tras cubata, me comenta mi amiga, "que dice X que si la subes al castillo". En clave puebleril, que si me la puedo llevar aparte y darle fuerte y flojo. Mientras ya maquinaba posturas de Peter North, se me encendie la bombilla y creo que recordar que esta es de las que tiene novio. Justo en el momento que le pregunto por esto a mi amiga y me dice "siiiii, pero bah, pasa de ella" y me lo está señalando con el dedo. Veo que es un gañán que está bailando-haciendo el subnormal a unos 5 metros de nosotros encima de uno de los bancos de piedra de la plaza. Y justo en ese momento, no pasaron ni dos segundos entre que le pregunté, me lo señaló y lo ví, el hijo de puta resbala y cae de culo al suelo, con tan buena suerte que se da con la nuca en el banco de piedra.

Otros dos segundos después, medio pueblo que se arremolina entorno al retrasado, la chica que empieza a darse cuenta de que algo ha pasado en el grupo de su novio y sale como una flecha disparada con la cara desencajada.

Ambulancia y a dormir la mona. Si hoy me pasara igual habría recordado a Filimbi, me habría preguntado qué haría él en ese momento y seguramente la habría consolado y apoyado con erótico resultado. Siempre me quedé con las ganas de meter la mano en ese matojo. La chica, encima, estaba muy buena, morena pelo lacio, pequeñita y cuerpazo de la hostia. Perfecto para llevar ese vestidito.

Luego tengo el caso inverso, esa misma época de carrera donde me enrollaba con las pueblerinas que venían a Granada a estudiar. Ya si eso, en otro momento.
 
dolby montero rebuznó:
Yo,antaño, tenía una lista, se titulaba "lista de tios que me quiero follar"e incluia uno que era pueblerino,así tosco,grandote MANOS ENORMES,creo que era agricultor,y les molan bastante las de la ciudad,ya que a las del pueblo las tienen muy vistas además son bastante feas,amas de casa,analfabetas y grotecas.
Ellos son sanos y fuertes,joyas de la naturaleza,vaya.
Está bien de vez en cuando conocer otros lugares y la fauna que habita en ellos.
Un bechi a los pueblerinos :)

sois todas unas ATTENTION WHORES joder
 
Pues yo , por casualidades de la vida he vivido en dos pueblos pequeños.
El primero, en Mallorca, un pueblo del interior cerca de "La Serra de Tramuntana". Nací allí y me crié alli, y estuve viviendo hasta los doce años. Después me mude a Galicia.
El segundo, en Galicia, es un pueblo costero en las Rias Baixas, donde solo paso los fines de semanas y vacaciones ya que estudiaba en Santiago.

Leyendo otros comentarios de foreros y mis propias vivencias, se puede afirmar que todos lo gañanes de pueblo, sean de donde sean, tienen un patrón básico similar. Da igual de donde sean (Galicia, Mallorca, Andalucia, etc). Por eso si juntas un gañan del interior de Galicia y un gañan del interior de la ancha Castilla , solo podrás diferenciarlos por el acento.

Creo que, a partir de la base común que comparten todos los gañanes, podemos despues separlos en tres grupos:

El gañan-gañan:

Son aquellos gañanes superlativos, que dentro de su grupo de amigos "el jefe" es el que tiene el tractor mas moderno, el que tiene mas cabezas de ganado o el que tiene mas héctareas que sembrar.
Por eso en los pueblo puedes ver pivones con gañanes de la hostia, porque en los pueblos lo que se cotiza y el macho alfa es el que parte nueces a cabezazos. Normalmente , también hay que decirlo, estoy pivones de pueblo pierden su gracia al decir dos palabras, ya que la mayoría de las veces son catetas de cuidado.

El Gañan-Pijo:
Son gañanes que gracias al negocio familiar de la fabricación de queso, la ganadería o la construcción, adquirieron una buena cantidad de dinero e intentan comportarse como los pijos de ciudad. Llevan polos con el cuello subido, ropa de marca ,etc. pero que hacen aguas a la hora de hablar ya que contrasta muy bizarramente su comportamiento y su estetica. "Aunque la mona se vista de seda, mona se queda" Lo mismo con los gañanes, por mucha marca que lleven, en su esencia son gañanes.

El Gañan-Cani:

Es un gañan pero estética cani, personalmente creo que esto gañanes están en un camino intermedio entre gañan y gitano. Estos son mas fáciles de encontrar en pueblos costeros, suelen llevan la gorra con angulo de 45º y la mayoria de las veces chandal adidas o nike de colores llamativos. Son estos gañanes que ultimamente se interesan en ir a gimnasios y solo piensan en ciclarse.



Cuando dos gañanes se encuentran, no intercambian palabra , son comos dos perros que se acaban de conocer, se huelen los culos y los genitales mutuamente, sin mediar palabra o empiezan a darse de hostias o se hacen hermanos de sangre. Tal que asín.
 
La zona rural de lugo es como tirar a una diana a 10 metros con un dragunov.

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lagmanda rebuznó:
Normalmente, también hay que decirlo, estos pivones de pueblo pierden su gracia al decir dos palabras, ya que la mayoría de las veces son catetas de cuidado.

Una gran verdad que se me olvidó comentar después de la experiencia de ILG. Es lo que les pierde, que estéticamente son preciosas pero en cuanto abren la boca a tí se te marca un rictus como de oler mieeeeerda.
 
Para eso la invitas a tomar algo,y cuando este tomandose la bebida,te acercas a ella,la cojes de la mano,le miras tiernamente a la cara,y le sueltas un tarrazo al tabique,cuando caiga de espaldas,la trincas por las orrejas y empiezas a rodillazos en el tabique, a principio oiras gritos,luego solo pof pof pof pof...ese es el ruido de q el plato esta cocinado,la arrastras por los pelos,le pones la boca en el bordillo y pisas unas cuantas veces,ahi ya la tienes decorada.
Luego solo le haces un deepthroat inconsciente,la cojes,con la lefa aun cayendole,y la sientas con elegancia en la silla.

Srs de la telematica,este post esta hecho con animus iocandi,y desde aqui condeno el maltrato a la mujer,asi como todos los modos de vejacion de la misma.

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rossott rebuznó:
Chavales, poned "Beas de Segura" en el buscador de Badoo y postead los perfiles de tías y tíos que os encontréis. Si hay muy pocos en "Beas de Segura" poned lo de "cerca a 25 kilómetros", pero unas decenas habrá seguro.

Has ido a escoger, por indicaciones de ILG, una de las zonas mas tristes de Andalucia. Por motivos de trabajo, y razones que no vienen al caso, tuve que estar 3 dias por alli. En ese pueblo y algunos de alrededor. Solo fueron 3 dias, laborables, pero para mi fueron como meses. Daban ganas de pegarse un tiro. Lo mejor que podria pasar es que se inundase bien de una puñetera vez, la naturaleza es sabia.
 
Hola y tal.

A mi me pasaba lo mismo que a ILG, soy totalmente de ciudad y apenas he pasado tiempo en el pueblo de mis padres, no íbamos mucho, tan sólo un par o tres semanas al año repartidas en varias visitas, tal vez en verano si que pasásemos 10 ó 12 días. Yo, un tierno prepúber, hacía lo que un niño encerrado prácticamente durante todo el día en casa, sin amigos ni familiares de edad parecida en un pueblo de la Mancha, pasar el rato matando insectos o recorriendo el caserón de mis abuelos intentando que el tiempo pasase lo más rápido posible.

Años más tarde, en mi adolescencia, ya no me encerraba en mi casa, paseaba por las calles sólo, escuchando música yendo a mi bola, notando como la gente me escudriñaba de arriba a abajo, aunque mi pueblo es más bien grande (alrededor de doce mil habitantes en invierno) a principios/mediados de los noventa aún había bastante recelo a ver a un chaval vestido casi con harapos y camisetas de gente aún más guarra paseándose por sus calles. Era mi época grunge. Cuando me cansaba me sentaba en un banco y me fumaba un cigarro. Yo no intercambiaba palabra con nadie, ni nadie se acercaba a decirme nada, seguía mi bola, pero notaba como las adolescentes de mi edad no dejaban de mirarme, no es que sea un lumbreras ni mucho menos, pero sabía distinguir entre las miradas de los chavales y gañanes más adultos de las que lanzaban las tordas de mi edad e incluso un poco mayores. En esos momentos me hice una promesa, en una mezcla de venganza por el aburrimiento supino que me suponía estar en el pueblo y atraído por el misterio que esas chicas de pueblo despertaban en mi, me dije a mi mismo que algún día acabaría liándome al menos con alguna de esas mocitas, en fin, cosas de la edad. En cualquier caso todas ellas tenían un algo especial, una belleza que va más allá de los cánones, esas muchachas de pueblo lo que me transmitían era una inocencia y belleza natural, como bien las ha descrito ILG, que las de mi ciudad no tenían.

Pasaban los años y cada vez tenía menos contacto con el pueblo, ya no tenía que ir por cojones aunque mis padres si que fuesen, sólo tenía que ir a eventos obligatorios como bodas, entierros etc... Me había olvidado prácticamente de mi promesa y no le daba la más mínima importancia. En mi ciudad me iba bien, ligaba con asiduidad y no tenía problemas en ese sentido, pero cuando tenía que volver al pueblo por alguna de esas visitas obligadas recordaba mi promesa.

Ya con más edad, con alrededor 26 - 27 años, hubo una visita de unos familiares lejanos que vinieron con su hija, una chica que recordaba muy cría y que había vuelto a ver en contadas ocasiones. Nos llevamos cinco años de diferencia y la volví a ver hecha todo un pibón. A un cuerpazo de escándalo y una cara preciosa se le unía un cierto aire gafapastoso (literalmente llevaba las típicas gafas de pasta negras) que me volvía loco, congeniamos a la perfección y nos tiramos todo el fin de semana que pasamos en un chalet que tienen otros familiares míos más cercanos, hablando y dando paseos por la urbanización.

En una de esas conversaciones me confesó que tanto ella como sus amigas estaban prendadas de mi, yo me quedé totalmente :shock: por que no recordaba apenas ni a ella, ni a sus amigas ni siquiera las situaciones que nos habíamos encontrado. Me confesó que en la boda de un familiar común en el pueblo, donde yo me agarre una moña bastante elegante, ella y una amiga incluso entraron en la habitación a escondidas, donde yo languidecía en estado casi comatoso con el simple fin de verme.

Tras ese fin de semana seguimos con el contacto vía msn, llamadas de teléfono y demás hasta que un día quedamos en su pueblo, allí le lancé la caña y respondió a la perfección. Follamos como leones muchísimos días, siempre que me pudiese desplazar a su pueblo o venir ella a mi ciudad, pasábamos la mayor parte del tiempo dándole al tema. Por fin había cumplido mi promesa.

Cuando me presentó a sus amigos y amigas me sentía como Beckham, era un semidiós para ellos, un grupito de modernos de pueblo con un acento y unos palabros que bien podrían ser salidos de la boca del Gañán, y que escuchaban con cara de asombro cómo les contaba las maravillas de la ciudad que ellos visitaban muy de vez en cuando, que tenía un nivel cultural que estaba a años luz de lo que ellos estaban acostumbrados y que les hablaba de libros, música y películas que ellos desconocían o les sonaba de algo.

En definitiva, si sabes dónde hacerlo y evitas ciertos ambientes más gañanescos, en los pueblos si tienes algo mínimo que ofrecer que te destaque de lo que ellos tienen allí, los autóctonos se convierten en los marcianitos esos de Toy Story y tu eres su Dios.

Anda que para ser el primer masuno me he quedado bien a gusto con el ladrillaco.
 
Kokillo rebuznó:
Y una polla como una olla. Maracena es el pueblo (dormitorio) de Curro Jimenez,

Los cojones!!!

Yo en maracena no habre estado ni dos veces. Yo vivo en la capi, podria haberme ido a cualquier pueblo del los suburbios de Granada, pero cuando vi que alli solo vivian los exiliados de granada, heche el culo fuera. Asi que me fui a la capi, a comprarme la vivenda y de paso a darle un toque de glamour a esta ciudad cachambrosa y rancia

Como buen pueblerino llegue con la cartera llena de billetes y compre como dios manda, dando una entrada con muchos ceros, como hacemos los pueblerinos. Y no como haceis los de la capi, que teneis que pedir en la hipoteca hasta el dinero de los muebles. En este simple echo ya se nota el toque de distincion que metemos los de pueblo cuando vamos a la capi, cosa que al reves no sucede.

Por cierto, me quiso regalar un boli el ovejo del director de la sucursal, no se lo clave en el ojo por que adivino la mirada y rapidamente lo retiro de la mesa y lo metio en un cajon.

Otra cosa, no sabeis lo pateticos que quedais cuando los de capi os llevais a una tia del pueblo y pasais por delante de nuestro como restregandolo, mientras nosotros nos preguntamos que enfermedad os pegala la mas puta del pueblo.
 
Dejad de haceros la picha un lío. El cateto protege lo suyo, y hacen bien, no como el provinciano que se las da de multicultural y así nos ha ido. Pero si eres el hijo de, el nieto de, el primo de... y todos lo saben, no pasa nada, nadie te va a matar por ligarte una cateta. El asunto cambia cuando eres de fuera sin familia conocida, caes mal y encima te quieres ligar una buenorra, que aunque esté sola, todos la pretenden.

En 1999 haciendo la mili unos cuantos tuvimos que salir como alma llevada por el diablo porque 50-60 ( no exagero) niñatos pueblerinos se nos echaban encima con piedras y palos sólo por hablar con un grupo de tías y uno del grupo encararse a un cateto que le reprochó tal actitud. Así que éste empezó a llamar gente y...

Si me retrotraigo algo más, a finales de los 80, es cuando mejor me lo he pasado ligando en un pueblo de Extramadura, a 30km de badajoz llamado Higuera de Vargas. Allí era el hijo de, el nieto de, el primo de... y tenía como a 10-15 catetas detrás mía. Yo con 13años era muy niño, así que me dedicaba a tontear pero nada más. Y sólo iba 3 semanas al año. Nadie jamás me reprochó nada de hecho me decían que tenía mucha suerte, esto y lo otro. (allí me eché mi "primera novia oficial", aunque aquello duró 2 días porque se aburría conmigo... OJO)


Nota: La suerte se me quitó 3 años más tarde cuando se me puso la cara llena de granos y empecé a enfear misteriosamente.
Nota2: A día de hoy vuelvo a ser guapo, ojo.
Nota3: Lo que tenéis que hacer es CONTAR COMO ESTÁ EL ASUNTO DE LA HOMOSEXUALIDAD en los pueblos, que eso si que es un LoL en toda regla.
 
¿Nadie va a hablar de Murcia? ¿Es que ya nadie piensa en Murcia?

Bueno, ya os he contado que yo soy de un tipo particular de pueblo. El de playa. Ya os he dicho cómo está la cosa por allí y esperaba que alguien hiciera lo propio con una región única en su paletismo: LOS QUE NOS ENSUCIAN EL RÍO.

En Murcia todo son pueblos. Murcia capital no existe. Cartagena es una aldea con un submarino rodeado de putas.

¿En los pueblos hay droga? Por Cartagena los barcos llenos. Distribuida a toda la comunidad.

El cateto murciano es un espécimen que se asemeja a un humano normal. Desde la distancia de una cola del súper parece un ciudadano de origen no identificable. Pero en sus formas y ademanes hay un misterioso tufo a hortera, al brillo de la ausencia de garbo. Y es en la interacción donde se destapa una horrible verdad que sólo conoce quien ha vivido.

La murciana. Una de esas bromas de Dios. Una de esas compensaciones del Altísimo. Mujeres de bonita sonrisa, cabellos brillantes, caderas generosas y pechos abundantes. Mujeres que son capaces de esputar sobre virtudes semejantes con un acento que es una mezcla entre desparpajo y cagar por la boca. Mierda inseparable del diamante. Que dejan tal huella en los oídos y la mollera que ya no puede uno imaginárselas calladas como antes. Después, sin abrir el hocico, empiezan a ser igual de vanas y estridentes, como si se hubieran cubierto de vómito tras la primera oleada de palabras escasas en consonantes.

Al macho etílico menos experimentado le pueden pasar desapercibidos ciertos indicios de algo tan evidente que cuesta no ver. A veces se aventura, turbado por la noche y animado por la humedad. Y se encuentra con el murciano.

El murciano es un paleto como muchos de los descritos, pero con una vestimenta que pretende ser moderna y se queda en cómo sería el atuendo de personajes de una serie del futuro sobre gitanos civilizados. Sus coches son extremadamente reconocibles incluso después de un alud. La razón es que en el Corte Inglés de Murcia hay un aparcamiento interactivo. Los techos son la mitad de altos que los de la normativa, para darle más atmósfera. Los coches aparcan en "batería", de frente a la pared o a otro coche en las zonas intermedias. Hasta ahí, como en todos los demás. Pero también se aparca en paralelo, detrás, bloqueando la salida. Se deja el freno de mano sin poner y se va uno tan tranquilo a echarse perfumes gratis. Podría parecer hasta civilizado que se entiendan así, que se toleren esos comportamientos sin conflicto. Podría parecerlo si no se les ve conducir como psicópatas hambrientos de sangre, interpretar los semáforos como recomendaciones y los pasos de cebra como carriles de aceleración.

El murciano se divierte enajenándose hasta que su C.I. es menor que el de un chimpancé. Pero no para después del segundo cubata, va mucho más allá por puro vicio. Esto, sumado a su calidad de paleto, le empuja a defender la potestad sobre la hembra autóctona como sea necesario.

Ya os hablé de Toledo. Pero vi más aceros en Murcia. Guanteras arsenal. Y no dudan en abrirlas. No se toman bien ni que le toquen el culo a su novia ni nada. Son gente susceptible a pesar de un hablar tan tosco.

Afortunadamente algunos pueblos de la provincia tienen playa. Volver con arena a casa siempre es molesto, pero se puede llegar a disfrutar del rato tumbado, cerca de las olas, bañado por la luna. Escuchando el paisaje, los gritos de energúmenos homínidos y las oraciones de algún amigo que reza por salir vivo.

Hacen muy buenos arroces. Os recomiendo el caldero en el restaurante Venezuela de Lo Pagán.
 
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