No puedo soportar la imagen de mi bebé ahí postrado. Dios mío, le tenía que haber enchufao una eutanasia inmediatamente. Y sufrió un ser tan bonito y tan lindo y puro y libre, que había vivido toda su vida esquivando besos y achuchones, o dejándose, según le fuera, y cazando, y paseando, y viendo la ciudad en su trono. Tengo muchas fotos de él, pero nunca le ví la cara tan preciosa como cuando cayó y estaba roto, y aún erguía esa cabeza divina y sonreía. De verdad que sonreía, con los ojos, los bigotes, el trino ese que hacía. Tenía él más esperanza que yo. Me jode muchísimo no tener más gatos en la vida. Son de las cosas más bonitas que se puede uno encontrar en este mundo.