JesusChristo rebuznó:
Ya. Pero lo que ocurre es que la televisión es algo que la gente enciende para pasar el rato en el salón de su casa, no necesita acudir a ningún sitio, ni pagar por ella. Es un aparato que está ahí, y que se enciende con la idea de, a ver que están echando en la tele.... y se amolda a lo que estén poniendo en ese momento.
Vamos, que es muy poca la gente que enciende la tele con la idea prejijada de ver un programa concreto. La mayoría lo hace por pasar un ratito sin mas pretensiones, y si en vez de programas de mierda, te ofrecen programas buenos, pues pasas el rato de igual manera. Sólamente que además de pasar el rato, aprendes cosas y te culturizas un poco.
Siento ser reincidente pero vuelvo a insistir en el poder alienante de la TV de sobra conocido por todos los cientítificos sociales.
Un ejemplo de lo que se cuece en el caldo mediático lo tenemos en el investigador italiano Humberto Eco que dice que hay 2 tipos de enfoques sobre el uso y efectos de la TV:
-El enfoque de los "
apocalípticos", en el que me incluyo yo, que define la TV como un medio de manipulación y alienación. De este enfoque viene el concepto de telebasura que tanto éxito ha tenido y que denuncia el amarillismo y sensacionalismo que nos vende la TV, todo ello sazonado por un lenguaje soez, violencia, sexo y todo tipo de adjetivos que no quiero nombrar por falta de espacio.
-El enfoque de los "
integrados", que definen a la caja tonta como una cultura de masas destacando el efecto democratizador y positivo para el ciudadano medio.
Los que defienden este último enfoque o son tontos o son el mismo poder mediático con careta de buena persona que intenta vendernos los efectos positivos para la salud de la droga de moda.
Por último y como no quiero modificar el texto original os pego el Manifiesto contra la Telebasura redactado por la PLATAFORMA POR UNA TELELEVISION DE CALIDAD que la integran entre otros:
La Asociación de Usuarios de la Comunicación, Unión General de Trabajadores, Comisiones Obreras, Confederación Española de Madres y Padres de Alumnos, Unión de Consumidores de España, Confederación de Asociaciones de Vecinos de España.
MANIFIESTO CONTRA LA TELEBASURA
1. El termino "telebasura" viene dando nombre, desde la pasada década, a una forma de hacer televisión caracterizada por explotar el morbo, el sensacionalismo y el escandalo como palancas de atracción de la audiencia.
La telebasura se define por los asuntos que aborda, por los personajes que exhibe y coloca en primer plano, y, sobre todo, por el enfoque distorsionado al que recurre para tratar dichos asuntos y personajes.
2. Los promotores de la telebasura, en su búsqueda de un "mínimo común denominador" capaz de concitar grandes masas de espectadores ante la pantalla, utilizan cualquier tema de interés humano, cualquier acontecimiento político o social como mera excusa para desplegar lo que consideran elementos básicos de atracción de la audiencia: sexo, violencia, sensiblería, humor grueso, superstición, en muchos casos de forma sucesiva y recurrente dentro del mismo programa.
Bajo una apariencia hipócrita de preocupación y denuncia, los programas de telebasura se regodean con el sufrimiento; con la muestra mas sórdida de la condición humana; con la exhibición gratuita de sentimientos y comportamientos íntimos. Desencadenan una dinámica en la que el circense "mas difícil todavía" anuncia una espiral sin fin para sorprender al espectador.
3. La telebasura, cuenta, también, con una serie de ingredientes básicos que la convierten en un factor de aculturización y desinformación, así como en un obstáculo para el desarrollo de una opinión publica libre y fundamentada:
- El reduccionismo, con explicaciones simplistas de los asuntos mas complejos, fácilmente comprensibles, pero parciales o interesadas. Una variante de este reduccionismo es el gusto por las teorías conspiratorias de no se sabe qué poderes ocultos, que en muchos casos sirven de coartada a determinados personajes y grupos de presión en su labor de intoxicación.
- La demagogia, que suele presentar todas las opiniones como equivalentes por si mismas, independientemente de los conocimientos sobre los que se sustentan o de sus fundamentos éticos. A ello contribuye la realización de supuestos debates y encuestas, que no son sino simulacros de los verdaderos debates y encuestas, y que lejos de arrojar luz sobre los problemas contribuyen a consolidar la idea del "todo vale".
También la demagogia cuenta con una variante: el despliegue de mensajes esotéricos, milagreros y paranormales, presentados de forma acrítica y en el mismo plano de realidad que los argumentos cientificos.
- El desprecio por derechos fundamentales como el honor, la intimidad, el respeto, la veracidad o la presunción de inocencia, cuya conculcación no puede defenderse en ningún caso apelando a la libertad de expresión.
Este desprecio desemboca en la realización de "juicios paralelos"; en el abuso del amarillismo y el escándalo: en la presentación de testimonios supuestamente verdaderos pero que en realidad provienen de "invitados profesionales". Y, por supuesto, en el apoteosis de una televisión de la trivialidad, basada en el protagonismo de los personajes del mundo rosa y gualda, cuyas nimiedades y conflictos sentimentales, tratados desde el mas descarado amarillismo, son otro de los ingredientes de esta infecta salsa. El problema es todavía mas sangrante cuando este tipo de contenidos se difunden a través de las televisiones publicas, cuya obligación moral y legal es suministrar productos, ética y culturalmente, solventes.
4. La telebasura no ha inventado nada: el halago fácil al espectador, el gusto por el sensacionalismo, vienen de muy antiguo. Pero en la actualidad, la enorme influencia social de los medios de comunicación de masas agranda de forma exponencial los efectos negativos de este tipo de mensajes.
-La telebasura se encuentra hoy en un momento ascendente de su ciclo vital. Es como un cáncer, cuya metástasis tiende a invadirlo todo, o quizás como un virus informático que, contamina lo que toca y acaba por impedir el mantenimiento o la aparición en las parrillas de otros modelos de información mas respetuosos con la verdad y con el interés social.
5. Ha llegado el momento de que todos los agentes implicados en la actividad televisiva tomen conciencia de su responsabilidad ante la telebasura, que por supuesto varia en importancia según la capacidad de cada uno de condicionar las reglas del mercado.
Responsabilidad, por tanto de los Poderes Públicos, de las cadenas, de los anunciantes. Responsabilidad de los programadores y de los profesionales. Y responsabilidad, también, del ciudadano, que aun sin dejarse engañar por la falacia del "espectador soberano" que por su mero dominio del mando tiene la capacidad de modelar la oferta, debe saber que su decisión de ver un programa no esta exenta de consecuencias, ni para su propia dignidad ni para el propio mercado televisivo.
En la televisión nos enfrentamos con un fenómeno social complejo articulado en grandes compañías de cuya objetividad es licito discrepar. Detrás de los medios de comunicación existen intereses, poderes y modelos sociales e ideológicos. por tanto, cuestionar su objetividad y preguntarse el porque de determinadas insistencias en un tema mientras se ignoran otros, es una forma de empezar a comprender críticamente los mensajes televisivos.
6. Por todo lo anterior, los abajo firmantes queremos manifestar nuestro rechazo y preocupación ante la telebasura y exigimos, como garantía de control social en una sociedad democrática, tanto la elaboración de un código ético de regulación de los contenidos televisivos como la constitución de un Consejo Superior de los Medios Audiovisuales, en los términos en los que fue aprobado por la mayoría de los grupos parlamentarios en la anterior legislatura.
Si estas de acuerdo con este manifiesto, puedes enviar tu firma de apoyo, indicando nombre completo, profesión y DNI a:
[email protected]
FIN
Apoyo cada punto de este manifiesto y solo añadir en tono jocoso que probablemente Zapatero se limpie el culo con él.
En fin, es la España que tenemos y la que nos merecemos.