Platanito creció como un niño cuasi normal durante su patetica infancia. Su familia era la unica que no creia que se tratase de un cacho de ectoplasma mutante transmutado en masa cárnica no apta para albóndigas.
Platanito, así conocido por su aspecto cetrino, inusualmente espigado y cutre de cojones, maduró (poco) y superó la etapa de adolescencia trufada de acné, calabazas y patadas en los cojones por parte de sus compis de clase.
Hasta que al final, Platanito conoció a Mireia
Mireia era una teen que gustaba vestir shorts y lucir magníficos camel toes por doquier. Disfrutaba poniendo becerro al personal, y solia practicar la felacía con más tino que experiencia. Hasta que Platanito se cruzó en su camino.
¿Qué vio en aquel chico andrajoso, esmirriado y perrillero?
Nunca, jamás lo sabremos. Lo que sí es cierto es que ambos, cuyas vidas habían variado desde la anodina existencia hasta el vacío metafísico de la presencia, encontraron sus almas gemelas: el destino quiso juntar a una mula percherona con un pringado marflorita y