En primer lugar, frene la velocidad del patinete...
Aquí nadie ha enjuiciado a nadie. Tranquilícese.
Y en segundo lugar, su razonamiento es un tanto pobre.
No hace ninguna falta ser la perfección personificada para juzgar a los demás. No sea usted tan crístiano (por lo de tirar la piedra, le aclaro).
Y en tercer lugar, si los humanos no tuvieramos la capacidad y el derecho a enjuiciar a otros humanos, el mundo sería peor que el infierno.
Frene, frene... que las curvas vienen cerradas...