fuencarral, 55
Por motivos profesionales, la semana pasada y la presente he tenido que trasladar mi escenario de operaciones de Ambrós a Fuencarral, 55.
La verdad, nada que ver. En cuanto a las instalaciones, no hay color. Cutre, cutre. El baño no tiene lavabo, el bidé baila, y la ducha es el plato, junto a la lavadora, sin cortina ni mampara ni Cristo que lo fundó.
La habitación del paseillo, justo el ancho de la cama.
Las otras habitaciones, grandes, las dos que he conocido, pero en una de ellas ni una silla ni una simple percha en la pared o el suelo para dejar la ropa.
Y a las camas, para el servicio, le ponen encima de la colcha una toalla/sabana que solo cubre parte de la misma, dejando descubierta la zona de cabeza y piernas. Así que, si bajáis al pilón, cuidado con dónde frotáis el rabo.
Las dos visitas que he hecho hasta el momento han sido sobre las 9 y media de la mañana, y a esas horas (por teléfono me dijeron que a partir de las 9 ya se podía ir) sólo están las que duermen allí. Más tarde comienzan a llegar hasta 8 chicas. Mama-san dixit, claro.
El primer día pasaron 3. Una fea cuyo nombre no recuerdo, una creo que Mimi, jovencita de cara ancha, que lleva tiempo en la casa (la conocí en Goya) y Coco, también veterana, creo, pero bastante más aparente que las otras dos.
La elegida, Coco. Majilla, espigada, cuerpo fino con pocas curvas (china), pero bien hecha, y unos pechos espléndidos. De tamaño mediano (grandes para china) y muy, muy bien puestos.
El segundo día (hoy) sólo desfilaron 2, y además, de maestra de ceremonias ofició la que estaba limpiando. La mama-san, ausente.
Las del desfile han sido la anterior Coco (con el pelo mojado aún) y una nueva (pa mí) que atiende por Lisa. Esta ha sido la elegida, por variar.
De físico es bastante parecida a la Coco de Ambrós, es decir, metro cincuenta y poco, atlética y bien hecha. Menos pecho, eso sí. La pena es que tiene una cicatriz bastante escandalosa del ombligo al pubis. Un tatuaje encima le vendría bien.
Los servicios, calcados. Y también bastante inferiores a lo acostumbrado en Ambrós.
Se dejan hacer poco. Ni les arrimes un dedo a los bajos. La tal Lisa ha terminado por ponerme un condón en el pulgar, para que se lo metiera mientras sesentaynueveábamos. Sorprendentemente ante tales escrúpulos, la chupan sin goma, pero malamente, y además, en cuanto calculan que hay peligro de veneno, pasan a manual y así terminan, dejando que se rocíe uno mismo si está tumbado (adivinad quién).
Y el folleteo, igual de entusiasta que el resto.
Así que, para mi gusto, chicas majas y agradables, pero servicios muy flojos y escrupulosos.
Porque no conozco por ahí otra cosa que abra a esas horas, que si no... (¿sabéis de algo, por cierto?)
Salu2