YAYA
Ayer estuve con Yaya en el nuevo piso de la Calle Alcalá. Y qué contar... Como siempre un volcán. Sus morreos con lengua hasta la coronilla. Ya en el baño me empezó a poner cardíaco con sus sobeteos. Después en la habitación más morreos, risas, y empezó su famosa garganta profunda ¿dónde se meterá mi amigo? Pare, la cogí por la espalda y empecé a sobar por detrás sus pequeños pechos y meterle un dedo por el chochito que se iba humedeciendo. En vez de quitarme el dedo la tía se lo metía con más fuerza y más dentro, no sé si hace muy bien teatro o es que le gusta pero es la mejor golfilla en cuanto implicación que conozco. Después mi dedo cambió de agujerito y ella gimiendo y metiéndoselo más dentro, y cada vez más deprisa. Estuve a punto de pedirle un griego, pero pensé que me mamara un poco más.
Y ese fue mi error. Me volvió a hacer una de sus mamadas increibles, y cuando se la estaba metiendo donde sólo ella solo sabe, me corrí. La pobre casi se atraganta. Se lo tuvo que tragar y parece que no le dio mucho asco por su sonrisa. Lo malo es que no me dio tiempo a jugar con sus caderas en sus folleteos saltarine porque sólo había contratado media horita. Eso sí, me dio un masaje genial.
Como curiosidad de la nueva casa de cuyo número no quiero acordarme es que el ascensor me recuerda al de la Calle San Bernardo, estrechito, estrechito. Los que fuisteis a aquel pisito de chinas me entenderéis.
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Salu2.
Ayer estuve con Yaya en el nuevo piso de la Calle Alcalá. Y qué contar... Como siempre un volcán. Sus morreos con lengua hasta la coronilla. Ya en el baño me empezó a poner cardíaco con sus sobeteos. Después en la habitación más morreos, risas, y empezó su famosa garganta profunda ¿dónde se meterá mi amigo? Pare, la cogí por la espalda y empecé a sobar por detrás sus pequeños pechos y meterle un dedo por el chochito que se iba humedeciendo. En vez de quitarme el dedo la tía se lo metía con más fuerza y más dentro, no sé si hace muy bien teatro o es que le gusta pero es la mejor golfilla en cuanto implicación que conozco. Después mi dedo cambió de agujerito y ella gimiendo y metiéndoselo más dentro, y cada vez más deprisa. Estuve a punto de pedirle un griego, pero pensé que me mamara un poco más.
Y ese fue mi error. Me volvió a hacer una de sus mamadas increibles, y cuando se la estaba metiendo donde sólo ella solo sabe, me corrí. La pobre casi se atraganta. Se lo tuvo que tragar y parece que no le dio mucho asco por su sonrisa. Lo malo es que no me dio tiempo a jugar con sus caderas en sus folleteos saltarine porque sólo había contratado media horita. Eso sí, me dio un masaje genial.
Como curiosidad de la nueva casa de cuyo número no quiero acordarme es que el ascensor me recuerda al de la Calle San Bernardo, estrechito, estrechito. Los que fuisteis a aquel pisito de chinas me entenderéis.


Salu2.