Cuenta la leyenda que una anciana pasaba cada tarde por el puente para traer agua de una fuente que había al otro lado del río Llobregat. Un día el río se desbordó y se llevó el puente, con lo que la mujer se quedó sin su habitual paseo y sin agua.
Aquella noche, el diablo se apareció a la pobre mujer y le propuso reconstruir el puente, con la condición de llevarse el cuerpo y alma del primero que pasara por él. La anciana aceptó, y el propósito del diablo era acabar el puente antes del amanecer.
Al día siguiente, cuando la anciana se disponía a cruzar el río, el puente ya estaba construido. Pero he aquí que la mujer, antes de poner su pie sobre la nueva obra, soltó un gato para que pasase delante de ella. Ante este ardid, el diablo tuvo que llevarse al gato, en cuerpo y alma, y dejar tranquila a la pobre mujer, que siguió con su habitual costumbre, feliz por haber devuelto el puente a la población. Desde entonces al puente se le llama EL PONT DEL DIABLE.