Libros ¿Qué estáis leyendo, amigos?

Vian no es para todo el mundo.


Su mejor obra, en mi opinión, es "La hierba roja". Aunque para un no iniciado creo que lo mejor es empezar con "El lobo-hombre" que es un libro de relatos.

La historia que da título al libro:

http://www.youtube.com/watch?v=vsKPiDLmNNs

A ver si le abro un hilo al puto genio de Boris.
 
Sybil rebuznó:
No te quejes tanto, que no he visto que mencionaran aún "Escupiré sobre vuestra tumba", de Vian. Tan pervertidos no serán aún. A mí, en cambio, me corrompió y, pese a que sus otros libros me fascinan, no me siento satisfecha con ellos. No sé qué más libros irán del mismo palo... Qué pena.

Por cierto, ¿alguien lo leyó?

Éso es que no te lees ni los tags, porque precisamente hay uno con el nombre del autor desde hace siglos. No tiene ni puta gracia, pero ahí estaba, esperando a que tú la cagases.
 
Además que no sé qué coño tiene ese libro para que alguien se atreva a decir que le "corrompió".

A no ser que tenga 14 años.









¿Tienes 14 años? :oops:
 
Yo lo leí precisamente con esa edad y me pareció de lo más amo. Algún detalle me impactó un poco pero sin más consecuencias. Vamos, foreando en PL y tal, de lo más convencional.
 
iskariote rebuznó:
Éso es que no te lees ni los tags, porque precisamente hay uno con el nombre del autor desde hace siglos. No tiene ni puta gracia, pero ahí estaba, esperando a que tú la cagases.

:oops:

...Lo puse yo, con otro user.
 
Ruben, ¿abrimos un hilo? Yo me he leído prácticamente todo de Vian, salvo "El hombre-lobo", jo. No tengo mucho que decir, pero algún párrafo que otro podría citar, no sé.

Y no tenía 14 años, sino 16. Pero bueno, cada persona madura a su ritmo, por eso no me reciben muy bien aquí. :sad:

Lo que sí me corrompió fue "Lolita". Pero la película. Y no la de Kubrick, ea. Y precisamente la vi con catorce años.

Lo demás vino rodado.
 
Ah, Lolitonta. ¿Te permiten postear? Por mí no hay problema.



Por cierto que el sábado compré una golosina llamada "La mafia se sienta a la mesa" que creo que acabaré hoy. Interesante ya que habla de momentos importantes en la historia de la Mafia y cómo la comida juega un papel decisivo en la planificación o culminación de algunas de sus acciones. Puede satisfacer la curiosidad de más de un neófito en la materia, aunque lo que me llevó a comprarlo -más que las historias mafiosas en sí- fue el hecho de que cada capítulo, cada suceso narrado, viene acompañado del menú que dio pie o sirvió como colofón a los acontecimientos y sus respectivas recetas.

Le entran a uno ganas de viajar a Sicilia a comer pasta con sardinas.
 
ruben_clv rebuznó:
Ah, Lolitonta. ¿Te permiten postear? Por mí no hay problema.

Postear sí, abrir hilos, no sé. Y tampoco me apetece, la verdad. Pero me molaría que abrieras uno. Y postearía allí, desde luego.

Pues eso.
 
ruben_clv rebuznó:
Ah, Lolitonta. ¿Te permiten postear? Por mí no hay problema.



Por cierto que el sábado compré una golosina llamada "La mafia se sienta a la mesa" que creo que acabaré hoy. Interesante ya que habla de momentos importantes en la historia de la Mafia y cómo la comida juega un papel decisivo en la planificación o culminación de algunas de sus acciones. Puede satisfacer la curiosidad de más de un neófito en la materia, aunque lo que me llevó a comprarlo -más que las historias mafiosas en sí- fue el hecho de que cada capítulo, cada suceso narrado, viene acompañado del menú que dio pie o sirvió como colofón a los acontecimientos y sus respectivas recetas.

Le entran a uno ganas de viajar a Sicilia a comer pasta con sardinas.

Curioso lo del menú. ¿Lo recomiendas? ¿Qué tal el libro aparte de las comidas, merece la pena comprarlo?, lo he visto por 7 napos.
 
Bueno, si te interesa la historia de la Mafia sin duda es una buena compra. Habla de sus orígenes, de alguno de sus personajes más influyentes y de otros momentos interesantes como la muerte de Lucky Luciano o la vacilada que le pegaron en Sicilia a Frank Sinatra -que actuaba como enlace entre la Mafia y la Cosa Nostra americana-. También explica cómo los aliados tuvieron que esperar el OK de la Mafia para su desembarco en la IIGM, lo hicieron como venganza contra Mussolini.

Lo gastronómico va aparte. A mí me resulta curioso y me atrae, pero creo que sólo por alguna de las historias ya es una buena compra. Sobre todo ayuda a darse cuenta del peso real que la Mafia ha tenido a lo largo de la historia.
 
Alquien ha leído "Las Cien mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial"? Es de Jesús Hernández y necesito un empujón para empezar con él. He visto que tiene buena crítica y por eso lo compré. Gracias.

9788496525702.jpg
 
No sé si fue por mí mismo o porque mis profesores no me lo explicaron suficientemente bien pero el caso es que nunca me interesó la historia en sí misma. Ojalá hubiera tenido como profesor al autor de este libro. Existen libros que hacen afición a un tema y este es uno de ellos. En mi opinión, este libro es una joya.
Su autor nos deleita llevándonos de la mano a dar un paseo por las anécdotas y curiosidades de la Segunda Guerra Mundial. El libro está plagado de historias personales que tocan la humanidad e inhumanidad de estas situaciones en guerra. Para empezar, cita una reflexión de Blaise Pascal:
¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del río y porque su príncipe tenga una querella contra el mío, aunque yo no la tenga contra él?
No sigue una línea argumental, sino que va saltando de anécdota en anécdota, de manera que no hace falta leerlo de un tirón o de inicio a fin. Y las historias son de lo más variado, curiosas, divertidas y sorprendentes. Vamos, de aquellas que no se encuentran fácilmente en los libros de historia. Os doy algunos ejemplos.
En cierta ocasión, un avión ruso fue derribado por el fuego alemán. Observaron, entonces, que dicho avión era muy simple: tenía lo estrictamente necesario para volar y no la multitud de instrumentos que llenaban el tablero de los aviadores alemanes. Cuando le preguntaron al aviador ruso cómo era posible volar con esos medios tan arcaicos, contestó:
- Nosotros calculamos que un avión ruso vuela, como término medio, siete veces antes de ser derribado … ¿Para qué gastar tanto dinero por siete vuelos? ¿No es preferible construir el doble de aparatos primitivos que la mitad de aparatos perfectos?
Para quien tenga como sueño ser un soldado y entrar en acción, quizás el ejemplo siguiente pueda desanimarle: mientras Hitler estaba obsesionado en conquistar Stalingrado, Stalin estaba empeñado en no ceder sin importarle el coste en vidas humanas (por supuesto, sin contar la suya). Cuando en 1942 el ejército alemán estaba a las puertas de la ciudad, los reclutas rusos eran destinados al lugar para defenderla y llegaban desorientados en ferrocarril. Eran sacados violentamente de los vagones y empujados a a través del Volga bajo una nube de proyectiles. Los que conseguían llegar al otro lado debían asaltar las posiciones alemanas, muchos de ellos sin armas, por lo que debían tomar las que dejaban los compañeros que iban cayendo bajo el fuego de las ametralladoras. Si retrocedían podían ser abatidos por los comisarios políticos. Una situación algo embarazosa, ¿verdad?
Cuenta más cosas, como la historia de que, al llegar a Viena, los rusos no sabían qué eran y para qué servían los inodoros (incluso los confundieron con neveras … imaginad cuando tiraron de la cadena); de cómo un aviador japonés que bombardeó Oregón fue invitado dos décadas más tarde a ver el lugar que había sobrevolado siendo recibido con honores por los EEUU; de los inicios de la CIA; del recuerdo que dejaron en la batalla de El Alamein: quedan unos 18 millones de minas enterradas por el desierto y por ello los lugareños no tienen costumbre de darse la mano, pues numerosos habitantes han perdido una; de cómo iba a haber un intento de fuga en un planeador pero que finalmente no se llevó a cabo, aunque más tarde los ingenieros que estudiaron los planos del mismo afirmaron que, efectivamente, hubiera cumplido su misión (lástima de hombres ingeniosos utilizados en pro de la guerra y no de la ciencia); de cómo lo que se cuenta en la película La gran evasión es bastante fidedigno con la realidad (citando como gran excepción la escena de Steve McQueen con la moto); de cómo se utilizó el idioma indio y el euskera para retransmitir mensajes secretos, gracias a a que poca gente los hablaba; de cómo un proyectil salvó a un granjero justo cuando le iban a ejecutar; de cómo un caramelo salvó la vida de un soldado; de un alemán que bombardeó un hospital, fue derribado y tuvo que ser atendido en el mismo hospital que había bombardeado; de cómo a un soldado japonés de los EEUU le dieron la Medalla de Honor el año 2003(!); de cómo los alemanes jugaban una partida de cartas en túneles que habían hecho bajo las montañas mientras los aliados les bombardeaban; de la reunión de Hilter y Franco en Hendaya; de cómo Churchill salía a contemplar la caída de las bombas en lugar de refugiarse en el búnker y para evitarlo su ayuda de cámara le escondía los zapatos, a lo que Churchill, enojado, respondió:
- De pequeño, mi niñera nunca pudo evitar que me escapara a dar un paseo por Green Park cuando me apetecía hacerlo. Ahora que soy un adulto, no me lo va a impedir Adolf Hitler.
Y muchas más como que la famosa frase “volveré” no es del Terminator de Schwarzenegger, sino de Douglas MacArthur; la de un catalán llamado Joan Pujol que hizo de agente doble y fue condecorado por ambos bandos por lo mismo; del papel de los locutores de radio durante la guerra; de los japoneses que estuvieron más de 20 años aislados pensando que la guerra continuaba; de dos estadounidenses que se llamaban igual y la novia del primero escribía cartas pero le llegaban al segundo y acabó casándose con este último; de cómo la censura militar no permitió difundir imágenes del desembarco para no tocar la moral de la tropa; etc.
¿Queréis más? Pues os recomiendo leer el libro. Lo único que me queda por asimilar es cómo su autor ha sido capaz de recopilar toda esa información. De hecho, ha visitado todos esos lugares de os que nos habla, desde el campo de batalla de El Alamein hasta las playas de Normandía. Aun así, ¿cómo se pueden saber tantas y tantas anécdotas?


Y más aquí:

https://www.elmundo.es/elmundolibro/2004/06/18/historia/1087559491.html


Parece ameno, no esperes más.
 
Cuando en 1942 el ejército alemán estaba a las puertas de la ciudad, los reclutas rusos eran destinados al lugar para defenderla y llegaban desorientados en ferrocarril. Eran sacados violentamente de los vagones y empujados a a través del Volga bajo una nube de proyectiles. Los que conseguían llegar al otro lado debían asaltar las posiciones alemanas, muchos de ellos sin armas, por lo que debían tomar las que dejaban los compañeros que iban cayendo bajo el fuego de las ametralladoras. Si retrocedían podían ser abatidos por los comisarios políticos. Una situación algo embarazosa, ¿verdad?


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Sekhmet rebuznó:
Yo estoy leyendo a Cortázar[...]su belleza literaria hace de sus libros los mejores que he leído en lengua castellana.
En mi humilde opinión, Gabriel García Márquez está un paso por delante.

Uxa whore rebuznó:
Alquien ha leído "Las Cien mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial"?
Ya que he visto la foto de portada, le recomiendo las memorias de Churchill. Interesantes y amenas.
 
Estoy leyendo ahora El Maestro y Margarita, de Bulgákov, y estoy disfrutándolo terriblemente. Me encanta ese humor, a veces absurdo a veces finísimo. Me encanta la forma de narrar del ruso, cambiando de estilo según lo que esté narrando; según el contexto (enormes, sobre todo, los pasajes de Pilatos con Jesucristo). ¿La temática? El diablo y su séquito llegan a Rusia para hacer travesuras, y dejar al descubierto la doble moral y las vergüenzas de la burguesía, el funcionariado y los cuerpos -corruptos- del Estado. Todo esto, enmarcado en el proceso de escritura de un extraño libro sobre los últimos días de Jesús de Nazaret. Una jodida delicia.
 
Misógino Empedernido rebuznó:
En mi humilde opinión, Gabriel García Márquez está un paso por delante.


Ya que he visto la foto de portada, le recomiendo las memorias de Churchill. Interesantes y amenas.

Gabo está a dos o más pasos por delante de Cortázar.

Tendré en cuenta ese libro, pero de uno en tres, porque con el que llevo y los dos de la gestalt que llevo voy servida.
 
Habláis de Cortázar cuando en realidad queréis hablar de Rayuela.



Gabo está por delante del argentino, claro, ¿pero cuántas obras de Gabo están por delante de Rayuela?
 
Para mí todas menos "Historia de un secuestro", mi opinión no es muy válida porque del colombiano soy incondicional. Rayuela es para darle un 9, lo admito.
 
Pero quizá se podría decir que lo mejor de Cortázar está a la altura de lo mejor de Gabo (Rayuela y Cien años de soledad). Históricamente es justo, puesto que ambas obras son un punto de inflexión en la literatura sudamericana y Rayuela es anterior.


La hojarasca también es bastante mala dentro del repertorio de García Márquez.



Por cierto:


Carlos Fuentes, después de leer el manuscrito de Cien años de soledad, le escribe a Cortázar una carta en la que le dice: “Acabo de leer una obra maestra. La novela de Gabo nos libera a todos”.
 
ruben_clv rebuznó:
Habláis de Cortázar cuando en realidad queréis hablar de Rayuela.

Gabo está por delante del argentino, claro, ¿pero cuántas obras de Gabo están por delante de Rayuela?

No conozco la obra de Cortázar en profundidad, lleva usted razón.

Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera están por delante de Rayuela. Y bastante más de un paso.
 
Misógino Empedernido rebuznó:
El amor en los tiempos del cólera
Ese libro describe en tres páginas lo que es, en esencia, la relación de pareja entre hombre y mujer.

En el fondo era un juego de ambos, mítico y perverso, pero por lo mismo reconfortante: uno de los tantos placeres peligrosos del amor domesticado. Pero fue por uno de esos juegos triviales que los primeros treinta años de vida en común estuvieron a punto de acabarse porque un día cualquiera no hubo jabón en el baño.
Empezó con la simplicidad de rutina. El doctor Juvenal Urbino había regresado al dormitorio, en los tiempos en que todavía se bañaba sin ayuda, y empezó a vestirse sin encender la luz. Ella estaba como siempre a esa hora en su tibio estado fetal, los ojos cerrados, la respiración tenue, y ese brazo de danza sagrada sobre la cabeza. Pero estaba a medio sueño, como siempre, y él lo sabía. Al cabo de un largo rumor de almidones de linos en la oscuridad, el doctor Urbino habló consigo mismo:
- Hace como una semana que me estoy bañando sin jabón -dijo.
Entonces ella acabó de despertar, recordó, y se revolvió de rabia contra el mundo, porque en efecto había olvidado reponer el jabón en el baño. Había notado la falta tres días antes, cuando ya estaba debajo de la regadera y pensó reponerlo después, pero después lo olvidó hasta el día siguiente. Al tercer día le había ocurrido lo mismo. En realidad no había transcurrido una semana, pero sí tres días imperdonables, y la furia de sentirse sorprendida en falta acabó de sacarla de quicio. Como siempre, se defendió atacando.
- Pues yo me he bañado todos estos días -gritó fuera de sí- y siempre ha habido jabón.
Aunque él conocía de sobra sus métodos de guerra, esa vez no pudo soportarlos. Se fue a vivir con cualquier pretexto profesional en los cuartos de internos del Hospital de la Misericordia, y sólo aparecía en la casa para cambiarse de ropa al atardecer antes de las consultas a domicilio. Ella se iba para la cocina cuando lo oía llegar, fingiendo hacer cualquier cosa, y allí permanecía hasta sentir en la calle los pasos de los caballos del coche. Cada vez que trataron de resolver la discordia en los tres meses siguientes, lo único que lograron fue atizarla. Él no estaba dispuesto a volver mientras ella no admitiera que no había jabón en el baño, y ella no estaba dispuesta a recibirlo mientras él no reconociera haber mentido a conciencia para atormentarla.
El incidente, por supuesto, les dio oportunidad de evocar otros, muchos otros pleitos minúsculos de otros tantos amaneceres turbios. Unos resentimientos revolvieron los otros, reabrieron cicatrices antiguas, las volvieron heridas nuevas, y ambos se asustaron con la comprobación desoladora de que en tantos años de lidia conyugal no habían hecho mucho más que pastorear rencores. Él llegó a proponer que se sometieran juntos a una confesión abierta, con el señor arzobispo si era preciso, para que fuera Dios quien decidiera como árbitro final si había o no jabón en la jabonera del baño. Entonces ella, que tan buenos estribos tenía, los perdió con un grito histórico:
- ¡A la mierda el señor arzobispo!
El improperio estremeció los cimientos de la ciudad, dio origen a consejas que no fue fácil desmentir, y quedó incorporado al habla popular con aires de zarzuela: "¡A la mierda el señor arzobispo!". Consciente de que había rebasado la línea, ella se anticipó a la reacción que esperaba del esposo, y lo amenazó con mudarse sola a la antigua casa de su padre, que todavía era suya, aunque estaba alquilada para oficinas públicas. No era una bravata: quería irse de veras, sin importarle el escándalo social, y el marido se dio cuenta a tiempo. Él no tuvo valor para desafiar sus prejuicios: cedió. No en el sentido de admitir que había jabón en el baño, pues habría sido un agravio a la verdad, sino en el de seguir viviendo en la misma casa, pero en cuartos separados, y sin dirigirse la palabra. Así comían, sorteando la situación con tanta destreza que se mandaban recados con los hijos de un lado a otro de la mesa, sin que éstos se dieran cuenta de que no se hablaban.
Como en el estudio no había baño, la fórmula resolvió el conflicto de los ruidos matinales, porque él entraba a bañarse después de haber preparado la clase, y tomaba precauciones reales para no despertar a la esposa. Muchas veces coincidían y se turnaban para cepillarse los dientes antes de dormir. Al cabo de cuatro meses, él se acostó a leer en la cama matrimonial mientras ella salía del baño, como ocurría a menudo, y se quedó dormido. Ella se acostó a su lado con bastante descuido para que despertara y se fuera. Él despertó a medias, en efecto, pero en vez de levantarse apagó la veladora y se acomodó a su almohada. Ella lo sacudió por el hombro para recordarle que debía irse al estudio, pero él se sentía tan bien otra vez en la cama de plumas de los bisabuelos que prefirió capitular:
- Déjame aquí -dijo. Sí había jabón.

A todo esto, ¿hay hilo de Gabo?
Tengo ganas de postear fragmentos.
 
Lo de Rayuela no lo he dicho de modo despectivo, lo que quería decir es que el común del foro sólo ha leído esa obra de Cortázar y, por otro lado, apuesto a que hay más de dos acérrimos de Márquez. Es una lucha descompensada.



Undertaker, anímate y abre un hilo de fragmentos memorables. Olvida el anterior, lo chapo en un momento. :lol:
 
Tengo a Cortázar poco leído, y a gabo lo admiro. La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada me parece espectacular, y Cien años de Soledad me lo he leído unas 6 veces. De las obras completas de él me quedan 3 libros para concluirlas.
Voto por el hilo.
 
Pero ¿hilo de fragmentos en general o de García Márquez en particular?
Ábrelo tú, Uxa, que te veo con ganas y yo ya he abierto muchos en mi larga trayectoria foril.

Hoy empezaré con Rayuela. Que no, no lo he leído.
Vuestras opiniones y, sobre todo, esta frase que encontré atribuida a él: Todo se deshace cuando lo agarras, hasta cuando lo miras, me han decidido.
 
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