Se ve que los bebés nacen con el sistema digestivo sin terminar de hacer. Y como consecuencia tienen gases. Algo había oído, pero de lo que no tenía ni idea era de que esos pedos serían como los de un obrero de la construcción que se pasa con los carajillos. En sonoridad y aroma.
Me dan la puta vida, joder.
Cuando llevas toda la noche sin dormir y las últimas dos horas entre balanceos como un demente, por fin parece que se duerme y en lenguaje de signos acuerdas la misión imposible de depositar el artefacto explosivo en la cuna sin detonarlo. Todo va bien, os coordináis perfectamente para la maniobra de envoltura destinada a evitar que se saque los putos ojos con sus ridículas manos. Entonces el silencio sepulcral se rompe con el estruendo de un DO de trombón. Pasa medio segundo y suena un RE. Con el MI ya es imposible no reírse. En silencio, claro, que hace que te quieras reír más, pero hay mucho en juego. Los pañales retrasan la dispersión del gas, ya habéis bajado la guardia cuando el tufo atiza y a alguien le da una arcada porque eso hiede a cloaca. Y ahí sí que estallan las carcajadas y vuelta a empezar.