Sir Ano de Bergerac
La becaria de Aramís Fuster.
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Buenas tardes seismileuristas, premios Nobel y demás triunfadores.
Resulta que este verano me estuve haciendo un master en antropología. Consiste en vivir una temporada a tu elección en una sociedad tribal y luego hacer una tesis ya en España (todavía estoy en ello) un poco relacionada con tus estudios. De los destinos que me interesaban, finalmente me decanté por el amazonas por aquello del exotismo.
Yo, como ya sabéis algunos, he estudiado bellas artes. Simplemente cargué una mochila con ropa, una maleta llena de temperas con los 3 colores primarios (cyan, magenta y amarillo (a partir de esos colores puedes crear cualquier otro)) y cogí el vuelo a Brasil. Allí conocí a el que fuera a ser mi compañero durante todo ese verano, que procedía de Madrid y estudiaba trabajo social, aún sigue allí y no tiene intención alguna de volver.
Me saltaré el tedio de más introducciones e ire donde nos interesa: me instalé en la tribu, aprendí el dialecto y al mes de estar allí viviendo nos obligaron a casarnos bajo el filo de un machete. En la tribu de los Ohk’culu tienen una cultura muy ligada con el sexo, y a los jóvenes los casan con las más viejas del poblado para aprender de ellas las artes amatorias y así tomar posesión de toda la sabiduría sexual de su cultura. Una vez superada la juventud, eres considerado hombre y puedes casarte con una mujer de tu edad. En mi etapa adolescente fui esposo de una tierna señora de, calculo unos 65 años; guardo un bello recuerdo de esa época que, aunque breve fue muy intensa y fogosa. Ella, que era mi dueña durante ese tiempo, decidió que era demasiado débil para el trabajo y me consideró su “gluhjky”, cuya traducción en nuestro idioma sería algo así como esclavo sexual.
Pasó un tiempo y al pasar la prueba de matar a una pantera con mis manos todo ciego de peyote acabaron considerándome un adulto, por lo cual ya debía despedirme de mi señora esposa y buscarme a otra mujer más acorde a mi edad. Llevaba mucho tiempo fijándome en ella, era guapa, sonriente y todavía no se había dilatado los mofletes, tenía las mamas a la altura del ombligo, pero llevaba 2 meses viendo eso todo el rato y ya estaba hecho. En fin, nos casamos y pasé el mes y medio más feliz de mi vida recogiendo dátiles, colocándome los findes y follando con Am’pharo. Pero llegó el momento de volver y tuve una dolorosa despedida que mi compañero no pudo soportar y decidió quedarse a vivir con los Ohk’culu y su bella mujer para siempre.
Habiendo consumado la tristeza y ya habituado de nuevo a España, ayer por la mañana, tengo una solicitud de amistad en el facebook de Am’pharo, que gracias a una subvención de el gobierno de Brasil para modernizar a las tribus, le han puesto ADSL 20 mb. en todo el poblado. Me dice que no puede vivir sin mi, que si le pago el avión se viene a España a vivir conmigo.
Ahora la pregunta es muy clara, amigos ¿creéis que la cosa puede funcionar? Yo la quiero más que he querido a ninguna otra mujer en mi vida, pero tengo miedo de que no consiga adaptarse a nuestra áspera sociedad; no quiero que sufra aunque no sé si sufrirá aún más con mi ausencia.
Espero vuestras respuestas, saludos.
Resulta que este verano me estuve haciendo un master en antropología. Consiste en vivir una temporada a tu elección en una sociedad tribal y luego hacer una tesis ya en España (todavía estoy en ello) un poco relacionada con tus estudios. De los destinos que me interesaban, finalmente me decanté por el amazonas por aquello del exotismo.
Yo, como ya sabéis algunos, he estudiado bellas artes. Simplemente cargué una mochila con ropa, una maleta llena de temperas con los 3 colores primarios (cyan, magenta y amarillo (a partir de esos colores puedes crear cualquier otro)) y cogí el vuelo a Brasil. Allí conocí a el que fuera a ser mi compañero durante todo ese verano, que procedía de Madrid y estudiaba trabajo social, aún sigue allí y no tiene intención alguna de volver.
Me saltaré el tedio de más introducciones e ire donde nos interesa: me instalé en la tribu, aprendí el dialecto y al mes de estar allí viviendo nos obligaron a casarnos bajo el filo de un machete. En la tribu de los Ohk’culu tienen una cultura muy ligada con el sexo, y a los jóvenes los casan con las más viejas del poblado para aprender de ellas las artes amatorias y así tomar posesión de toda la sabiduría sexual de su cultura. Una vez superada la juventud, eres considerado hombre y puedes casarte con una mujer de tu edad. En mi etapa adolescente fui esposo de una tierna señora de, calculo unos 65 años; guardo un bello recuerdo de esa época que, aunque breve fue muy intensa y fogosa. Ella, que era mi dueña durante ese tiempo, decidió que era demasiado débil para el trabajo y me consideró su “gluhjky”, cuya traducción en nuestro idioma sería algo así como esclavo sexual.
Pasó un tiempo y al pasar la prueba de matar a una pantera con mis manos todo ciego de peyote acabaron considerándome un adulto, por lo cual ya debía despedirme de mi señora esposa y buscarme a otra mujer más acorde a mi edad. Llevaba mucho tiempo fijándome en ella, era guapa, sonriente y todavía no se había dilatado los mofletes, tenía las mamas a la altura del ombligo, pero llevaba 2 meses viendo eso todo el rato y ya estaba hecho. En fin, nos casamos y pasé el mes y medio más feliz de mi vida recogiendo dátiles, colocándome los findes y follando con Am’pharo. Pero llegó el momento de volver y tuve una dolorosa despedida que mi compañero no pudo soportar y decidió quedarse a vivir con los Ohk’culu y su bella mujer para siempre.
Habiendo consumado la tristeza y ya habituado de nuevo a España, ayer por la mañana, tengo una solicitud de amistad en el facebook de Am’pharo, que gracias a una subvención de el gobierno de Brasil para modernizar a las tribus, le han puesto ADSL 20 mb. en todo el poblado. Me dice que no puede vivir sin mi, que si le pago el avión se viene a España a vivir conmigo.
Ahora la pregunta es muy clara, amigos ¿creéis que la cosa puede funcionar? Yo la quiero más que he querido a ninguna otra mujer en mi vida, pero tengo miedo de que no consiga adaptarse a nuestra áspera sociedad; no quiero que sufra aunque no sé si sufrirá aún más con mi ausencia.
Espero vuestras respuestas, saludos.