BAILARÉ SOBRE TU TUMBA
Conspirotaggeanoico
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Según jewipedia apenas hubo represalias contra los alemanes étnicos que vivían en el este de Europa...por eso hoy Köniesberg se llama Kaliningrado
InformaSION rigurosa, en cambio poner en duda los 6 millones y rebajárlos a 600.000, cantidad mucho más realista es delito.
Me voy a poner una firma que me hace gracia porque si el fulano que dijo eso llega a ver lo que han hecho y dicho en la 2° guerra ...
Pero antes, una bandaca guapa para que entreis en calor:
Metallica - Last Caress/Am I evil?
La deportación, como ganado, de dieciséis millones de alemanes residentes en el Este de Europa se decidió en la Conferencia de Potsdam por los señores Truman, Attle y Stalin. En números redondos, puede desglosarse así:
8.500.000 residentes en el Este de Alemania,
3.500.000 en los Sudetes,
250.000 en los Estados Bálticos y el distrito de Memel,
380.000 en Dantzig,
1.300.000 en la región de Posen,
623.000 en Hungría,
537.000 en Yugoeslavia,
786.000 en Rumania y
150.000 en Bulgaria.
Esos dieciséis millones largos de personas hicieron el desplazamiento a pié, tras abandonar todas sus pertenencias. No ha podido saberse con exactitud el número de muertos en el transcurso de ese éxodo, pero ningún comentarista serio baja de los dos millones de muertos, más una cifra incalculable, pero importante, de muertos a consecuencia de la infrahumana remoción de la población.
Para encontrar precedentes históricos a esa deportación en masa debemos reportarnos a los tiempos del Imperio Asirio...Una excepción a esa regla general surgió, únicamente, en el Nuevo Mundo, donde la política yanki del llamado "destino manifiesto" trajo como consecuencia el progresivo desplazamiento de los indios americanos cada vez más hacia el Oeste, hasta terminar alojándolos en reservas, preludio de su exterminación física.
Inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial hubo el tratado greco-turco, para la remoción de dos millones de griegos de Asia Menor, particularmente de la región de Esmirna y Constantinopla; tratado que fue supervisado y aprobado por la Sociedad de Naciones, La remoción de los griegos se llevó a cabo en cuatro años y con relativo orden.
Posteriormente, y por necesidades bélicas, o lo que conceptuaron tales, los alemanes deportaron a buena parte de los judíos que cayeron bajo su zona de influencia -unos 3.200.000 como máximo- instalándolos en ghettos gigantescos, como el de Varsovia o el de Theresienstadt, y los americanos albergaron en Pine City, en California, a unos 300.000 japoneses de nacionalidad norteamericana, que nos les merecían credibilidad patriótica, en razón del color amarillento de su piel, a los campeones patentados del antiracismo militante. Pero las deportaciones de 1945-46, en plena paz, sin la excusa de los expedientes de tiempo de guerra, no tiene excusa ni justificación posible...
Pero aún hay que añadir el uso de civiles, deportados en sentido inverso, y que no se incluyen en la mencionada estadística de los dieciséis millones de deportados, todos los cuales fueron llevados hacia el Oeste. Una cifra no inferior a cuatrocientos mil alemanes residentes en Polonia y Eslovaquia fueron deportados hacia el Este en condiciones infrahumanas. Tampoco se incluyen los prisioneros de guerra tratados como esclavos en plena paz, y de los que luego hablaremos. Y queda, en fin, sin tasación posible, el valor de las propiedades, bienes y enseres de los casi dieciséis millones y medio de deportados.
Como dijo Sir Winston Churchill: "Luchamos por la Libertad".
Siniestro Total - Matar Hippies En Las Cies
http://www.youtube.com/watch?v=ryEUFuWDyZM
El país de los Sudetes, donde, desde hace siglos, viven alemanes en su inmensa mayoría, está sometido a la ley marcial. Residen, en 1945, tres millones y medio de alemanes. La administración civil es asumída por comités nacionales checos. El Presidente Benes había proclamado en un decreto:
"Los alemanes y los magiares no son seguros. Es preciso arrebatarles la administración del país y sus bienes personales".
Las granjas y el utillaje agrícola de los alemanes fueron confiscados.
Estas medidas fueron complementadas por otras, de orden policial: insignia-distintivo para los alemanes; limitación de las horas para salir de sus domicilios; prohibición de asistir al culto, de caminar por las aceras y de recibir cuidados médicos en los hospitales. El mismo Benes había declarado en un discurso:
"A los alemanes sólo hay que dejarles un pañuelo para engujarse las lagrimas".
Por Radio Praga se llegó a dar la inicua consigna:
"¡ Muerte a todos los alemanes !".
En cada ciudad se creó un campo de concentración, pero en las grandes ciudades se crearon muchos. Sé instauraron, oficialmente, las penas corporales. Faltar al respeto a un policía o a un partisano checo costaba, si era "falta leve", diez latigazos. Si era falta conceptuada como grave, el fusilamiento.
He aquí qué dice Manfred Lutgenhort, testigo ocular de los hechos que describe:
"He aquí el caso de Helena Burger: "Aquí os traigo a esas cerdas alemanas", dijo el Profesor Zelenka, entregando a las turbas veinte mujeres, algunas de las cuales tenían sesenta y setenta años. Fueron salvajemente golpeadas. Luego, Helena Burger oyó una orden: "De rodillas, putas alemanas". Las mujeres se arrodillaron y se les cortaron los cabellos con bayonetas. Helena Burger se desvaneció, pero fue reanimada con un cubo de agua helada.
Luego, de un puntapié le rompieron dos costillas. Finalmente, se cortó de su pié un pedazo de carne de cuatro centímetros de profundidad. Cuando por la noche volvió a su casa, sus hijos no la reconocieron. Varias de sus compañeras de infortunio habían muerto a consecuencia de los golpes. Dos se habían suicidado. Otra se había vuelto loca. Tres semanas más tarde, Helena Burger fue transferida al campo de concentración de Hagibor, que contaba 1.200 detenidos repartidos en cuatro hangares. Durante la noche, una hermana de la Cruz Roja Checa tomaba nota de las mujeres jóvenes y bonitas, y por la noche conducía a los soldados rusos a sus hangares. Algunas mujeres fueron violadas hasta cuarenta y cinco veces en el curso de una noche " .
Ahora el testimonio del Ingeniero Franz Resch:
"En Bokowitz vi a miles de alemanes, hombres y mujeres, civiles y soldados, e incluso a criaturas de diez años, salvajemente asesinados. Las turbas apalearon a aquellos seres indefensos. Los cuerpos dislocados eran recubiertos de ácido clorhídrico, para aumentar los sufrimientos. Algunos todavía vivían cuando se les cortaron los dedos para arrebatarles sus anillos o alianzas. También vi, en el campo de Kladnow, cómo se vertía alquitrán hirviendo sobre las espaldas desnudas de ciertos internados, tras lo cual se les pegaba con bastones. Yo perdí el riñón derecho a consecuencia de los golpes recibidos. El 10 de Mayo, el día siguiente del fin oficial de la guerra -aún cuando Checoeslovaquia ya había sido liberada desde hacía más de un mes- llegó al campo de Kladnow un tren de carga, lleno de soldados alemanes heridos. Fueron concentrados en un descampado y se les lanzaron granadas de mano. La mayoría murieron".
Las mismas escenas de horror se reproducían por todas partes. En Iglau, el alcalde, alemán, es juzgado y, sin permitírsele hablar, es condenado a ser escalpelado en pleno Tribunal.
Los alaridos fueron tan tremendos que el desgraciado se quebró las cuerdas vocales. 350 vecinos de Iglau fueron obligados a marchar, completamente desnudos, por la noche, a paso ligero; al que se detenía o se caía le remataban a culatazos. Tras 33 kilómetros de marcha de la muerte, no quedaban supervivientes. En vista de lo que estaba sucediendo, 1.200 alemanes de Iglau preferieron suicidarse . En el campo de concentración de Freudenthal, los detenidos son golpeados hasta que los guardianes no pueden más. Algunos detenidos son enterrados vivos. En el campo de Moraska Ostrava, la mujer de un campesino, encinta de ocho meses, fue golpeada en el vientre hasta que abortó. En trance de muerte le fueron cortados los senos.
Todos los habitantes de la ciudad de Saaz (unos 3.000 alemanes) fueron ametrallados por una unidad del Ejército checo, el 15 de Mayo, seis días después del fin de la guerra.
Pero el apoteosis tuvo lugar en Praga, donde vivían más de medio millón de alemanes. El 13 de Mayo de 1945 entró en Praga, procedente de Londres, Edouard Benes, el Gran Maestre de la Franc-Masonería Checa. Benes era el bel esprit, el niño mimado del progresismo europeo liberaloide y bien-pensante. Con Benes llegaba Massaryk, el otro buda del liberalismo ortodoxo.
El recibimiento que les prepararon sus secuaces, a cuyo frente se hallaba un comunista Judío, llamado Slansky, fue espectacular. Muchos alemanes fueron colgados por los pies de los grandes paneles de anuncios de la Plaza de San Wenceslao, y rociados con gasolina. Luego, cuando los dos grandes "humanitarios" llegaron, los cuerpos fueron quemados hasta formar antorchas vivientes.
En un libro de más de mil páginas, el Libro Blanco de los Sudetes Alemanes, se describen horrores sin precedentes en la historia de la Humanidad. Mujeres checas y Judías, armadas con porras, golpeaban los vientres de alemanas encintas hasta que se producía el aborto. En un solo campo de concentración morían diariamente diez mujeres a consecuencia de esas torturas. En otro campo, los detenidos eran obligados a lamer los aplastados sesos de sus compañeros que habían sido golpeados hasta morir. A otros detenidos se les obligaba a comer excrementos infecciosos de sus compañeros que padecían disentería.
Los doctores checos y judíos rehusaron ayuda, médica a las mujeres alemanas que habían sido violadas por los soldados rusos. Centenares de miles perecieron o se suicidaron. Tal fue el caso, por ejemplo, de la ciudad de Brno, donde en un sólo día 275 mujeres cometieron suicidio. En el estadio municipal de Praga, el 18 de Mayo, nueve días después de terminada la guerra, cinco mil prisioneros de las SS fueron ametrallados.
El número total de muertos en los Sudetes y en Checoeslovaquia asciende a unos 250.000, más los que perecieron en la subsiguiente deportación y los que lentamente agonizaron en los campos de trabajos forzados. Es difícil evaluar el número de muertos en la deportación forzosa y aún más los fallecidos en los campos de trabajos forzados. Ningún testigo es de fiar en este sentido, ya que las cifras que han avanzado son de tercera o cuarta mano, y probablemente exageradas. En todo caso, a los 250.000 masacrados, según el Libro Blanco de los Sudetes Alemanes, en los meses que siguieron al final de la guerra, hay que añadir, como mínimo, otros 175.000 que murieron de malos tratos o de hambre en los campos de trabajo, según fuentes oficiales oeste-alemanas.
pantera-no remorse
http://www.youtube.com/watch?v=H4-j10gay2k
El exterminio de los alemanes residentes en Yugoeslavia fue llevado a cabo, para empezar, mediante una serie de matanzas realizadas sin orden ni método, y posteriormente gracias al apoyo jurídico de una legislación inicua decretada por el llamado "Comité Antifascista de Liberación de Yugoeslava", hecha pública el 21 de Noviembre de 1944. Ese "Comité" estaba precedido por el propio Mariscal Tito, actuando como Secretarios del mismo Moisés Pijade y Jakob Rankowitz. Esas leyes, entre otras cosas, prescribían que: a) Todas las personas de origen alemán que vivieran en Yugoeslavia perdían automáticamente la nacionalidad yugoeslava, aún cuando ellas o sus padres hubieran nacido en territorio yugoeslavo. Perdían igualmente la totalidad de sus derechos civiles y políticos.
b) Todos los bienes, muebles o inmuebles, de dichas personas, debían ser considerados como confiscados automáticamente por el Estado, que asumía su plena propiedad.
c) Las personas de origen étnico alemán no podían reclamar ningún derecho civil ni político; no tenían derecho a recurrir a los tribunales ni a utilizar las leyes existentes para proteger sus vidas, sus personas o sus bienes.
A consecuencia de esas leyes y su posterior aplicación, 250.000 alemanes fueron apartados de la Humanidad. Casi todos ellos eran campesinos, particularmente numerosos de la región de Marienbad (Maribor).
Sus tierras, sus aperos de labranza, sus muebles, incluso sus vestidos les fueron inmediatamente arrebatados. Todo lo que conservaban sobre sí lo tenían, pues, a precario. Todo alemán representaba un valor-trabajo, que podía ser vendido, transferido o cambiado por algo.
Podía ser alquilado, o incluso destruido por el Estado. En numerosos casos, los alemanes fueron alquilados a particulares, pero a veces fueron también alquilados o transferidos a otros estados, y especialmente a Rusia. Por otra parte, los alemanes no tenían ni derecho a vivir con su familia; no tenían ningún derecho sobre sus hijos que, en miles de casos, les fueron arrebatados sin explicaciones; no tenían ningún derecho a hacer o a no hacer nada; ni a permanecer en un lugar determinado o a irse sin permiso de sus "dueños". Literalmente, se habían convertido en objetos del Estado y de la Administración. Una tal situación no se había jamás producido en Europa; nunca habían existido en Europa hombres sin derecho a poseer nada ya que, incluso lo que llevaban encima no era de su propiedad; no podían adquirir, legar ni dar nada; no podían recibir nada; no tenían derecho a recibir alimentos ni ropa, y si recibían un mínimo vital, para asegurar su, supervivencia como esclavos, era a título gracioso y podía ser retirado a capricho del Estado.
La innovación mas grave instituida por dicha ley consistía en la prohibición de pedir protección a los tribunales o a las instituciones del Estado.
Esto significaba que los alemanes no tenían derecho a presentar una queja, y mucho menos, a querellarse contra nadie; significaba también que no tenían derecho a llevar consigo papel de identidad alguno, incluyendo su certificado de bautismo. Podían ser registrados en cualquier momento por cualquier ciudadano yugoeslavo, y si se les encontraba un papel podían Incurrir en cualquier castigo. De hecho, podían incurrir en cualquier sanción sin motivo alguno, pues el hecho de prohibirles presentar quejas o querellarse hacía de los alemanes hombres expuestos a cualquier mal trato, sin que a ningún yugoeslavo se le pidieran cuentas por ello. Todo yugoeslavo tenía jurisdicción sobre ellos, y podía convertirse, a la vez, en su juez y verdugo. Esta situación era agravada por una propaganda oficial, que hacía creer a los yugoeslavos que, infligiendo malos tratos a los alemanes, realizaban un acto de patriotismo.
Las leyes del 21 de Noviembre fueron confirmadas por otra ley del 29 de abril de 1945, por la que, además, se precisaba que tales leyes se aplicaban, no sólo a los alemanes, o descendientes de alemanes, residentes en Yugoeslavia sino incluso a los alemanes que se encontraran en Yugoeslavia por cualquier motivo, es decir, esencialmente, a los soldados alemanes, a los que se asimilaba igualmente a la condición de res nullius.
Estas leyes, huelga decirlo, tenía por finalidad el exterminio masivo de los alemanes residentes en Yugoeslavia, lo que se obtuvo por tres métodos: liquidación masiva, deportación masiva y exterminio por el hambre y los trabajos forzados en los campos de concentración.
Las liquidaciones masivas tuvieron lugar, casi totalmente, durante el periodo anárquico que precedió a las leyes del 21 de noviembre de 1944, y sus autores fueron los partisanos, que llegaron a exterminar a pueblos enteros. Tras las leyes del 21 de noviembre, las liquidaciones masivas cesaron y fueron reemplazadas por liquidaciones individuales permitidas por la ley, y que
"expresaban la tendencia al sadismo al que la nueva legislación dejaba libre curso" .
Hacia 1948 terminaron las liquidaciones individuales y una de las últimas víctimas fue el muy conocido Padre Adalbert Schmidt, benedictino, que pasó los 12 últimos años de su vida oponiéndose al Nacionalsocialismo por razones que él calificaba de teológicas. El Padre Adalbert que creía ciegamente en la Igualdad de los hombres, murió apaleado por sus "iguales" yugoeslavos que estuvieron zurrándole varias horas seguidas.
... en 1948 quedaban ya muy pocos alemanes vivos en Yugoeslavia: apenas 42.000 que fueron finalmente enviados a Rusia como "mano de obra", es decir, como esclavos. Fueron enviados andando, y en invierno, lo que hace suponer que muchos morirían por el camino. En todo caso, nada se ha vuelto a saber de ellos. En total, de la colonia alemana que habitaba en Yugoeslavia cuando empezó la guerra, compuesta de unos 250.000 sólo lograron salvarse, huyendo hacia Austria y entregándose a las tropas norteamericanas e inglesas, unos 10.000.
En los últimos días de la guerra, ya en Mayo de 1945, unos 80.000 soldados alemanes se rindieron a los ingleses en Austria, y fueron internados en un campo de concentración en Karnten. Casi al mismo tiempo, llegaron a ese campo los restos del Ejército Croata (unos 290.000 oficiales y soldados que se habían rendido a los ingleses y americanos). El 17 de mayo, esos 370.000 soldados fueron entregados a Tito.
Debe tenerse presente que esos soldados, prisioneros de guerra y miembros de los ejércitos regulares, estaban amparados por las Convenciones de Ginebra y La Haya y, por consiguiente, tenían derecho a un trato correcto. No obstante, en el curso de los tres primeros meses que siguieron al final de la guerra fueron liquidados sin ninguna acusación y sin ningún proceso, ya por medio de matanzas sistemáticas en los alrededores de Bleiburg [602] ya en el curso de la "marcha de la muerte", de Maribor a Ursac. En efecto, se ha podido observar, en el curso de la última guerra, que los comunistas llevaban a cabo una técnica determinada de exterminio, que consistía en hacer marchar, por la carretera o a través del campo, a grandes masas de población que querían destruir. Esto ha podido verificarse como realizado no sólo por los comunistas rusos, sino también, y muy especialmente, por los comunistas yugoeslavos y, concretamente, serbios.
La horrenda masacre de los prisioneros croatas y alemanes en Bleiburg es corrientemente conocida como "La Tragedia de Bleiburg". Los cadáveres de esos 370.000 soldados entregados a Tito por los angloamericanos han sido encontrados en las fosas colectivas siguientes:
En Maribor (Marienbad), unos 40.000 cadáveres;
en Kcevje, aproximadamente 30.000 cadáveres;
en Bleiburg unos 40.000 cadáveres en condiciones de mutilación atroces;
en Kranj, 2.500 cadáveres;
en Saint-Vid (Teskocelo) 25.000 cadáveres;
en Potudik, 2.000 cadáveres;
en Huda Luknja, unos 16.000 cadáveres;
en Bezigrad, 2.000 cadáveres,
en Hrastkik, 7.000 cadáveres;
en Lasko, 3.000 cadáveres;
en Reichelburg, 1.000 cadáveres;
en Kostenjevica, 7.000 cadáveres;
en Crna, 3.000 cadáveres;
en Kamnik, 1.000 cadáveres;
en Zagreb, once enormes fosas conteniendo unos 80.000 cadáveres;
en Cracano, 2.000 cadáveres;
en Sosice, 3.000 cadáveres;
en Vrgin Most, 7.000 cadáveres,
en Dubocac, unos 2.000 cadáveres;
en Patravski-Klostar, 2.000 cadáveres;
en Virovitica, 2.000 cadáveres;
en Butmir-Kasindon, 2.000 cadáveres;
en Kravarski, 5.000 cadáveres;
en Bjelovar, 8.000 cadáveres;
en Nasice, 4.000 cadáveres;
en Backi Jara, 5.000 cadáveres;
en Vrach, 2.500 cadáveres.
Henos aquí ante un super-Katyn que, por su crueldad y su aterradora extensión es absolutamente único. Esas fosas colectivas se extienden sin interrupción desde la frontera austro-yugoeslava hasta la frontera yugoeslavo-rumana. Es de notar que el Gobierno yugoeslavo nunca ha negado la veracidad de los hechos. Cuando el titulado "Comité de Investigaciones sobre la Tragedia de Bleiburg ", presidido por los profesores universitarios norteamericanos John Prcela y Joseph Hesimovic, denunció el caso de Bleiburg a las Naciones Unidas, el delegado yugoeslavo respondió cínicamente que a los muertos había que enterrarlos, y que por eso se encontraban tantas fosas con cadáveres en territorio yugoeslavo.
Sólo nos resta añadir, antes de cerrar la exposición de los crímenes de los buenos en Yugoeslavia, que los principales acusados por el Comité de Investigaciones sobre la Tragedia de Bleiburg fueron Koca Popovic y Dusan Kvedr, aparte, naturalmente, el Mariscal Tito. Pues bien: Popovic fue Ministro de Asuntos Exteriores de Yugoeslavia y Kvedr embajador de Yugoeslavia en Bonn. No cabe duda: cuando mandan los buenos el Crimen paga buenos dividendos. Un ejemplo más: el "general" partisano Holjevac, especialista en el exterminio de soldados y civiles italianos en la zona de Trieste, fue nombrado Alcalde de Zagreb.
Metallica-Creeping Death
http://www.youtube.com/watch?v=R455D6ecyxo
La región del Bánato se extiende a lo largo de los Alpes de Transilvania, el Danubio y los ríos Tisza y Mures. En los tiempos de dominio turco, el Bánato, de ser una región fértil y próspera había pasado a convertirse en lugar desolado, por tal motivo hubo que recurrir a colonos alemanes que contribuyeron a su recuperación. Al final de la I Guerra Mundial, el Bánato, pese a constituir una unidad geográfica y económica, fue repartido entre Yugoeslavia, Hungría y Rumania.
...la "moda" en el Bánato húngaro consistía en atar a los campesinos alemanes, extendidos sobre mesas, de pies y manos, y abrirles en canal con cuchillos, dejándoles desangrarse tal y como se hace con los cerdos en Francia y España. En Cernje, en el Bánato húngaro, todos los alemanes de la ciudad -unos 5.000- fueron, para empezar, apaleados.
No se libraron ni los ancianos ni los niños. Luego, gitanos armados iban de casa en casa y hacían saber a las mujeres alemanas que aún no habían sido ejecutadas a palizas, que las iban a violar, y luego a decapitar. La violación y la muerte de las alemanas de Crnje empezaron el 24 de Octubre de 1944. Muchas escaparon a esa suerte, suicidándose. Familias enteras se daban voluntariamente la muerte. El sacristán Johann Joldscheck fue muerto por desangramiento, de la manera ya descrita; antes se le hizo contemplar la violación de su mujer y sus dos hijas por varios gitanos y la decapitación de su hijo. No sigamos: toda la población alemana del Bánato, unas 200.000 personas, desapareció sin dejar rastro, pues tras las primeras orgías de asesinatos y torturas, los supervivientes fueron enviados hacia el Este, probablemente a Rusia, a pié.
En Polonia, la minoría alemana huyó, en su mayor parte, antes de la llegada del Ejército Rojo. Se calcula que sólo unos treinta y cinco mil civiles alemanes permanecieron en sus hogares en Polonia. Prácticamente todos fueron internados en el campo de concentración de Lamsdorf, donde el tratamiento que recibieron fue similar al descrito cuando nos ocupamos de los campos de concentración checos y yugoeslavos. Una particularidad de los polacos -o, en todo caso, de la chusma desmandada- consistía en el ensañamiento con mujeres y niños. Según el Doctor Esser, superviviente que logró evadirse a Alemania Occidental, seiscientos de los ochocientos niños que había en Lamsdorf murieron de inanición y malos tratos, aunque la mayoría de niños fueron llevados en camiones hacia el Este y nunca volvió a saberse de ellos. A los sacerdotes les estaba prohibido ejercer su ministerio. El cura católico de Lamsdorf rehusó en varios ocasiones la Extremaunción a detenidos moribundos, tal era el odio "racista" de ese hombre, sistemáticamente atizado por la propaganda oficial .
En fin, si quereis saber más, aquí:
https://www.revisionismo.net/es/lnk/bochcb.htm