Yo ya he dicho a mi familia que si algún día aparezco descalabrado contra un coche debajo de mi ventana es porque me ha empezado a doler con fuerza alguna parte de entre la boca del estómago y la pierna y no he tenido suficientes redaños para enfrentarme a un mes de torturas hospitalarias. Puede sonar a broma, pero lo digo totalmente en serio y están más o menos resignados.
Extremidades rotas y amputadas, tumores en la cabeza, tubos por la boca, migrañas, colocación de hombro y codos, duele, sí, pero todo lo que te hacen es digno, sincero y cristiano. Es más, desde hace unos meses me han salido una especie de bulto-durezas en seis dedos del pie, temo que sean tumores y el día que vaya a mirármelo lo haré con toda alegría, aún a riesgo de terminar como Juanito Oiarzabal.
Eso sí, tubos, videocámaras y focos por el culo y polla; cuchillos que te rajan las vísceras y demás "tratamientos" propios del medievo, no me voy a dejar hacer. Prefiero curarme una leucemia con sanguijuelas que me introduzcan una jeringa con una punta del diámetro de un céntimo de euro por el capullo para verme las amígdalas.