(Me ha quedado un ladrillo de mil pares de cojones, suerte a los que emprendéis su lectura)
Hola otra vez, queridos hamijos.
Acabo de volver de Amsterdam, donde he estado de sábado a martes. Tomé setas sábado, domingo y lunes, con resultados dispares. Os cuento:
-El sábado por la tarde caminando por el Barrio Rojo me decido a entrar en una Smart Shop a adquirir los hongos mágicos. Me atiende un hombre bastante siniestro y me recomienda tomar las siguientes setas, 10 gramos:
Tras pagar los 11,50 euros que costaban me dirijo al hotel. Llevaba todo el día caminando y estaba cansado, así que decido tomar un rico zumo de naranja antes de ir a la habitación. Una vez ingerido, voy a la habitación y procedo a abrir la cajita. Dentro, había unas cosas que parecían heces secas de sudanés. Ayudándome de agua, consigo tragar casi todas, dejando unos pequeños restos para tomarme más tarde según como me encontrase. Pasa como una hora y nada. Me tomo el resto. Pasan dos horas. Nada de nada.
Decepcionado, salgo a dar una vuelta y decido entrar en otro smartshop a preguntar al colgado de turno qué cojones pasa. Me interroga sobre lo que he hecho antes de tomarlas, llegamos al zumo de naranja y me dice: Bravo, has tomado el mejor antídoto contra el efecto de las setas, por la vitamina C y el azúcar, todo esto descojonándose con razón de mi ignorancia. También me dijo que tenía que masticar bien aquella mierda infecta, algo que no había hecho. Aguanto y decidido, adquiero otra caja de la misma clase para el día siguiente. 11 euros tirados al canal ese día.
-Domingo: Tras comer muy pronto, a las 19 o así intento embarcarme en otro viaje, con el estómago vacío y sin haber tomado zumos de naranja. Me las como. Las mastico. Puedo decir sin temor a equivocarme que es probablemente la cosa más asquerosa que he comido en toda mi vida. Repugnante. Tras acabar y aguantar las arcadas, me tumbo un rato a relajarme y rezar por notar los efectos. Mi acompañante decide amenizarme la espera con una suculenta mamada. Me corro como un mirlo, ya había pasado un rato bastante largo. A la hora y media, seguía sin notar nada. Hasta la polla, le digo a ella que vayamos a dar una vuelta, que esto es un timo. Ella se va a la ducha y a maquillarse y a todas esas mierdas que hacen las mujeres que les llevan como media hora. Harto de esperar, salgo al balcón a ver la calle. Empiezo a pensar qué coño es lo que ha pasado, llegando a pensar cosas disparatadas como que mi salvaje eyaculación ha borrado el rastro de las setas en mi orgnaismo. De repente, empiezo a sentirme algo raro en el balcón. Entro en la habitación, me siento en la cama y empiezo a mirar el dibujo de la moqueta y a reírme como un sucnor.Convencido de que me lo estoy induciendo yo mismo, bajo al lobby con el portátil para acceder al wifi gratis mientras ella se acaba de preparar. Allí, me doy cuenta de que veo las cosas un poco raras. Estoy mirando el correo y descojonándome sin parar. Enfrente de mí, se sienta una tía absolutamente increíble, la miro casi babeando y me empiezo a descojonar. Se va del lobby. Yo sigo a lo mío.
Mi
compañera finalmente baja al lobby y se sienta conmigo a mirar su correo también. Me empiezo a reír de sus emails y me dice que si estoy gilipollas. Ahí es cuando empiezo a tomar conciencia de que estoy en un estado bastante alterado. Salimos del hotel y un festival de sonidos y colores se apodera de mí. Mis andares se resentían, notaba como si algo me tirase hacia abajo, haciéndome andar como Groucho Marx. Había unas obras en la plaza Dam que emitían un zumbido que se multiplicaba por mil en mi cabeza. Vamos al barrio rojo y empiezo a fliparlo con todos los carteles luminosos. Tras un buen rato así, volvemos a la Plaza Dam y allí me quedo embobado mirando esta estatua:
Decidimos volver al hotel, pasando antes por un mcDonald's. Entramos. Una cola de cojones. De repente, empiezo a sentir un calor infernal, agobiante, irrespirable. Mi ex me dice que qué cojones me pasa, que estoy muy rojo. Yo ardía, rompí a sudar en 10 segundos lo que no he sudado en mi vida. Empiezo a apestar preocupantemente. Me voy de allí porque no podía más. Ya en la habitación, más fresco, me zampo la mierda que había comprado, saboreando un Big Mac por primera vez, en lugar de engullirlo como hago habitualmente. La moqueta del suelo me seguía fascinando. Los pies de mi ex parecen estar vivos y les ofrezco unas patatas. Ella se va al baño. Durante ese rato, que no sé cuánto fue, estuve mirándome en el espejo, y fue cuando alcancé el clímax, yo creo. Me veía a mí mismo con la cara deformada, como si se me derritiese. Lo más acojonante fue cuando vi cómo mi cara se hacía más y más joven, llegando a tener el aspecto que tenía cuando era niño.
A partir de ahí comenzó el bajón, que solucioné con una ducha y un trago de zumo de naranja cuya efectividad había probado el día anterior
. En la ducha aún estaba algo tocado y cuando cerraba los ojos, veía una oscuridad total, un negro infinito que me asustaba un poco.
-Lunes: me apetecía repetir la experiencia del día anterior así que adquirí otra caja de la misma clase. Todavía con más asco que el domingo, mastiqué e ingerí aquella mierda infecta. Tardó bastante tiempo en hacerme efecto, y éste fue diferente, probablemente porque no salí de la habitación. Notaba una relajación bastante grande y la más mínima chorrada me provocaba una fijación. Notaba otras cosas que tampoco alcanzo a describir, eran como oleadas de
algo a través de mis venas y mis músculos. Hubo poco más que eso. Ya mucho más tarde, zumito de naranja y a dormir. No alcanzo a comprender qué pasó este último día, por qué tuvo tan poco efecto.
Y ésta, hamijos, fue mi experiencia con las setas en Amsterdam.