Pero qué cojones, un momento. ¿El de la camisa a cuadros está poniendo la mano, con ese gesto tan cursi de hacer una cazoleta y evitar manchar de migas al comer o probar la sopa? No me jodáis, no me jodáis. Que Sayko parecía medio sarasa cuando la llamada de Herodes y ojo que el que tiene al lado pudiera ser su novio de la infancia. Y encima Saykin con una pulsera, ¿qué clase de niño usa pulseras? Yo os lo diré, esa clase de niños que están atrapados en un cuerpo que les es extraño.
Es que además se ve que no hay ninguna tensión sexual entre el cumpleañeros y las niñas que tienen en los flancos. Un forero normal estaría sudando y con cara de pánico por tener hembras invadiendo su espacio vital.
Fijaos en las hermanas, están serias, ese par de ellas ya han hablado más de una vez, cuando apagan la luz del cuarto y con cuchicheos para que les sientan los padres, lo maricones que son tanto Sayko como su amigo/primo. Las niñas se adelantan al despertar sexual y están más espabiladas y ya les tienen más que calados al par de palomos. Ahí no hay nada que rascar, todo el dinero del padre de Sayko, los negocios hosteleros en Santander y las tierras de Asturias; inalcanzable para ellas. Por dote no lo pillan, solo les queda sacarle toda la pringue que puedan en los cumpleaños y cuando vayan al restaurante a comer de gratis.
Porque esa es otra, me cago en Dios, si eso parece las bodas de Camacho. Una Mirinda con pajita, ojo al detalle homo, para cada uno, hay hasta un cesto con rebanadas de pan. Lo cual quiere decir que no solo se agasajó con dulces y chuches, sino que además había comida contundente como para dar de comer a un regimiento. Tortilla de patatas, huevos rellenos, cuñas de queso, lonchas finas de jamón del bueno (no como el de Armin) y demás delicatessen que mi mente no puede ni imaginar por razones obvias. Ahí hay mucho nivel y mucha pasta, joder, no hay más que mirar lo sanos que están los críos y cómo les brilla el pelo. A cualquier forero de pueblo que haya ido alguna vez al mercado de bestias sabe que un animal al que le brilla el pelo es un animal sano, joven y fuerte.
Siempre oí que en el norte se ataban los perros con longanizas, ahora lo veo. En los cumples de mi infancia, a los que me invitaban, que no eran muchos tampoco. En mis recuerdos hay una jauría de niños desaliñados con pelos grasientos y ojos vivarachos como ratoncillos que están oliendo queso pero hay algo que les mosquea. Gusanitos, patatas fritas, cortezas, revuelto de frutos secos, y en los de la gente más pudiente ponían unos triángulos de sangüis que se acababan rápido, de paté o nocilla. Con mucha suerte un vaso por cabeza de Cocacola de 2 L y un cacho tarta en una servilleta y después de cantar el cumpleaños feliz echaban al tropel a tomar por culo a correr al campo de fútbol o a jugar en medio de la calle a "matados", poli y ladrón, el escondite o lo que las niñas dijesen que para eso tenían más iniciativa.
Ni un puto rasguño, ni una puta postilla, ¿dónde está ahí el niño con el remolino indomable de la coronilla?, ¿o el gafotas gordo por una mala alimentación al estar su padre en paro y gastándose el dinero del PER en los bares?, ¿o Laurita, la niña repelente con el pelo eternamente grasiento que por más hostias que le dabas no se callaba nunca? Es que miro y no veo a Rubén, el ansia de la panda que desde que entraba hasta que salía comía a dos carrillos como una hiena que ve a lo lejos acercarse a los leones y hasta que no estén a dos metros no deja de engullir del búfalo muerto. Rubén saldría en esa foto rumiando, no iba a perder bocado por posar para el álbum de la madre.
Supongo que todos los de esa foto a día de hoy tendrán su Mercedas SUV, su Porsche clásico y sus mascotas exóticas en sus chalet. Y los niños de mis cumpleaños tendrán su Berlingo con puerta lateral, su ford fiesta de los ochenta que todavía anda y sus gallinas y sus guarros en el corral del pueblo para la matanza.