Me ha hecho mucha gracia este hilo -ahora aflorado y que desconocía-, en especial el creador del mismo, y ahí va una serie de experiencias, en principio desconexas, pero que vomito aquí:
I.- Cuando tenía unos quince años, mi íntimo amigo de infancia y primera adolescencia, me dijo exactamente lo mismo que dice el iniciador del tema: que había notado que, haciéndose menos pajas, notaba que las tías se le mostraban más "receptivas". Creo que eso vino a su mente por ciencia infusa; de otro modo, me habría contado que alguien se lo dijo.
Huelga decir que no consiguió ninguna coyunda, o acto sexual alguno, aplicando esa técnica.
II.- Siguiendo con la adolescencia, otro amigo (ahora un respetable científico investigador) se propuso no hacerse pajas durante un tiempo determinado; incluso elaboró una estadística, uniendo los puntos y consiguiendo una gráfica.
En realidad, no recuerdo lo que perseguía con tal actitud; en cuanto tenga la ocasión (está casado y con niños), se lo recordaré.
III.- Hará veinte años, al menos, que leí a cierto intelectual/escritor, ya entrado en fase madura (de verdad), a resultas de una entrevista: "Cuando se apaga la luz de abajo, se enciende la de arriba".
IV.- Leído en una entrevista con algún dirigente sacerdotal de ésta, nuestra Iglesia Apostólica y Romana: los sacerdotes, con la castidad, lo que en realidad hacen, es "sublimar" el sexo. Todavía sigo pensando en pos de quién (sí, dios).
Pero que se lo cuenten a los miles de niños y niñas (y aquí masculino y femenino no es progresía del lenguaje) que siguen siendo atropellados, abusados, violados...
V.- Para los que entiendan de fútbol: ¿no era que, en las concentraciones prepartidos, recomendaban los entrenadores no tener sexo alguno, y que en absoluto nada de mujeres, fueran las propias o extrañas?
VI.- El ataque sistemático a la masturbación, originaria De la Iglesia católica (aduciendo males horribles a quien se masturbara, e incluso a llegar, en colegios católicos, a hacer dormir a los niños y adolescentes con una especie de camisón, estilo casa de locos, para que no pudieran tocarse...
VII.- El consiguiente desprecio porque un hombre, a partir de cierta edad a partir de la adolescencia, se hiciera pajas. Ojo, viniendo de los propios hombres.
En mis tiempos, oí reiteradamente por parte de un conocido que Juan Manuel de Prada tenía pinta de palillero compulsivo, argumento "ad hominem" para desprestigiarlo. Argumento que es de todo punto innecesario, puesto que tal señor ya se desprestigia por sí mismo, por supuesto.
VIII.- La influencia del porno en la vida sexual de los hombres, aumentada exponencialmente mediante Internet.
Ya hubo un hilo interesante acerca de la cuestión. Es cierto que, con mis dieciséis o veintipico años, antes del acceso masivo a Internet, naturalmente no se me ocurría la idea de correrse uno en una lengua, en unas gafas o en las orejas de una tía. Tampoco maniatarla o darle de hostias, violencia que abomino; sí, en cambio, veo natural que, estando a cuatro patas, a uno le den ganas de darle cachetes en el culo, por ejemplo.
No insistiré más en esta cuestión, porque es de sobra comentada. (Pero qué rico correrse en la lengua cofortable y acogedora, húmeda, de una mujer).
IX.- Hasta ahora no he entrado en las causas y efectos, como ILG, Sir Ano, etc., que tan lúcidamente han puesto la mirada en causas y efectos, y con los que tan acuerdo estoy.
Cuando iba, en teoría, a hacerme la Confirmación, no podía evitar reírme del señor del Opus Dei (casado, pero con voto de castidad, foto con el Papa inclusive) que nos formaba para tal evento; risas tales que provocaban que me dijera: "sal un rato a la calle y oxigénate". Ni qué decir tiene que lo dejé y no estoy confirmado. (Añado: en verano venía su sobrina, una morenas soberbia, con minifaldas que echaban p'atrás, follable hasta el infinito).
X.- Estando ahora en los cuarenta y pico, tengo períodos de desidia, conllevados con indolencia hacia el sexo (sin dejar de mirar y desear, claro). No obstante, de vez en cuando, tengo unas semanas en las que la líbido emerge cual géiser, una fuerza difícilmente incontrolable que aplaco con masturbaciones; algunas, sí, impulsivas. No creo que ello, ni el porno, hayan cambiado en mí la sociabilidad ni la necesidad de conocer y follar a las mujeres.
Es cierto, como bien indican ciertos conforeros, que puede haber relación entre asociabilidad-depresión-aislamiento y pajerío; no seré yo quien lo niegue, puesto que en algún momento de lucidez, por el estado circunstancial de mi vida, no me haya visto en tal situación. Lo que niego es la mayor, a saber: la tesis del creador del tema.
Y, como bien dicen las mentes lúcidas que, afortunadamente, aquí tenemos, hay que atacar la causa, no el síntoma. A ellos les he dado el triste like que no engloba la enjundia de lo que realmente me ha parecido sensato, lúcido y cabal.
Me despediré, después de esta salmodia cansina, añadiendo otro ítem, esta vez muy personal:
Durante un tiempo conviví con una chica, años ha. Cuando no le apetecía follar, en la noche, me decía que me hiciera una paja yo solo, que la podía tocar, pero que ella se iba a dormir; jamás he recibido ofensa alguna, y tan desagradable, de una mujer: por supuesto; en tales ocasiones, en las que no la podía echar de mi cama y menos de mi casa, me disponía a dormir. En otra ocasión, me pilló por intuición que me estaba pajeando con porno, justo cuando volvía de no sé dónde. Por supuesto, duramos poco.
Gracias.