No te fumes un porro es mi recomendación. Si nunca has fumado porros y si además no sabes fumar, no te conviene probarlos porque igual te jodes la tarde. Vete al cofishop a tomarte una cerveza, no al fumeque. En los cofishops no te encontrarás más que gentuza, por otro lado.
Como toda la ciudad, el Barrio Rojo es muy chulo, aunque se parece más a una atracción turística, a una especie de zoo callejero, que a otra cosa. La gente recorre sus calles como en una procesión mirando los escaparates. Algunas tías están bien buenas; otras son auténticos mostros.
Te recomiendo la visita al Rikjsmuseum, hogar de muchas obras maestras de la pintura flamenca, y si dispones de tiempo ir a La Haya (está a cuarenta minutos en tren) a visitar la Mauritshuis, que también tiene sus buenas obras maestras, incluyendo varios Vermeer. Vermeer es dios.
En general la ciudad a mí me encantó, me sorprendió para bien a todos los niveles, y no me importaría irme a vivir ahí porque conjuga belleza, calidad de vida, pujanza económica y oferta de ocio de primera categoría sin ser una ciudad inabarcable como Londres, y además todo está cerca porque es pequeña.
Las holandesas son muy altas y están bastante buenas. Desgraciadamente los españoles no gozamos de excesiva buena fama por allí. Entre lo del Duque de Alba, las legiones de porreros mangutas que han estado yendo allí durante décadas y que les ganamos el Mundial nos tienen un poco de ojeriza. Si quieres tocarle los cojones a un holandés y dejarle hundido en la miseria recuérdale lo del Mundial, les sienta a cuerno quemao. También tienes muestra de mujeres de otras partes del mundo, desde eslavas preciosas hasta negras si te sientes un poco zoólogo.
No te preocupes, como en todos sitios también hay cuarentonas de saldo a las que poder hincarle el diente. Vete poniendo las capturas de los matches de Tinder, ya te señalamos cuál es el desecho de tienta que más te interesa.