Pero es que ni siquiera le hace falta que tenga veinte años. Una tía de treinta y uno o treinta y dos, sin cargas familiares, soltera y con ganas de pareja estable puede perfectamente querer una relación con un tipo doce años mayor, que siendo diferencia no son tantos si ambos se encuentran en momentos vitales semejantes y comparten proyecto de vida futura.
El problema de Truño es que él, a esas, ni las mira. Para empezar las busca donde no están. Luego se dedica a perder el poco tiempo que le queda con estos desechos de tienta de tatuaje lomero, tetas de goma y más ferias que El Litri. Si por algún azar de la vida le llegase una de treinta y uno, inmediatamente se acochinaría y tiraría a por la de cuarenta y nueve.
Esto también.
No, hace diez años tenía diecitantos.
Y sí, todo el mundo sabe que soy muy de pagar cenas. Vete al hilo de más abajo y me verás abogar por el pagacenismo