Ayer, mi hija de 3 años me pidió que le leyera un cuento. Yo, como padre imaginativo que soy normalmente no les leo los cuentos, sino que me los invento. Me gusta ir creándoles una fantasía en función de su estado de ánimo, jugando con los acontecimientos que se que les gustan, e incorporarlos a la trama del hilo.
El caso es que ayer no me apetecía inventar nada y como en breve mi hija tendrá que familiarizarse poco a poco con la lectura, decidí contarle el cuento que traía entre sus manitas.
El cuento era "Hansel y Gretel", todo un clásico que yo recordaba con cariño. Era una edición infantíl con ilustraciones. Empecé a leerle el cuento que por decía así... (literal ya que lo voy a copiar del mismo)
Junto a un bosque muy grande vivía un pobre leñador con su mujer y dos hijos; el niño se llamaba Hänsel, y la niña, Gretel. Apenas tenían qué comer, y en una época de carestía que sufrió el país, llegó un momento en que el hombre ni siquiera podía ganarse el pan de cada día. Estaba el leñador una noche en la cama, cavilando y revolviéndose, sin que las preocupaciones le dejaran pegar el ojo; finalmente, dijo, suspirando, a su mujer: - ¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo alimentar a los pobres pequeños, puesto que nada nos queda? - Se me ocurre una cosa -respondió ella-. Mañana, de madrugada, nos llevaremos a los niños a lo más espeso del bosque. Les encenderemos un fuego, les daremos un pedacito de pan y luego los dejaremos solos para ir a nuestro trabajo. Como no sabrán encontrar el camino de vuelta, nos libraremos de ellos. - ¡Por Dios, mujer! -replicó el hombre-. Eso no lo hago yo. ¡Cómo voy a cargar sobre mí el abandonar a mis hijos en el bosque! No tardarían en ser destrozados por las fieras. - ¡No seas necio! -exclamó ella-. ¿Quieres, pues, que nos muramos de hambre los cuatro? ¡Ya puedes ponerte a aserrar las tablas de los ataúdes! -. Y no cesó de importunarle hasta que el hombre accedió-. Pero me dan mucha lástima -decía. Los dos hermanitos, a quienes el hambre mantenía siempre desvelados, oyeron lo que su madrastra aconsejaba a su padre. Gretel, entre amargas lágrimas, dijo a Hänsel: - ¡Ahora sí que estamos perdidos! - No llores, Gretel -la consoló el niño-, y no te aflijas, que yo me las arreglaré para salir del paso.
...............
A las primeras luces del día, antes aún de que saliera el sol, la mujer fue a llamar a los niños: - ¡Vamos, holgazanes, levantaos! Hemos de ir al bosque por leña-. Y dando a cada uno un pedacito de pan, les advirtió-: Ahí tenéis esto para mediodía, pero no os lo comáis antes, pues no os daré más. Gretel se puso el pan debajo del delantal, porque Hänsel llevaba los bolsillos llenos de piedras, y emprendieron los cuatro el camino del bosque.
..............
Cuando estuvieron en medio del bosque, dijo el padre: - Recoged ahora leña, pequeños, os encenderé un fuego para que no tengáis frío. Hänsel y Gretel reunieron un buen montón de leña menuda. Prepararon una hoguera, y cuando ya ardió con viva llama, dijo la mujer: - Poneos ahora al lado del fuego, chiquillos, y descansad, mientras nosotros nos vamos por el bosque a cortar leña. Cuando hayamos terminado, vendremos a recogeros. Los dos hermanitos se sentaron junto al fuego, y al mediodía, cada uno se comió su pedacito de pan. Y como oían el ruido de los hachazos, creían que su padre estaba cerca. Pero, en realidad, no era el hacha, sino una rama que él había atado a un árbol seco, y que el viento hacía chocar contra el tronco. Al cabo de mucho rato de estar allí sentados, el cansancio les cerró los ojos, y se quedaron profundamente dormidos.
..................
Anduvieron toda la noche, y llegaron a la casa al despuntar el alba. Llamaron a la puerta y les abrió la madrastra, que, al verlos, exclamó: - ¡Diablo de niños! ¿Qué es eso de quedarse tantas horas en el bosque? ¡Creíamos que no queríais volver! El padre, en cambio, se alegró de que hubieran vuelto, pues le remordía la conciencia por haberlos abandonado. Algún tiempo después hubo otra época de miseria en el país, y los niños oyeron una noche cómo la madrastra, estando en la cama, decía a su marido: - Otra vez se ha terminado todo; sólo nos queda media hogaza de pan, y sanseacabó. Tenemos que deshacernos de los niños. Los llevaremos más adentro del bosque para que no puedan encontrar el camino; de otro modo, no hay salvación para nosotros. Al padre le dolía mucho abandonar a los niños, y pensaba: «Mejor harías partiendo con tus hijos el último bocado». Pero la mujer no quiso escuchar sus razones, y lo llenó de reproches e improperios. Quien cede la primera vez, también ha de ceder la segunda; y, así, el hombre no tuvo valor para negarse.
.........................
Entrad y quedaos conmigo, no os haré ningún daño. Y, cogiéndolos de la mano, los introdujo en la casita, donde había servida una apetitosa comida: leche con bollos azucarados, manzanas y nueces. Después los llevó a dos camitas con ropas blancas, y Hänsel y Gretel se acostaron en ellas, creyéndose en el cielo. La vieja aparentaba ser muy buena y amable, pero, en realidad, era una bruja malvada que acechaba a los niños para cazarlos, y había construido la casita de pan con el único objeto de atraerlos. Cuando uno caía en su poder, lo mataba, lo guisaba y se lo comía; esto era para ella un gran banquete.
En este punto del cuento he tenido que dejar de leérselo a mi hija que tenía los ojos como platos y una cara de susto que no puedo describiros. He decidido inventarme uno de una ardilla jugetona a la que un pajarito ayudaba a recolectar nueces.
Pero mi hija, que para su corta edad es bastante despierta, ha empezado a acosarme con preguntas del tipo..
Papi, ¿porqué los padres de Hansel y Gretel los querían abandonar en el bosque?
Papi, ¿las brujas se comen a los niños?
Papi, ¿las personas se comen?
y así hasta el infinito.
El caso es que después de acostarla empecé a tratar de recordar los cuentos infantiles que me leían en mi infancia y eran básicamente los mismos que hay ahora, pero yo no los recordaba tan crueles.
Cojones, que los padres en vez de buscarles un orfanato o un convento de monjitas donde darlos en adopción, lo que planean es dejarlos en un bosque para que se los coman las fieras, y no contentos con ello, una vez que vuelven a casa, les hacen sentirse culpables y a la mínima vuelven a abandonarlos a su suerte del mismo modo. Mas que un cuento infantíl parece el guión de una película de terror.
Pero no satisfecho con este me pongo a buscar mas cuentos infantiles de mis hijos y a cada cual mas triste y sangriento...
El rey león, en él el padre de Simba es asesinado por su propio hermano que busca reinar y luego trata de asesinar también a Simba por ser el primogénito.
La sirenita. Se enamora de un príncipe y una bruja le concede las piernas a cambio de su voz, solo puede recuperar la voz si se casa con él, pero cuando llega a buscarle se acaba de casar con otra, al final se tira por un barranco.
El caso es que todos hemos crecido con ese tipo de cuentos ya que son universales y no tenemos ninguna tara psicológica...
Y no tenemos ninguna tara psicólogica...
Ninguna...
Esto...
CARIÑOOOO, QUEMA TODOS LOS CUENTOS DE LOS NIÑOS, QUE NO QUEDE NI UNO...
Clon de Cancer... ¿a ti que te contaban?
El caso es que ayer no me apetecía inventar nada y como en breve mi hija tendrá que familiarizarse poco a poco con la lectura, decidí contarle el cuento que traía entre sus manitas.
El cuento era "Hansel y Gretel", todo un clásico que yo recordaba con cariño. Era una edición infantíl con ilustraciones. Empecé a leerle el cuento que por decía así... (literal ya que lo voy a copiar del mismo)
Junto a un bosque muy grande vivía un pobre leñador con su mujer y dos hijos; el niño se llamaba Hänsel, y la niña, Gretel. Apenas tenían qué comer, y en una época de carestía que sufrió el país, llegó un momento en que el hombre ni siquiera podía ganarse el pan de cada día. Estaba el leñador una noche en la cama, cavilando y revolviéndose, sin que las preocupaciones le dejaran pegar el ojo; finalmente, dijo, suspirando, a su mujer: - ¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo alimentar a los pobres pequeños, puesto que nada nos queda? - Se me ocurre una cosa -respondió ella-. Mañana, de madrugada, nos llevaremos a los niños a lo más espeso del bosque. Les encenderemos un fuego, les daremos un pedacito de pan y luego los dejaremos solos para ir a nuestro trabajo. Como no sabrán encontrar el camino de vuelta, nos libraremos de ellos. - ¡Por Dios, mujer! -replicó el hombre-. Eso no lo hago yo. ¡Cómo voy a cargar sobre mí el abandonar a mis hijos en el bosque! No tardarían en ser destrozados por las fieras. - ¡No seas necio! -exclamó ella-. ¿Quieres, pues, que nos muramos de hambre los cuatro? ¡Ya puedes ponerte a aserrar las tablas de los ataúdes! -. Y no cesó de importunarle hasta que el hombre accedió-. Pero me dan mucha lástima -decía. Los dos hermanitos, a quienes el hambre mantenía siempre desvelados, oyeron lo que su madrastra aconsejaba a su padre. Gretel, entre amargas lágrimas, dijo a Hänsel: - ¡Ahora sí que estamos perdidos! - No llores, Gretel -la consoló el niño-, y no te aflijas, que yo me las arreglaré para salir del paso.
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A las primeras luces del día, antes aún de que saliera el sol, la mujer fue a llamar a los niños: - ¡Vamos, holgazanes, levantaos! Hemos de ir al bosque por leña-. Y dando a cada uno un pedacito de pan, les advirtió-: Ahí tenéis esto para mediodía, pero no os lo comáis antes, pues no os daré más. Gretel se puso el pan debajo del delantal, porque Hänsel llevaba los bolsillos llenos de piedras, y emprendieron los cuatro el camino del bosque.
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Cuando estuvieron en medio del bosque, dijo el padre: - Recoged ahora leña, pequeños, os encenderé un fuego para que no tengáis frío. Hänsel y Gretel reunieron un buen montón de leña menuda. Prepararon una hoguera, y cuando ya ardió con viva llama, dijo la mujer: - Poneos ahora al lado del fuego, chiquillos, y descansad, mientras nosotros nos vamos por el bosque a cortar leña. Cuando hayamos terminado, vendremos a recogeros. Los dos hermanitos se sentaron junto al fuego, y al mediodía, cada uno se comió su pedacito de pan. Y como oían el ruido de los hachazos, creían que su padre estaba cerca. Pero, en realidad, no era el hacha, sino una rama que él había atado a un árbol seco, y que el viento hacía chocar contra el tronco. Al cabo de mucho rato de estar allí sentados, el cansancio les cerró los ojos, y se quedaron profundamente dormidos.
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Anduvieron toda la noche, y llegaron a la casa al despuntar el alba. Llamaron a la puerta y les abrió la madrastra, que, al verlos, exclamó: - ¡Diablo de niños! ¿Qué es eso de quedarse tantas horas en el bosque? ¡Creíamos que no queríais volver! El padre, en cambio, se alegró de que hubieran vuelto, pues le remordía la conciencia por haberlos abandonado. Algún tiempo después hubo otra época de miseria en el país, y los niños oyeron una noche cómo la madrastra, estando en la cama, decía a su marido: - Otra vez se ha terminado todo; sólo nos queda media hogaza de pan, y sanseacabó. Tenemos que deshacernos de los niños. Los llevaremos más adentro del bosque para que no puedan encontrar el camino; de otro modo, no hay salvación para nosotros. Al padre le dolía mucho abandonar a los niños, y pensaba: «Mejor harías partiendo con tus hijos el último bocado». Pero la mujer no quiso escuchar sus razones, y lo llenó de reproches e improperios. Quien cede la primera vez, también ha de ceder la segunda; y, así, el hombre no tuvo valor para negarse.
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Entrad y quedaos conmigo, no os haré ningún daño. Y, cogiéndolos de la mano, los introdujo en la casita, donde había servida una apetitosa comida: leche con bollos azucarados, manzanas y nueces. Después los llevó a dos camitas con ropas blancas, y Hänsel y Gretel se acostaron en ellas, creyéndose en el cielo. La vieja aparentaba ser muy buena y amable, pero, en realidad, era una bruja malvada que acechaba a los niños para cazarlos, y había construido la casita de pan con el único objeto de atraerlos. Cuando uno caía en su poder, lo mataba, lo guisaba y se lo comía; esto era para ella un gran banquete.
En este punto del cuento he tenido que dejar de leérselo a mi hija que tenía los ojos como platos y una cara de susto que no puedo describiros. He decidido inventarme uno de una ardilla jugetona a la que un pajarito ayudaba a recolectar nueces.
Pero mi hija, que para su corta edad es bastante despierta, ha empezado a acosarme con preguntas del tipo..
Papi, ¿porqué los padres de Hansel y Gretel los querían abandonar en el bosque?
Papi, ¿las brujas se comen a los niños?
Papi, ¿las personas se comen?
y así hasta el infinito.
El caso es que después de acostarla empecé a tratar de recordar los cuentos infantiles que me leían en mi infancia y eran básicamente los mismos que hay ahora, pero yo no los recordaba tan crueles.
Cojones, que los padres en vez de buscarles un orfanato o un convento de monjitas donde darlos en adopción, lo que planean es dejarlos en un bosque para que se los coman las fieras, y no contentos con ello, una vez que vuelven a casa, les hacen sentirse culpables y a la mínima vuelven a abandonarlos a su suerte del mismo modo. Mas que un cuento infantíl parece el guión de una película de terror.
Pero no satisfecho con este me pongo a buscar mas cuentos infantiles de mis hijos y a cada cual mas triste y sangriento...
El rey león, en él el padre de Simba es asesinado por su propio hermano que busca reinar y luego trata de asesinar también a Simba por ser el primogénito.
La sirenita. Se enamora de un príncipe y una bruja le concede las piernas a cambio de su voz, solo puede recuperar la voz si se casa con él, pero cuando llega a buscarle se acaba de casar con otra, al final se tira por un barranco.
El caso es que todos hemos crecido con ese tipo de cuentos ya que son universales y no tenemos ninguna tara psicológica...
Y no tenemos ninguna tara psicólogica...
Ninguna...
Esto...
CARIÑOOOO, QUEMA TODOS LOS CUENTOS DE LOS NIÑOS, QUE NO QUEDE NI UNO...
Clon de Cancer... ¿a ti que te contaban?