el viejo dela montaña
Muerto por dentro
- Registro
- 20 Feb 2017
- Mensajes
- 25.000
- Reacciones
- 17.318
Uno de mis traumas, al menos el que mas tengo presente, es el de la ropa. En mi época la cuestión era gastar lo mínimo en la ropa de los hijos y a la vez tener reservado el disfraz de payaso para las grandes ocasiones.
Yo tenía ropa que había pasado por uno de mis tíos a otro tío de menor edad, luego a mi hermano y finalmente a mí (la cadena terminaba en mí), las coderas y rodilleras, las camisetas dadas de sí, tallas grandes y pequeñas (muchas veces a la vez) estaban al orden del día, y en eso daba igual el estatus social, mis padres eran funcionarios los dos con buenos sueldos. Antes no se tiraba el dinero, pero se llevaba al extremo con los hijos, no ibas a poner una buena manta para que duerman los cerdos, supongo que el pensamiento era algo así.
Eso no supuso mayor problema para mí, el infierno venía en los días señalados, en esos días ya no valían los chándales de algodón con rodillera, ese día había que aparentar y tocaba que tu madre te eligiera la ropa como si fueras un complemento. No importaba lo ridículo que estuvieras, solo que estuvieras limpio y aparentases ser de buena familia. Los padres no se metían en eso, su mundo era ajeno a todos esos detalles, si a la mujer se le había metido en el coño vestirte del payaso de mikolor, se sonreían y se decían para dentro pobre criatura y seguían a la suyo.
Recuerdo un día en especial, y eso se lo haré pagar en esta vida o en la otra, nos íbamos a mudar a otro barrio y ya había ido varias veces a ver nuestra nueva casa, tendría 8 años y ya había observado de que palo iban los infantes de la zona. Ese día se celebraba un desfile militar en el que desfilaba mi padre y yo quería presentarme en sociedad como alguien cool, estábamos ya a finales de los 80, nada ver con la imagen en blanco y negro de niños en pupitres de madera de los 70, como en la nueva casa no había nada, el panorama que me encontré es que mi madre me trajo una ropa adecuada para la ocasión, como si quisiera gastarme una broma pesada, consistía en un pantalón corto de estos que se estrechan en el dobladillo del final, de rayas horizontales amarillas y blancas, una camisa de cuello redondo con dobleces en el pesho y unos zapatos de mongui de charol típicos la época que no sabría como describir y calcetines blancos.
Me resistí sin demasiada determinación, la ropa costrosa que llevaba o la de mongui ostentoso, estaba claro que ella no iba acepar lo primero y en aquella época tocaba obedecer, estuve el tiempo obligatorio y necesario allí intentando no ser visto y en cuanto pude me metí en la nueva y vacía casa hasta que nos fuimos, manteniéndome alejado de los demás niños que ya iría conociendo después.
Y recuerdo aquel día, además de por la humillación sufrida, por no entender la razón de tener que ir de esa guisa a un sitio, independientemente de que la hijaputa tuviera un gusto atroz, cómo anteponía la imagen que ella creía que podía transmitir llevando a su hijo así, que el que yo estuviera pasando tan mal trago, hasta el punto de autoencerrarme. Quería presentarme como el amo del cotarro y me encontré con el disfraz de pintismonkis
Yo tenía ropa que había pasado por uno de mis tíos a otro tío de menor edad, luego a mi hermano y finalmente a mí (la cadena terminaba en mí), las coderas y rodilleras, las camisetas dadas de sí, tallas grandes y pequeñas (muchas veces a la vez) estaban al orden del día, y en eso daba igual el estatus social, mis padres eran funcionarios los dos con buenos sueldos. Antes no se tiraba el dinero, pero se llevaba al extremo con los hijos, no ibas a poner una buena manta para que duerman los cerdos, supongo que el pensamiento era algo así.
Eso no supuso mayor problema para mí, el infierno venía en los días señalados, en esos días ya no valían los chándales de algodón con rodillera, ese día había que aparentar y tocaba que tu madre te eligiera la ropa como si fueras un complemento. No importaba lo ridículo que estuvieras, solo que estuvieras limpio y aparentases ser de buena familia. Los padres no se metían en eso, su mundo era ajeno a todos esos detalles, si a la mujer se le había metido en el coño vestirte del payaso de mikolor, se sonreían y se decían para dentro pobre criatura y seguían a la suyo.
Recuerdo un día en especial, y eso se lo haré pagar en esta vida o en la otra, nos íbamos a mudar a otro barrio y ya había ido varias veces a ver nuestra nueva casa, tendría 8 años y ya había observado de que palo iban los infantes de la zona. Ese día se celebraba un desfile militar en el que desfilaba mi padre y yo quería presentarme en sociedad como alguien cool, estábamos ya a finales de los 80, nada ver con la imagen en blanco y negro de niños en pupitres de madera de los 70, como en la nueva casa no había nada, el panorama que me encontré es que mi madre me trajo una ropa adecuada para la ocasión, como si quisiera gastarme una broma pesada, consistía en un pantalón corto de estos que se estrechan en el dobladillo del final, de rayas horizontales amarillas y blancas, una camisa de cuello redondo con dobleces en el pesho y unos zapatos de mongui de charol típicos la época que no sabría como describir y calcetines blancos.
Me resistí sin demasiada determinación, la ropa costrosa que llevaba o la de mongui ostentoso, estaba claro que ella no iba acepar lo primero y en aquella época tocaba obedecer, estuve el tiempo obligatorio y necesario allí intentando no ser visto y en cuanto pude me metí en la nueva y vacía casa hasta que nos fuimos, manteniéndome alejado de los demás niños que ya iría conociendo después.
Y recuerdo aquel día, además de por la humillación sufrida, por no entender la razón de tener que ir de esa guisa a un sitio, independientemente de que la hijaputa tuviera un gusto atroz, cómo anteponía la imagen que ella creía que podía transmitir llevando a su hijo así, que el que yo estuviera pasando tan mal trago, hasta el punto de autoencerrarme. Quería presentarme como el amo del cotarro y me encontré con el disfraz de pintismonkis
Última edición: