Mi progenitor para sacarse unas perras extra tenía colmenas.
El caso es que todos los veranos me hacía ir a trabajar en uno de los peores trabajos que se pueden tener.
Por la mañana se iba al colmenar a "castrar las colmenas" que era ir a sacar los panales llenos de miel y sustituirlos por panales vacíos. Usando un ahumador para poder sacarlos sin que estuvieran llenos de abejas y guardarlos en el coche.
Mientras se hacía esto en pleno verano a 30 grados y con varias capas de ropa y guantes para que no te picaran las abejas. El caso es que siempre te picaba alguna, recuerdo mirar con pánico los guantes de cuero acartonado con decenas de aguijones clavados y que de vez en cuando atravesaba alguna abeja.
Pero no solo tenías miedo a que atravesaran los guantes, no sabéis lo que es que se te mueva un poco la careta y te entre una abeja dispuesta a picarte en los ojos , o dos o tres, y tú no poder hacer nada, ya que si te la quitabas todavía era peor, o empezar a correr por el monte presa del pánico mientras tu padre te echa encima la bronca por no seguir trabajando.
Y luego que se te bajara algún calcetín que te ponías por encima del mono y que entraran por el pantalón, pura diversión. Siempre iba aterrado, nunca recé tanto como aquellas largas horas a pleno sol sin poder si quiera beber un poco mientras el ruido ensordecedor de esos insectos apenas me permitía escuchar las órdenes de mi padre.
Algún verano conseguí librarme gracias a que me apuntara mi madre a natación u otras mierdas, pero ahí no acaba la cosa.
Según mi padre si andabas por entre las colmenas los meses que no se les quitaba la miel a las abejas no pasaba nada porque no picaban, (tenía razón, nunca me picaron en esas épocas) pero da igual el cabrón me mandaba tareas que me obligaban a recorrerme el colmenar de punta a punta caminando entre decenas de colmenas ,con los cojones de corbata.
La otra ocurrencia que tuvo para que le quitara el miedo a las abejas que el mismo me había metido en el cuerpo, fue durante las tareas de la tarde.
Si por la mañana se iba a por los panales, por la tarde tocaba usar el desoperculador que era una máquina infernal a la que tenía que estar dando a su manivela durante 5 o 6 horas seguidas.
Una cosa así pero sin motor y a manivela. Ya que los de motor eran muy caros:
Y si fuera solo por el trabajo monótono de mantener la vista fija en un punto durante toda la tarde mientras movía aquello, pues ni tan mal. El problema es que para meter los panales en el cacharro había que sacarlos de las colmenas "vacías" en las que los habíamos metido por la mañana.
Bueno pues como os podéis imaginar siempre quedaban abejas, aunque pocas, 1 o 2 por cuadro era perfectamente factible.
En cuanto cogía uno las abejas empezaban a volar por allí y se iban o bien a las ventanas, o te andaban al rededor. Para ponerle huevos al asunto, mi padre me hacía trabajar sin camiseta ni pantalones, solamente en calzoncillos, porque según él así les iba a quitar el miedo ya que dentro de casa y si no se las molestaba, no picaban (Otra verdad) , pero daba igual.
Imaginaros de críos estar en calzoncillos con abejas que te subían por los pies y te trepaban por las piernas, o corrían por tu espalda, se te enredaban en el pelo... mientras seguía con la vista fija en un punto rezando para que no tomaran ninguno de mis movimientos como una amenaza. Más miedo les cogí aún. Y aunque cumpliera con las tareas el pánico seguía ahí.
Por último nunca olvidaré las broncas como me viera pisar o matar alguna abeja, ya que son "ganado" y había que cuidarlas.
Lo mejor que me pasó fue llegar a la adolescencia y que una picadura me diera una reacción alérgica del copón y que el médico le dijera que no me podía seguir llevando a las colmenas porque me podía morir. Doy gracias a Dios por concederme esa alergia desde entonces.
A día de hoy no le tengo miedo a nada, excepto a escuchar el zumbido característico de una abeja a menos de 2 metros. Entonces empiezo a correr como una niña haciendo aspavientos y la gente que tengo al rededor me pierde todo el respeto.