Cuidado con subestimar a los barceloneses, cuentan con un as en la manga para las batallas, un arma estética de última generación
La segunda equipación.
La exposición de la retina a la intensa luz de la camiseta produce daños importantes en los dos tipos de células sensibles a la luz de nuestros globos oculares: los conos y los bastones.
La visión de semejante prenda desencadena una serie de reacciones químicas complejas en los madrileños o en cualquier ser humano con gusto en
el arte del vestir que conlleva en algunos casos la pérdida de capacidad para responder a estímulos visuales y en otros la completa destrucción de dichas células. En resumen: Nos quedamos ciegos.
Cuando en el fragor de la batalla, los barceloneses acusan las bajas, un plan B habitual es llevarla puesta por la ciudac de Madrid y provocar así la huida en estampida de comerciantes, soldados, turistas y demás gentes de bien de la villa.
Una reciente medida de protección improvisaba por nuestros soldados es la utilización de gafas con lentes de tereftalato de polietileno, popularmente conocidas como gafas de eclipse.
Hasta ahora no se ha podido averiguar el material del que está compuesto la temida prenda pero algunos científicos apuntan a compuestos químicos tan agresivos para el ser humano como lo son el uranio o el plomo.