Me niego a convertir esta reseña en una vulgar enumeración de referencias (a personajes, situaciones y mecanismos) a todo lo que es y ha sido el Cine de Género hasta el día de hoy, así como de las reflexiones y deconstrucciones que practica sobre ellas. No. Sería una injusticia para con tamaña obra maestra, para eso ya existen otras películas y barras de bar donde darse codazos con los colegas tras salir del cine. Pero, sobre todo, porque pasaría automáticamente al hacerlo a convertirme en un personaje más de la película. Uno de los conspiradores en la sombra, para mas oprobio. Hasta ese extremo hila de fino la película diseñada por Drew Goddard y Joss Whedon, por lo que creo que es más útil intentar desentrañar lo que hay detrás -que es mucho, muchísimo- que celebrar cada guiño que se haga.
Un grupo de jóvenes. Una cabaña. Advertencia previa. Amago de jaleo. Conato de movida en forma de susto. Se lía. Como siempre. Hay otra gente. Ellos no lo saben, pero da igual, van cayendo. Como tenía que ser. Como debía ser. Un teléfono rojo que suena. Un cableado que se ve. Una verja invisible electrificada que sólo se muestra al impactar contra ella. ¨Puto loco, tenía razón¨. Da igual ya lo que pase. Algo falla. Un ascensor. Hace el clásico movimiento descendente de todo elevador. Una mueca de incredulidad absoluta: ¨por qué mierdas se mueve ahora de forma lateral? ¿Dónde cojones estamos?¨. Los jóvenes conocen a los amos. Comienzan a comprender cómo funciona el mundo, pero ya es demasiado tarde, les da igual: saben quién gobierna en la sombra, pero también que existe EL HORROR, algo inconcebible en sus esquemas mentales.
El último acto de esta película, además de hacer las delicias de todo aficionado a la conspiranoia y de los enamorados de Funny Games y el horror Lovecraftiano que mostraba En La Boca Del Miedo -la premisa bien podría salir de la de Haneke, para finalizar como la de Carpenter- contiene una carga política que estalla tras ir sabiendo el espectador los tejemanejes de forma paulatina y los protagonistas de la ficción de forma repentina, tras albergar sospechas fundadas en indicios como la verja. Hay un momento en el que se les explica el plan, que en esencia consiste en que ellos mueran, en que sacrifiquen su vida, porque si, porque existen unos Dioses que sólo aplacarán su ira y sus ansias de dolor extremo para con los humanos si ellos mueren. Y se lo tienen que creer. Se lo dice quien velaba por que todo fuese bien, quien se encargaba de que muriesen según lo planeado. Ah. ¨Por supuesto, ahora mismo permitimos que nos matéis, no faltaba más.¨ Y una polla. Que os den por culo a vosotros y a la humanidad. Si nos matan, que sean ELLOS. Lágrimas en los ojos al ver algo tan transgresor y subversivo en una película de terror, de verdad. Al lado de esto Costa-Gavras es un pamplinas del 15M.
Este tramo final cuenta demás con una fuerza visual poderosísima. Al hecho de cambiar de interiores/exteriores oscuros (cabaña y aledaños) a los interiores iluminados del complejo desde donde se controla el percal hay que añadir imágenes concretas como la que muestra el travelling regresivo sobre el cubo de los seres del averno o el plano simétrico en el que dichos seres son liberados y matan a los equipos de contención de forma bella, con chorretones de sangre por doquier.
Ya lo sabéis, dudad de todo. Hasta las estructuras de la realidad no son lo que parecen. Y no lo digo yo, que también, sino una peliculaza con unos cojonazos de aúpa en la que sale un unicornio asesino.
(Nota: se me ocurre otra lectura donde los Dioses son todos los seres humanos que se han visto expropiados del fruto de su trabajo, viviendo en la miseria mientras otros pocos, los humanos de la peli, nadan en la abundancia; cada cierto tiempo los humanos/ricos en la vida real hacen un paripé que contenga a los Dioses/cada uno de nosotros para evitar un alzamiento con ira que derive en un derrocamiento de los primeros. Bah, qué chorrada.)