Yo flipo con liachu. Qué historietas y qué movidas y qué anécdotas y qué vivencias y qué sapiencia y qué mentiroso es el hijo puta. Siempre sabe de algún amigo o primo o familiar cercano que conoce a alguien que trabaja donde uno que una vez le pasó .... tal. Me cago en su putísima madre, en su hijo y en sus muertos.
Es que no puede evitar ser el centro de la conversación con una historia rocambolesca basada en hechos reales y que sea totalmente contrapuesta a lo dicho hasta entonces. Se podría decir que liachu es un revolucionario de las conversaciones, un tipo que echa por tierra todo lo hablado hasta el momento para abrir un nuevo camino donde el realismo mágico de la Galicia rural toma las riendas de unas sartas de mentiras desbocadas rebuznadas con perdigonazos y lengua de trapo dislexica.
Como buen mentiroso refuerza siempre sus mentiras diciendo que él lo vio, que él estaba presente, que conoce desde niño a tal, que .... Se inventa datos, leyes, costumbres, prácticas secretas de las empresas, conoce el alma de las máquinas y los programas de inteligencia artificial que se les instalan (un amigo suyo lo hace en su presencia), conoce los secretos arcanos del subconsciente humano, los ritos satánicos, sabe dónde se celebran aquelarres el primer martes de cada mes, nadie como él ha podido descifrar el enigma de la mente femenina, sometiendo a las madrileñas a su voluntad con este conocimiento. Es un hacha, un fiera, un flecha. Gana más que nadie, es de más sindicatos que ninguno, toca mejor el bajo que cualquiera, sabe más tú y que todos.