Sobre el momento en el que uno empieza a abrir los ojos, yo creo que los abre para descubrir todas las mentiras progres que te has creído, no solamente las mentiras progres relativas a la inmigración.
La doctrina progre consiste, resumidamente, en afirmar que todos somos iguales, que todos nacemos con las mismas capacidades, las mismas virtudes y los mismos defectos, y que el que está en una peor posición es una víctima del que está en una posición superior, que es un verdugo.
La propia vida te enseña que aquel colega o conocido que a los 13 o 14 las hacía gordas, a los 20 siempre se metía en líos, a los 30 prácticamente se metía en líos peores, a los 40 su vida sigue desordenada, con por ejemplo niños de por medio a los que no atendió o cometiendo las irresponsabilidades de siempre, pues ese tío es así. Nunca cambiará. La gente raramente se transforma. Puede mejorar ligeramente, pero las personas nacen con unas características determinadas difíciles de reformar y que son para lo eterno.
A una edad muy temprana también ayudé a una novieta que tenía, muy cristiana ella, metida en movidas de albergues para sin techo. Allí descubrí que ese pobrecito que extiende la mano para pedirte una moneda es, en el 99,99% de los casos, un puto caradura que ha sido un parásito toda la vida y que se ha tirado a la bebida porque él es así, no a la inversa. Los veias y los oias hablar y se descojonaban de la puta vida y de la puta gente. Se sabían todas las direcciones de memoria, todas las direcciones de dónde sacar pasta regalada, dónde recibir alojamiento, maneras de engañar... eran profesionales. Se tiraban una temporada en Madrid, otra en Barcelona, otra en Levante, otra en Euskadi... y así iban de albergue en albergue y de asistenta en asistenta dedicándose a dar vueltas por la calle los 365 días del año y tan felices que estaban.
Otro palo adolescente fue descubrir que la gente no es solidaria en un porcentaje altísimo, casi total. Cuando eres tan chaval crees que si algún día alguien te ataca sin motivo a plena luz del día la gente hará cola por ayudarte, hasta que a eso de los 18 o 20 años vi una agresión física gravísima de una banda de panchis a un desconocido, de manera gratuita y por diversión. Habían como unas 200 personas -plena Ramblas- que lo presenciaron, y nadie movió un dedo. Pasó un furgón policial y cuando ellos ya se escaqueaban tras la brutal paliza, solamente yo los paré, y en efecto los detuvieron y los maderos me pidieron mis datos para el posterior juicio.
Todo mi entorno, todo, desde familiares a compañeros de trabajo pasando por colegas, me trataron de "tontaina". La frase estrella era "pero tú no te metas en líos, tío", "pero tú pasa" y "vaya ganas tienes tú de meterte en problemas". Personas que nunca pensaría que fueran así o pudieran decir eso. Recuerdo aquella historia como una de las más decepcionantes de mi vida, la que me hizo ver que somos unas putas mierdas, y que debía tomar nota de ello en un futuro.
Todo es extrapolable a la inmigración. Los negroides, panchos o morunos no serán en Europa lo que nunca fueron a lo largo de siglos y siglos en sus tierras, siempre serán lo que fueron.