El 6 de Julio de 2000 salimos en un autobús desde la cafetería Hontanares sita en la madrileña Avda. de América, hacia la noble ciudad de Pamplona.
El ambiente era prometedor puesto que a la altura de Barajas ya estábamos todos ciegos, de costo y alcohol. La naturaleza obraba y el indeseable busero no quería parar para que hiciésemos nuestras bellas "lluvias doradas" por lo que fuimos acumulando botellas vacias con nuestro intimo y caliente líquido.
Tras 4 horas de viaje, unos cuantos condones hinchados en la cabeza y varias botellitas, llegamos a Pamplona a las 4 AM.
Del autobús sin pasar por el hotel nos sumergimos en la vorágine nocturna que era mucha y variada. Eso si, agobiante. Me perdí unas 6 veces pero curiosamente siempre volviamos a encontrarnos. Lo más acojonante de los San Fermines, cosa que no me ha pasado en ninguna otra fiesta es que allí si te pierdes de tu grupo, no pasa nada puesto que la gente tiene especial predisposición a estar de juerga con el primero que se le ponga por delante, congeniando de inmediato y bebiendo y desvariando juntos como si fuésemos amigos de toda la vida.
Tras una noche completita, llegaron las 6 AM... Nos dispusimos a ir a coger sitio para ver el encierro, cargados de municiones en forma de calimocho. Allí estuvimos esperando a que llegara la hora del encierro, y una estúpida idea de salir a correr invadió nuestras mentes. Intentamos meternos por debajo de la valla pero un "amable" Policia Municipal nos dijo que como saltaramos la valla nos molia la cara a hostias (palabras textuales), porque al parecer ya no se podía salir al recorrido. Asi que a toda oxtia nos dirigimos al comienzo del encierro y allí si conseguimos salir.
Eran las ocho menos 5 y en mi puta vida he tenido tan enormemente la sensación de "que cojones hago yo aquí". Sonó el petardazo y nos miramos con cara de acojone empezando a correr como si se fuese a acabar el mundo... Tras unos 300 metros en los que yo sentía que echaba los pulmones por la boca, comenzaron a pasarnos mozos de los que corren a toda hostia y mirando levemente hacia atrás observamos a los cabestros y toros acercándose MUY RAPIDO. Instintivamente nos echamos a un lado y les juro que en mi puta vida hubiera podido pensar que esos animales corren tanto. Pasaron follados como un autobús de linea a nuestra izquierda, enormes bichos negros con una altura acongojante, con unos resoplidos que cada vez que los recuerdo aún me acojono. Afortunadamente iba toda la manada junta así que resoplando de alivio y con un subidón de adrenalina de tres pares de cojones nos salimos del recorrido.
Con el subidón del encierro nos fuimos a seguir la fiesta, y llegamos al hotel a las 4 PM donde nos recibieron con un lacónico "pensabamos que ya no venían".
Los 3 días siguientes fueron por el estilo, durmiendo poco y desfasando mucho. Curiosamente un dia fuimos a la corrida de toros, me dormí en el tercio de banderillas del primer toro y me despertarón cuando ya todo el mundo se iba. Creo que fueron las 3 únicas horas seguidas que dormí.
En cuestión de tias pues, aunque suene a tópico nos enrollamos con dos yankees del Orange County californiano, que iban en plan mochilero y nos pidieron permiso tras un breve acercamiento, para ducharse en nuestro hotel. Naturalmente se lo dimos, y horas después en la noche fueron horadadas por nuestros gloriosos falos hispanos, que milagrosamente tremparon aun con el desfase brutal.
La vuelta en autocar era dantesca. Vegetales intentando sobrevivir y rezando porque la resaca pasase. Pero aún así, mereció la pena.
Recomiendo estas fiestas a TODO BICHO VIVIENTE... Eso si, abstenerse débiles y paraditos. Son un desfase brutal, pero gozoso.
¡¡¡ VIVA SAN FERMIN - VIVA PAMPLONA !!!
Buenas Tardes.