A mí estos debates de odio inter-regional siempre me la han traido al fresco. Al final cada uno pone a parir a la comunidad vecina, basándose en malas experiencias que han tenido con uno o dos infraseres que le amargaron la vida en su momento. O, en su defecto, basándose en estereotipos, en aspectos típicos, manidos y resudados que ya no se estilan.
Pero es cierto que toda la mitad norte se alía cansinamente para despotricar contra el sur, uniendo inconscientemente bajo el gentilicio de "andaluz" no sólo a andaluces, sino también a extremeños, murcianos, ceutíes, melillenses y canarios. Es el norte contra al sur.
Por mí puden decir lo que quieran, pero por favor, antes de identificarse como norteños cuiden su ortografía, porque se les ve el plumero. Porque los andaluces no somos todos analfabetos, zafios y groseros. Eso lo hay en todas partes.
Gran parte de este odio exacerbado e infundado contra los andaluces lo tienen (a mi juicio) aquellos políticos que en los años 60 le dieron el empujoncito turístico a España basado en arquetipos andaluces. "Spain is diferent", decían. Y hoy por hoy, señores míos, España en el extranjero se vende con esos productos del sur: la Semana Santa de Sevilla, el pescaíto frito de Málaga, el torito de Osborne, la feria de abril, el vino fino, etc. Y eso a mí me parece tan irreal como a todos ustedes, pero es lo que tenemos.
Que cada uno comente y critique lo que quiera, pero si tiene dos dedos de frente sabrá que los prejuicios no valen con todas las personas. En mi vida, sobre todo profesional, me he cruzado con salmantinos creídos de señoritingos pero ladrones en el fondo, con catalanes roñosos y altivos y con murcianicos trabajadores y cumplidores. Y no se me pasa por la cabeza tacharlos a todos por esos patrones. Lo digo sobre todo por los cientos de catalanes, aragoneses, gallegos y demás españoles norteños que cada verano, cada primavera, vienen al sur a disfrutar de la Andalucía tan bonita que tenemos.
Saber apreciar las diferencias que ofrece España es cada vez un ejercicio mental imposible de exigir a ciertas personas, empeñadas en despreciar al otro únicamente por su propia incultura y el desconocimiento que tienen de Andalucía. A mí no me gustan los encierros de Pamplona, no entiendo que a los valencianos les guste el estruendo de miles de petardos, o que lanzarse tomates pueda llegar a ser divertido cuando hay quien no tiene para comer detrás de cada esquina. Pero allá cada cual con sus tradiciones. A mí me gusta que España sea así, de contrastes.
Los norteños pasarán el resto de sus días echando pestes por la boca sobre los andaluces, hablando son cesar de nuestra pereza, falta de educación, gitanerío y no sé cuántas cosas. Pero raramente encontraréis un andaluz rajando de la misma manera del resto de España. Tal vez eso me lleve a pensar que todas esas críticas demuestren que en el fondo, lo que les pasa a los norteños es que están descontentos con lo que tienen.
Andalucía, si bien tiene mucho que hacer todavía (se hará cuando el cabezón de Chaves de vaya y deje de comprar votos rojos con subvenciones), ya no es ese estercolero tercermundista que se quiere hacer ver en el foro. Andalucía vive mucho de la agricultura, es verdad, y por eso exporta aceite que te cagas con denominación de origen. La Universidad de Granada está a la cabeza de la investigación con el centro de células madre, y también es de Granada el monumento más visitado de Europa y único preseleccionado para las nuevas 7 maravillas universales.
Bueno, Andalucía tiene eso y muchas cosas más. Iba a perder el tiempo buscando famosetes andaluces, pero prefiero acabar diciendo que el actual presi catalán, José Montilla Aguilera, es cordobés, hijo de andaluces. Supongo que todos los catalanistas de pro estarán retorciéndose por dentro en sus tumbas, diciendo aquello de.... "hijoputaaaaa"