De vuelta... y con ganas de volver! 8/8
Australia - 25 Julio/ 22 Agosto 2008 (octava parte)
Ciudades y sus perímetros hasta unos 300 km como siguen:
Mail 2: Perth + (Fremantle, parque Cohunu, desierto Pinnacles, lago Thetis, Cervantes)
Mail 3: Adelaide + (Kangaroo Island)
Mail 4: Melbourne + (Great Ocean Road, Phillip Island)
Mail 5: Sydney + (Blue Mountains)
Mail 6: Yulara + (Uluru, Kata Tjutas)
Mail 7: Cairns + (Daintree River, Cape Tribulation, Port Douglas, Great Reef Barrier, Kuranda)
----> Mail 8: Darwin + (Ubirr, Jabiru, South Alligator River, Nourlangie, Yellow River en el P.N. del Kakadu; Katherine Gorges y Edith Falls en P.N. Nitmiluk; y Termite Mounts y Florence Falls en P.N. Litchfield)
Darwin: Llegada bien entrada la noche, justo para dormir en el resort del aeropuerto, con una agradable temperatura.
Para empezar, Avis, que no nos había fallado en ningún vehículo de todo el periplo, nos entrega un cascado X-Trail rebozado en polvo rojo por dentro y por fuera, con mil y un ruidos fruto de diversas caricias a la que había sido sometido, amén de un problemilla mecánico que casi nos hace volcar en una ocasión (un 4WD a punto de volcar?). No hay posibilidad de cambio, ya que el descubrimiento es con la oficina cerrada y mañana tenemos que madrugar para Kakadudear.
Continuando: el fiel navegador que tan bien nos ha guiado en nuestros excesos (Namburg Park, rally Kangaroo Island, Great Ocean Road, etc) y en las desconocidas tramas urbanas, con algún desmayo que otro (nuevas rotondas o autovías); nos envía a tomar por culo, cuando el resort estaba al ladito mismo, pero con las luces algo mustias.
Finalizando: antes de clapar, salimos a dar un bocado por la noche de Darwin, pero solo encontramos algún fast-food super-picante, plagadito de borrachos, antes del clásico McDonalds.
Kakadu: Después de avituallarnos de miniDV's, carretera y manta, y una vez pasado el cruce que nos aleja de la Stuart Highway, pedal a fondo y nos encaminamos al Aurora Kakadu, un resort bastante castigadillo por los años, que se halla de camino a la zona de Jabirú, ya que tanto en el propio Jabirú, como en Cooinda, nos fué imposible hallar pernoctación. Dejamos las maletas en consigna y nos encaminamos al...
South Alligator River: El minicrucero en barcaza-lancha comandada por aborígenes femeninas (sic) nos conduce por un turbio río en el que descubrimos a los freshies y salties en su salsa... El agua marrón no deja entrever que está infestado de alimañas. Solo muy de vez en cuando, dejan asomar una parte del hocico abierto y las manos estiradas en plan gimnasta. Nos dicen que para captar cualquier cosa que pase y echarle bocado rápidamente. También observamos varias peleas territoriales entre ellos mismos. Que peligro! Éste si que es su terreno de caza natural. Después de unas pasadas rio-arriba y abajo, nos depositan en una llanura arenosa, a continuación de la playa que forma un meandro, la cual pertenece al territorio aborigen. Demo de lanzas, explicaciones sobre costumbres y a la barca otra vez.
Ubirr: Siguiente parada. La caminata, ascensiones y contemplación de las pinturas rupestres, así como de los miradores sobre la planicie, en Ubirr. Los enormes termiteros, presentes en los doscientos y pico de kilómetros desde Darwin, flanquean los diferentes pedruscos donde los aborígenes abueletes plasmaron sus radiografías de la vida cotidiana, con todo lujo de detalles, contando con sus rudimentarios pinceles y las paredes de lienzo, mientras sus descendientes se dedican a repintarlas para que no se pierda su legado.
Vuelta a Jabirú para llenar depósito, tarea principal en Kakadu, y caminito del Aurora. A lo largo del camino, y en la negrura absoluta de la zona, se vislumbran por todas partes los numerosísimos bushfires (incendios forestales), controlados algunos y descontroladísimos la mayoría, que asolan periódicamente el Kakadu, Una cena decente aunque carilla y luego a la piltra.. no sin haber tenido que negociar el cambio de habitación, a una planta baja.
Por la mañana, contratamos el crucero por el Yellow River, así como el vuelo escénico por una parte del Kakadu. La primera parada en la zizagueante ruta a la que nos condicionan los horarios de las contrataciones, es la de las pinturas aborígenes de
Nourlangie Rock: El paseo bajo el solecillo de justicia y con el extra-gratuito de las moscas, de comportamiento semejante a la archiconocida mosca cojonera manchega, es muy gratificante, tanto por la calidad de las pinturas, como la cantidad de ellas, hasta en los sitios mas insospechados, muy bien señalizadas. Tanto y tanto nos embelesamos con este arte único, que la hora nos metió otra vez el estrés ciudadano en el cuerpo. Fruto de las puñeteras prisas fué el descubrir que, al tomar una de los montones de curvas a una velocidad moderada, casi nos subimos a los termiteros colindantes. La suspensión derecha delantera nos dió un serio aviso de que este vehículo venía de hacer un verdadero Paris-Dakar. Prudencia relativa a partir de entonces para llegar por los pelos a tomar el crucerillo cocodrilero de
Yellow River: el cual se manifestó como un paseo escénico de la gran diversidad biológica de la zona, en lugar el monotemático lagarto. Una hora y media bien larga que nos descubre montones de cormoranes, atrevidas garzas que desafían las fauces de los salties, dominantes águilas en las copas de los árboles mas altos, serpientes acuáticas y los omnipresentes cocodrilos, incluyendo un ejemplar de dimensiones extraordinarias bautizado como Big Boss...
A la salida, una refrescante cervezota en el resort de Cooinda (que miradas dábamos a la piscina!!), y después partimos hacia el aeródromo de Jabiru, donde tomamos una avioneta-micro bus que nos lleva sobre las zonas ya visitadas por tierra, de Ubirr, el rio South Alligator y Nourlangie, avistando tambíen la zona fronteriza aborígen. El vuelo es amenizado con multitud de bumps, como consecuencia del calor en las corrientes altas, y que hacían francamente difícil la obtención de reportaje fotográfico y de video, medianamente claro.
Al tomar el camino hacia la lejana Katherine en el parque de Nitmiluk, decidimos volver a parar en Cooinda para visitar con tranqulidad el Visitor Center, ya que tiene una monográfica atención al mundo aborigen, de obligada visita aunque no estaría de más una profundización en la situación actual de este colectivo.
Desgraciadamente, tanto el tiempo necesario para llegar (lo hubiésemos hecho de noche) como la inseguridad sobre el estado del camino, nos hacen desistir de recorrer las tres horas largas hacia las Jim-Jim y Twin Falls. Otra asignatura pendiente para la jubilación. Así pues, una comida ligera y ruta hasta el siguiente puesto de avituallamiento, en Mary River, una estación de servicio solitaria que alberga un insólito, por alejado, camping. Allí intercambiamos impresiones con una joven pareja que recorría el Kakadu en una campervan, mostrándose tan impresionados por los paisajes como por el hecho de no encontrar tráfico en un centenar de kilómetros.
Tras el brevísimo alto en el camino, la noche ya nos ha alcanzado e iniciamos la ruta otra vez.
La kilometrada hasta Pine Creek, cruce con la Stuart Highway, se torna algo peligrosa, ya que los dos Road Trains con los que nos cruzamos, zumban en la noche y circulan por medio de una carretara similar a una comarcal, dejando un reducido espacio para pasar. Una vez tomada la higway, la conducción es más relajada, aunque con los kangaroos pululando, y de noche, lo de relajado es un decir...
Katherine nos aparece como una ciudad mucho mas grande de lo que es, en parte, por los minúsculos conceptos de pueblo que hemos dejado atrás. Como en el mismo hotel están a punto de cerrar el bufet libre de cena, tras el check-in, aprovechamos y a dormir que mañana tenemos remojones en ciernes...
Por la mañana, nos pasamos por el Visitors Center, donde recogemos información de las atracciones de la zona, así como de la Savannah Way, una ruta trazada, que no acabada, entre las lejanísimas Broome en el extremo este del WA y Cairns en QLD. Unos kilómetros hacia el norte, la Gorge Road (original nombre) nos lleva a las
Katherine Gorges: conjunto de trece gargantas creadas por la acción erosiva del rio Katherine, de las cuales, dada la época del año y el tiempo disponible, efectuaremos el crucero de las dos primeras. Un bote-lancha turístico comandado por un barcelonés llamado Marc (encantado con su decisión de emigrar al NT) efectúa el trayecto escénico, con profusión de pequeñas playas, elevados riscos y redondeadas rocas que nos recuerdan la época seca en la que estamos, ya que en la época de lluvias, el nivel crece entre unos 5 o 7 metros. Las vistas son espectaculares, primando la belleza del entorno sobre la posibilidad de avistar lagartos. Sólo uno, de tamaño mínimo, nos saluda desde la seguridad de una roca en medio del rio. Al final de la primera garganta, bajamos del bote, y después de apreciar las puntuales pinturas aborígenes en las paredes verticales, efectuamos un breve paseo por una cantera habilitada con pasarelas para acceder a un nuevo bote, donde acometemos la siguiente garganta, bastante más impresionante que la anterior, tanto por la altura de sus paredes, como por las distintas vistas que ofrecen sus recodos en ángulos de 90 grados. Después de adentrarse un buen trecho, efectuamos el retorno, de la misma forma que a la ida. En el embarcadero, dedicamos unos instantes a la contemplación de una nutridísima colonia de robustos murciélagos que abarrotan de tal manera los pocos árboles de esa ribera, que incluso doblaban sus ramas por el peso. Es curioso observar que descansan (es un decir, por sus graznidos) a pleno solano del mediodía, envueltos en sus gruesillas alas de color negro que, encima, concentran el calor cosa mala...
Aprovechando el escaso tiempo libre antes de papear algo en el Visitors Center, nos dimos un saludable baño en las cristalinas aguas. Una reposada comida (el viaje va tocando a su fin, y también nuestras fuerzas) para volver a tomar el vehículo camino de la última parada del Nitmiluk.
Edith Falls: La tarde cae ràpidamente, así que la llegada a la zona de camping es con la luz rojiza característica del crepúsculo. Un paseillo, que no caminata, nos deja en una de las escaleras que acceden a la amplia laguna en que desembocan las cascadas. Los avisos de cocodrilos nos dejan un tanto indecisos, pero una vez se zambullen varios locales, tomamos la decisión de efectuar un baño breve alrededor de las citadas escaleras con las consabidas fotos. Desde aquí, a las otras escalas de piedra, con un pequeño mirador, para el último baño del día, las penúltimas fotos y a la carretera... El entorno es bucólico, pero cuando el sol se torna rojizo, la gente desaparece por arte de magia. Aquí, en el sur y en el centro. Y cuando te quedas solo, en medio de tal silencio, piensas que te vas a quedar sin cenar otra vez!!
Una parada en Pine Creek nos permite repostar en terminos de gasolina y cervezotas. Como es área de paso, contemplamos los impresionantes Road Trains aparcados, con lo cual ya es noche cerrada. Llegamos al Skycity de Darwin cercana la medianoche, cenamos alguna cosa en el semidesierto CBD y retornamos a reconducir las cargas acumuladas en este mes, en las voluminosas maletas, ya que la limitación de peso en vuelos internacionales obliga a la picaresca con un cargadísimo equipaje de mano (y encima tienes que poner cara de que no pesa!).
Día 0 de vacaciones, rápido check-out y carretera para aprovechar los últimos minutos del mismo. Nos "acercamos" al Litchfield park para comprobar que la altura de los termiteros de las propagandas es real.
Termite Mounts: Después de un ratazo de tortuosas carreteras (no es para ir con prisas... seguro!!) llegamos a un pequeño parquing que permite el acceso a unas pasarelas, por las cuales se contempla, ni mas ni menos, que lo mismito que estámos viendo desde que salimos de Darwin para ir al Kakadu. Montonazos y montonazos de termiteros. Grandes, pequeños, anchos, estrechos, amontonados, aislados... Ya sea en terreno llano, cercano a un rio, a lo largo de caminos que ascienden colinas, al lado de las gasolineras. Omnipresentes. Y eso que las termitas son pequeñísimas (y verdes!). En fin. Las fotos de rigor, después de comprobar que los bichos entran y salen, o sea, que no son prefabricadas, y rápidamente nos vamos a las
Florence Falls: Un engañoso cartel nos anuncia 1,1 km por el camino fácil que vadea riachuelos, asciende promontorios, baja repechones... en fin, fácil de cojones. La llegada es increíble. Al estar la laguna apresada entre unos riscos, no tienes una imagen directa hasta que no estás con los pies metidos en ella... Las cataratas son mucho mas espectaculares que las Edith por su caudal, su cercanía y su entorno abigarrado de vegetación y ripios. Un buen baño, retahila de fotos y a correr otra vez.
Apretamos el acelerador en la medida que me permite la dichosa carreterilla para plantarnos en el aeropuerto con sólo una hora y cuarto para la salida del vuelo. Doble revisión de equipaje, complicidad con la empleada asian de facturación (que nos deja colar 24 kg por maleta) y después de la paradinha en Singapur, donde sorpresivamente nos toca hacer cola otra vez, para que nos den el asiento contratado en el 747 que nos llevará a Londres. Buenos vuelos, sueñecillos reparadores, cenas, desayunos, y conversaciones con locales, nos dejan en nuestra BCN... sin ninguna gana de estar aquí otra vez....
El mejor viaje de nuestra vida... hasta la fecha.