FanatiK
Forero del todo a cien
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- 6 Jul 2007
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Buenas noches.
Disculpen mi ausencia.
Por motivos laborales, me vi obligado a realizar un viaje a Milán en concreto a Malpensa, durante el cual realizamos una de las reuniones anuales con los directivos de una de nuestras firmas, para la presentación de la temporada de invierno.
Dicho viaje, no ha estado exento de picarescas "miniaventuras", ingentes cantidades de drogas y sexo, esta vez, entre seres de diferentes tonalidades de piel las cuales abarcaron desde el más profundo negro, hasta el más cálido blanco.
Todo ello gracias a la generosidad y depravación de los directivos relacionados con las grandes firmas, los cuales siempre nos brindan sorpresas, esta vez culminada con un casino en el centro de Milán abierto únicamente para el rebaño al que pertenezco. Cabe destacar, que deben mantener nuestro nivel de felicidad a niveles por encima de la media, ya que somos su principal fuente de ingresos, dejando tremendas cantidades de dinero en sus arcas mensualmente.
Pero este no es el tema que me gustaría tocar hoy.
Querido lector, antes de comenzar a embarcarte en esta anécdota junto a mi recuerdo, procedo a resumir para usted los puntos a destacar de dicho suceso para evitar perder su valioso tiempo en caso de no encontrar la depravación que usted busca.
- Mezquinos engaños y tretas.
- Felación semi-senil aderezada con pis.
- Voyeurismo semi-senil.
- Agresión a mi persona por parte de un ser semi-senil con ruptura de pie.
- Sangre.
La Carpeta Negra, historia de un engaño.
La crisis, como en tantos otros sectores, afectó notablemente al sector de salones de peluquería y centros de estética. La gallina de los huevos de oro que mis predecesores en el sector habían conocido, había dejado paso a una triste época de desasosiego y bajo poder económico de la clase media de nuestro querido país.
Los grandes pioneros del sector, siempre contaban con orgullo y soberanía, cómo tan sólo necesitaban poner sus pies en los feudos de las magnates de la belleza, para que éstas, llenas de euforia realizaran desmedidos pedidos de producto y contratos con las distribuidoras que cada vez las irían ahogando más y más.
Yo nunca tuve esa suerte.
Mi trabajo, consistía en ser un auténtico ratero, una alimaña, una sabandija que su único objetivo era encontrar la debilidad de sus clientes y explotarla de la forma más fructífera posible para mi en la fecha pequeño bolsillo.
Como ya he contado con anterioridad, tuve un mentor.
Federico, fue quien me enseñó todo, quien me enseñó a arrastrarme por el fango por unos míseros euros, quien me enseñó que la dignidad era mi más peligroso enemigo.
Para ampliar nuestra facturación, utilizábamos diferentes tretas.
Ensalzamiento del producto.
Cuando sabíamos que debíamos dar salida a ciertos productos de pésima calidad, simplemente los poníamos en un pedestal, los subíamos al mismísimo cielo a través de una escalera forrada de superficialidad.
NUNCA utilizábamos palabras para resaltar un pésimo champú o una horrible decoloración.
Recuerda, son MUJERES
A la hora de presentar a nuestros clientes nuestra basura, vestíamos nuestras mejores galas, cogíamos el coche de Federico para aparcarlo en la puerta del salón y nuestras agendas estaban siempre llenas de citas ficticias esperando la presentación de tan ansiada basura.
Nuestras clientas, deslumbradas por nuestro aura de falsedad y poder, compraban los más maltrechos tintes a precio de oro, fascinadas por una superficialidad que las seduce al instante, las desconcierta, las posee.
En el gran laberinto de la mente femenina, habíamos descubierto un atajo el cual sabíamos aprovechar.
Ellas, tan sólo percibían a un hombre que portaba un objeto nuevo mientras las transmitía poder, seguridad, elegancia, estatus, ÉXITO. Ellas querían esa sensación que las transmitíamos, necesitaban satisfacer esa carencia, y la forma de satisfacerla, era obteniendo aquel bochornoso producto que aquel hombre portaba.
El misterio
La mujer, como los felinos, tiene la imperiosa necesidad de conocer, de saber, de curiosear. Necesitan que nada escape de su control, que hasta el más mínimo detalle esté dentro de su comprensión.
Cuando las firmas lanzaba las colecciones, éstas iban acompañadas de largas líneas de nuevos productos. En dichas líneas, siempre destacaba un producto por encima del resto, y dicho resto generalmente era material de relleno.
Solíamos realizar el siguiente juego :
- Nueva línea Solar Primavera Verano
Champú con protector solar incluido.
Calidad : Excelente Precio para nuestros clientes : 16€ Precio Real : 18€ PvP Real : 25€
Mascarilla con protector solar incluido.
Calidad : Pésima Precio para nuestros clientes : 25€ Precio Real : 10€ PvP Real : 15€ PvP propuesto por la peluquería : 35€
El juego comenzaba con la venta de un excelente champú, un champú que a nuestra clienta le habíamos rebajado por ser ella, una excepción para nosotros. Enseñábamos el precio real del champú para engrandecer aún más el ego de nuestra querida clienta, ella era especial. Para la reventa de dicho producto, regalábamos distintas cosas para el cliente final. Una toalla para la playa de dudosa calidad, unas gafas de sol de mercadillo, o un simple colgante de chapa haciendo las veces de plata eran los señuelos para las clientas finales del champú.
Lo que nuestra querida peluquera sabía esque en realidad, era un señuelo para ella.
Las clientas finales, entraban a las peluquerías y se llevaban los champús básicamente por los regalos.
Nuestras queridas peluqueras, comprobaban como en cuestión de días se sacaban unos cientos de euros debido a la reventa. Estaban encantadas.
A los quince días, reaparecíamos en el salón, para una nueva "estrategia" para su negocio.
Portando una embellecida caja, decorada y diseñada por genios del Marketing comenzábamos a charlar con nuestra querida víctima, destacando los beneficios de nuestra anterior estrategia la calidad del producto y el buen equipo realizado por ambos.
Como siguiente paso, despertábamos la curiosidad de la clienta, haciendo ver una preciosa caja, un packaging perfecto. Sin dirigir ni una palabra, mirada o tocamiento por nuestra parte a dicha caja, procedíamos a explicar nuestra nueva idea, nuestra nueva estrategia, la nueva oportunidad de ganar más dinero.
Ellas, como si estuviera viendo un enorme y brillante diamante al alcance de su mano, no podían parar de preguntarse cómo, qué será, y lo más importante, por qué él lo sabe y yo no.
Tras despertar su ambición y con la venta prácticamente hecha, sacábamos la mascarilla de la cual ya no necesitábamos comentar nada.. Tan sólo necesitábamos recalcar que de nuevo habíamos rebajado su precio para ellas esta vez sin desvelarlo, claro está (generado por la confianza del precio real desvelado del champú).
Tras conocer ciertos aspectos de la psique femenina, nos dedicábamos a explotar tres.
- La atracción por el poder a través del ensalzamiento del producto.
- La ambición a través del misterio.
- El miedo a través de la carpeta negra.
La carpeta negra.
La capeta negra, la utilizábamos generalmente el salones con una dueña y una encargada al frente del salón, aunque era aplicable a salones sin encargadas donde la dueña era despistada.
La carpeta, debía ser negra, debía de transmitir sensación de temor, agobio, debía de ser el miedo personificado.
El juego, consistía en una ligera estafa hacia la encargada del salón haciendo referencia a la elevada cantidad de producto comprada por su parte y al temor por el enteramiento a posteriori de su superiora.
Por norma general, portábamos una factura falsa, una factura mensual totalmente inflada de la cual ellas sólo se fijaban a la cifra final.
Tras descubrir a nuestra encargada dicha factura, la proponíamos la solución de enmendar su error.
- Pero cómo voy a ver comprado todo eso!!
- Es lo que me han pasado desde la oficina, ten en cuenta que tu dueña también a realizado pedidos y tal
- Ay por dios, cuando se entere me mata!!
- Tranquila mujer, que no pasa nada. Hacemos una cosa, me llevo las dos cajas de tintes que tienes ahí sin abrir aún que te traje la semana pasada, y asunto arreglado.
- Ay si por favor, es que me pasé haciendo el pedido, qué cabeza tengo !!
- Tranquila mujer, un despiste !
El corazón de la carpeta negra residía, siguiendo el ejemplo anterior, en que el salón necesitaba dos cajas de tinte y las compra. A continuación entraba en juego la carpeta negra recogiendo dichas cajas de tinte haciendo "un favor" a nuestra amiga, haciéndola ver que lo descontaríamos de una factura inflada. Al día siguiente o a los pocos días, seguían necesitando las dos cajas de tinte, por lo que las volvían a comprar.
Mónica, no hay felación, sin castigo.
En una céntrica y amplia ciudad del norte, entre sus decenas de altos edificios rayando el sol, se ubicaba el salón "Destellos".
Destellos, era un salón amplio, con siete tocadores ya desgastados por el paso de los años y la ingente cantidad de traseros que habían pasado por su cálida tela negra.
En Destellos, todo era relativamente normal. El negocio gozaba de una excelente salud para los tiempos que corrían, la muchedumbre no dudaba en seguir depositando su confianza en Luisa, Mónica, Andrea y Carlota.
En Destellos, todo es normal menos cada ser humano que cruza sus puertas.
Luisa era la dueña del local. Era una mujer de 45 años no muy agraciada, que no solía pasar mucho tiempo en su propio negocio debido a la terrible carga de tener que cuidar a sus nietos, por una nefasta planificación por parte de su más tierna hija.
Luisa, como buena empresaria, contaba cada céntimo una y otra vez, hacía que se cumplieran sus directrices a rajatabla dentro de sus dominios y sembraba el terror entre sus lacayos armados con tijeras y secadores.
Mónica, fue la primer empleada que tuvo Luisa cuando nació Destellos.
Su buen hacer laboral y la confianza depositada en ella por parte de su superior, habían hecho de Mónica la encargada del local, y por tanto, la encargada de tratar conmigo.
Mónica, al igual que Luisa, tenía 45 años. Su cabello era rojo como la sangre, con varios cabellos despuntados atribuyéndola un efecto de locura en su look. Los años habían pasado por la piel de Mónica, sus gruesos labios y sus grasientos y coloreados mofletes la daban un aspecto entre adorable y repugnante causando una sensación de conflicto en mi ingenua mente.
Al igual que su piel, su pecho no se había librado del poderoso tiempo a pesar de infructuosos intentos por disuadirlo mediante operaciones quirúrgicas.
Su cuerpo, carente de apetecibles curvas, lucía unas extremadamente rectas líneas como si de un tierno Playmobil se tratara.
Verás que mamaso te voy a hacer ahora pituli
En realidad no soy rubia como arriba, mi cara es esta, por si te sirve para la paja de las 12.
Mónica era una mujer extrovertida, bastante risueña y sin pelos en la lengua. Para nosotros, era sumamente sencillo introducir nuevas promociones a través de ella debido a su inocente picardía.
A finales de un caluroso mes de Mayo si mi maltrecha cabeza no me falla, procedimos a realizar varias "carpetas negras" por la zona aprovechando la baja facturación de dichos meses. Sin mucho meditarlo, Mónica era la candidata perfecta para nuestra pequeña triquiñuela.
Aprovechando la ausencia de Luisa en las horas de comer, aparqué mi coche frente a la puerta de su salón, saqué mi carpeta negra y con puño firme y mano de hierro entré en Destellos sin titubear alzando la voz a la vez que mi cuerpo rebasaba la puerta :
- Muy buenos días señoritas
- ¿Buenos días caballerete cómo está usted hoy?
- Estupendamente señorita Mónica, traigo noticias.
- Uy uy, este ya viene a pedir algo, malo!!
El salón, estaba prácticamente vacío, salvo la característica octogenaria intentando engañar a la vida aplicándose tratamientos capilares, coloraciones o algún tipo de mamarrachada para pretender estar con un mínimo de belleza sobre su desvalido cuerpo, la llegada de la parca para ella, era inminente.
- Ya veo que estás sola, si es que... eres la única que vale Moni
- Ya sabes, aquí todos a comer, menos yo, bueno, ¿que has venido a verme?
- Por supuesto, ya sabes que cuando quiero pasar un rato agradable en el trabajo, vengo a verte siempre que bueno.
Tras unos minutos de infame peloteo, las defensas de Mónica estaban más que bajas. El barro para ella no era un lugar adecuado para combatir, pero para un gusano como yo era mi habitat natural.
Abrí mi carpeta negra, descubriendo una factura mensual a nombre de Luisa, bajo dicha factura se divisaba otra factura que escondía un montón de falacias en forma de hojas completamente en blanco.
- Traigo la factura de este mes sólo por que la tengáis, ya sabes... cosas del jefe, me hacen trabajar a lo tonto, no sé para qué si esto va por el banco pero bueno oyes.
- A ver, voy a darle un vistazo.
Extendió su tierna mano con más miedo que interés, tomando en su poder un papel que tras su lectura la comenzó a producir tartamudeos en su áspera voz.
- Pero esto qué es !! Ay dios mio tanto ha sido este mes? No puede ser!!
- A mí es lo que me han pasado, ya sabes que yo soy un mandao aquí, de todas formas déjame que mire... Si mira, las cajas de color, los productos de acabado... ah! bueno claro la línea solar y tal que pidió Luisa... la reposición de la línea solar... la reposición de color... está todo correcto Mónica.
- Pero.. pero.... ay dios mio, no puede ser!!, esto no me puede pasar este mes.. pues me he pasado como 200€ este mes!! ay dios mio qué voy a hacer
En ese momento, me puso al tanto de su fatídica situación. Laboralmente, Mónica estaba pendiente de un hilo. Tras agotar la paciencia de su jefa, el implacable látigo de Luisa estaba apunto de azotar a su tierna y fiel empleada, para sustituirla por una seguramente más joven. La amenaza era constante y la chica en prácticas que llevaba varios meses en Destellos era firme candidata al puesto de Mónica, realizando sus mismas funciones, salvo las de encargada, por un sueldo irrisorio.
Sólo faltaba un ligero empujón, y yo estaba dispuesto a dárselo por un puñado de euros.
La situación no pudo nada más que empeorar al revelar que su cónyuge estaba en el paro y no era de extrañar. Un hombre de casi 50 años, profesional de la construcción donde al igual que su querida y amada mujer, había sido sustituido por un grupo de seres atostados procedentes de alguna tierra donde las tonalidades amarillentas y rojizas predominan sobre las verdes o azules.
Interrumpí la sangría de llantos de Mónica para pasar al servicio, refrescarme por el asfixiante calor y poder aliviar mi incipiente cascada urinaria.
Tras mojar mis manos en el lavabo, me mire al espejo mientras las pasaba por mi cara de arriba a abajo a la vez que mi cabeza no podía para en pensar qué cantidad de producto iba a intentar "recolocar" a mi fiel y maltrecha Mónica.
A la vez que dicho proceso mental se llevaba cago, valoraba las diferentes opciones mientras desabrochaba la bragueta de mi pantalón y liberaba mi pene de su cárcel textil.
Me centré en liberar tan sólo en liberar mi vejiga intentando tener 1 minuto de libertad, pero no fue así, Mónica abrió la puerta del baño.
Me día la vuelta despavorido, impactado por el susto mientras mi pene se volteaba violentamente dejando una sutil franja de orín sobre la fría pared blanca de aquel baño.
Mónica, se arrodilló sobre una de sus piernecitas, como si formara parte de un equipo de fútbol americano y estuviera a punto de recibir la charla más motivacional escuchada por sus ingenuos oídos.
- No me voy a quedar yo ahora sin trabajo, no no, esto lo arreglamos ahora mismo y ya está.
Mónica se introdujo mi flácido miembro cubierto por una fina y translúcida capa de orín y comenzó a succionarlo como si fuera un polo de verano a punto de derretirse.
No me salió palabra alguna, mi cerebro entró en estado de shock. Estaba atónito, la fricción con sus afilados dientes en mi glande y la presión de mi vejiga aún llena me estaban proporcionando una desagradable sensación. Intenté por todos los medios impedir la liberación de un poderoso chorro de pis en su boca, pero mis fuerzas estaban decayendo.
Por mi mente se cruzaban todo tipo de palabras, teorías y frases. Pensaba en si debía de proseguir con la "carpeta negra" mientras intentaba que mis fuerzas no disminuyeran y mi vejiga ganara otra vez más la partida.
Decidí a pesar de la sorprendente y buena intención de Mónica proseguir con el engaño de la carpeta negra. Ocupado con dicha decisión mi subconsciente filtró una orden sin mi permiso ala sangre de mi cuerpo para mandarla toda a mi pene.
Mónica, tras notar la erección, entendió que daba el visto bueno al trato que pretendía realizar a lo que lo apoyó agarrándome fuertemente por las nalgas mientras destrozaba la punta de mi pito contra su garganta.
Se juntaron un cúmulo de sensaciones, unas estimulantes, otras sorprendentes y otras terribles. No podía aguantar más la orina y aquella mujer provista por una fuerza superior a la mía me aprisionaba por las nalgas como si de una llave de "jui-jitsu" de tratara.
Hize lo que un hombre tiene que hacer, tomé una decisión.
Sopesé durante unos segundos y llegué a la conclusión de que si lanzaba pequeños disparos de pis mientras mi pene se estampaba contra la garganta de Mónica ella no se daría cuenta.
Entonces comenzó el tiroteo.
Precisión, velocidad, seguir el tempo de la mamada.
Intenté coordinar la felación con los disparos de pis. Cada vez que Mónica posaba su labio superior en mi pubis a la vez que su labio inferior en mis testículos, soltaba una pequeña ráfaga.
Cuando Mónica aceleraba el ritmo, debía mantenerme atento, mientras que en los pases lentos por mi ya abultado miembro podía tomarme un ligero respiro.
Tras unos minutos, pude finalizar de orinar del todo proporcionándome una sensación de libertad y de bienestar que se sumó a la excitación dando como resultado una sensacional corrida en aquella pared proporcionada por la garganta de Mónica abarrotada de escopetazos de pis.
Alcé mi mirada al techo mientras sacaba mi pene de la boca de Mónica para guardarlo de nuevo, cuando divisé el reflejo de unas gafas que escondían una curiosa mirada.
Mónica, con una sonrisa en su sonrojado rostro se levantó a la vez que esgrimió la siguiente frase :
- Eres un poco cochino eh, te pareces a mi marido !!
En ese mismo instante, aquellas misteriosas gafas junto a la curiosa mirada que escondían, esbozó con un tono firme :
- Tú también eres bastante cochina, a mí con esas manos no me tocas ya
La mujer octogenaria, había disfrutado del espectáculo, y tras poner en el ambiente dicha frase, abandonó Destellos.
Tras recomponernos, proseguí con la decisión tomada, y proseguí con la "carpeta negra".
- Bueno mira Mónica, hacemos una cosa, me llevo estos productos que tienes aquí guardados, te los descuento y asunto arreglado, te parece?
- Perfecto
Salí del salón y los días y la vida, siguieron su curso.
A los pocos meses, volví a la ciudad donde residía el salón de belleza Destellos. Mientras caminaba plácidamente por la calle a primerísima hora de la mañana para tomar un café en uno de mis sitios fetiche antes de dirigirme a un de los tantos salones de la zona, sentí un fuerte golpe en mi espalda haciéndome caer al suelo a la vez que mi pie derecho se acomodaba retorciéndose como una vil serpiente mientras se rompía en mil pedazos entre el arcén y el sólido asfalto. El peso de la justicia iba a caer sobre mí, y me iban a dar mi merecido castigo por las mentiras y engaños de la profesión.
Al parecer, Luisa se hizo eco del cotilleo propiciado por la octogenaria vouyeur en su corrillo de amistades sumado al nuevo fallo de gestión de Mónica del que Luisa la puso al corriente, lo que dio como resultado el despido de Mónica.
Allí estaba. Mónica junto un fornido hombre al que identifiqué como su marido.
Sin mediar palabra, aquel rudo ser, me proporcionó un sonoro puñetazo en mi cuidada cara, haciendo brotar un llamativo chorro de sangre de mi nariz, manchando mi impoluta y blanca camisa y mi nuevo traje de doble botonadura.
Mónica, comenzó a gritar improperios hacia mi persona mientras me lanzaba y recogía su bolso falsificado de Bimba y Lola.
- Hijo de puta ... me engañaste ... me despidieron por tu culpa ... desgraciado...
Es lo único que pude distinguir ya que como un buen cobarde y sabandija que soy, me tapé la cabeza mientras adoptaba una posición fetal hasta que pasó el temporal.
Pasados un par de minutos, recobré todos mis sentidos y pude comprobar como varios mirones contemplaban la situación mientras que otros me ofrecían su ayuda.
Me levante aturdido y mareado, me coloqué la chaqueta de mi traje, me atusé el cabello, recogí mi maletín del suelo y con entereza proseguí mi camino hasta el coche, de vuelta mi hogar.
El café me le tomo por mis cojones.
Tras contárselo a mis superiores, no pudieron nada más que soltar una carcajada a la vez que repetían una y otra vez
- A veces pasa niño, con estas cosas ya se sabe al menos te sacaste la comisión.
- Ya han caneao al chaval !!
- Y que le pasó?
- Nah, un pie roto y la nariz a la virulé
- Que pringao, a mi ayer me rompieron las dos piernas
- A mi la semana pasada los brazos las piernas y me mordieron una oreja.
Disculpen mi ausencia.
Por motivos laborales, me vi obligado a realizar un viaje a Milán en concreto a Malpensa, durante el cual realizamos una de las reuniones anuales con los directivos de una de nuestras firmas, para la presentación de la temporada de invierno.
Dicho viaje, no ha estado exento de picarescas "miniaventuras", ingentes cantidades de drogas y sexo, esta vez, entre seres de diferentes tonalidades de piel las cuales abarcaron desde el más profundo negro, hasta el más cálido blanco.
Todo ello gracias a la generosidad y depravación de los directivos relacionados con las grandes firmas, los cuales siempre nos brindan sorpresas, esta vez culminada con un casino en el centro de Milán abierto únicamente para el rebaño al que pertenezco. Cabe destacar, que deben mantener nuestro nivel de felicidad a niveles por encima de la media, ya que somos su principal fuente de ingresos, dejando tremendas cantidades de dinero en sus arcas mensualmente.
Pero este no es el tema que me gustaría tocar hoy.
Querido lector, antes de comenzar a embarcarte en esta anécdota junto a mi recuerdo, procedo a resumir para usted los puntos a destacar de dicho suceso para evitar perder su valioso tiempo en caso de no encontrar la depravación que usted busca.
- Mezquinos engaños y tretas.
- Felación semi-senil aderezada con pis.
- Voyeurismo semi-senil.
- Agresión a mi persona por parte de un ser semi-senil con ruptura de pie.
- Sangre.
La Carpeta Negra, historia de un engaño.
La crisis, como en tantos otros sectores, afectó notablemente al sector de salones de peluquería y centros de estética. La gallina de los huevos de oro que mis predecesores en el sector habían conocido, había dejado paso a una triste época de desasosiego y bajo poder económico de la clase media de nuestro querido país.
Los grandes pioneros del sector, siempre contaban con orgullo y soberanía, cómo tan sólo necesitaban poner sus pies en los feudos de las magnates de la belleza, para que éstas, llenas de euforia realizaran desmedidos pedidos de producto y contratos con las distribuidoras que cada vez las irían ahogando más y más.
Yo nunca tuve esa suerte.
Mi trabajo, consistía en ser un auténtico ratero, una alimaña, una sabandija que su único objetivo era encontrar la debilidad de sus clientes y explotarla de la forma más fructífera posible para mi en la fecha pequeño bolsillo.
Como ya he contado con anterioridad, tuve un mentor.
Federico, fue quien me enseñó todo, quien me enseñó a arrastrarme por el fango por unos míseros euros, quien me enseñó que la dignidad era mi más peligroso enemigo.
Para ampliar nuestra facturación, utilizábamos diferentes tretas.
Ensalzamiento del producto.
Cuando sabíamos que debíamos dar salida a ciertos productos de pésima calidad, simplemente los poníamos en un pedestal, los subíamos al mismísimo cielo a través de una escalera forrada de superficialidad.
NUNCA utilizábamos palabras para resaltar un pésimo champú o una horrible decoloración.
Recuerda, son MUJERES
A la hora de presentar a nuestros clientes nuestra basura, vestíamos nuestras mejores galas, cogíamos el coche de Federico para aparcarlo en la puerta del salón y nuestras agendas estaban siempre llenas de citas ficticias esperando la presentación de tan ansiada basura.
Nuestras clientas, deslumbradas por nuestro aura de falsedad y poder, compraban los más maltrechos tintes a precio de oro, fascinadas por una superficialidad que las seduce al instante, las desconcierta, las posee.
En el gran laberinto de la mente femenina, habíamos descubierto un atajo el cual sabíamos aprovechar.
Ellas, tan sólo percibían a un hombre que portaba un objeto nuevo mientras las transmitía poder, seguridad, elegancia, estatus, ÉXITO. Ellas querían esa sensación que las transmitíamos, necesitaban satisfacer esa carencia, y la forma de satisfacerla, era obteniendo aquel bochornoso producto que aquel hombre portaba.
El misterio
La mujer, como los felinos, tiene la imperiosa necesidad de conocer, de saber, de curiosear. Necesitan que nada escape de su control, que hasta el más mínimo detalle esté dentro de su comprensión.
Cuando las firmas lanzaba las colecciones, éstas iban acompañadas de largas líneas de nuevos productos. En dichas líneas, siempre destacaba un producto por encima del resto, y dicho resto generalmente era material de relleno.
Solíamos realizar el siguiente juego :
- Nueva línea Solar Primavera Verano
Champú con protector solar incluido.
Calidad : Excelente Precio para nuestros clientes : 16€ Precio Real : 18€ PvP Real : 25€
Mascarilla con protector solar incluido.
Calidad : Pésima Precio para nuestros clientes : 25€ Precio Real : 10€ PvP Real : 15€ PvP propuesto por la peluquería : 35€
El juego comenzaba con la venta de un excelente champú, un champú que a nuestra clienta le habíamos rebajado por ser ella, una excepción para nosotros. Enseñábamos el precio real del champú para engrandecer aún más el ego de nuestra querida clienta, ella era especial. Para la reventa de dicho producto, regalábamos distintas cosas para el cliente final. Una toalla para la playa de dudosa calidad, unas gafas de sol de mercadillo, o un simple colgante de chapa haciendo las veces de plata eran los señuelos para las clientas finales del champú.
Lo que nuestra querida peluquera sabía esque en realidad, era un señuelo para ella.
Las clientas finales, entraban a las peluquerías y se llevaban los champús básicamente por los regalos.
Nuestras queridas peluqueras, comprobaban como en cuestión de días se sacaban unos cientos de euros debido a la reventa. Estaban encantadas.
A los quince días, reaparecíamos en el salón, para una nueva "estrategia" para su negocio.
Portando una embellecida caja, decorada y diseñada por genios del Marketing comenzábamos a charlar con nuestra querida víctima, destacando los beneficios de nuestra anterior estrategia la calidad del producto y el buen equipo realizado por ambos.
Como siguiente paso, despertábamos la curiosidad de la clienta, haciendo ver una preciosa caja, un packaging perfecto. Sin dirigir ni una palabra, mirada o tocamiento por nuestra parte a dicha caja, procedíamos a explicar nuestra nueva idea, nuestra nueva estrategia, la nueva oportunidad de ganar más dinero.
Ellas, como si estuviera viendo un enorme y brillante diamante al alcance de su mano, no podían parar de preguntarse cómo, qué será, y lo más importante, por qué él lo sabe y yo no.
Tras despertar su ambición y con la venta prácticamente hecha, sacábamos la mascarilla de la cual ya no necesitábamos comentar nada.. Tan sólo necesitábamos recalcar que de nuevo habíamos rebajado su precio para ellas esta vez sin desvelarlo, claro está (generado por la confianza del precio real desvelado del champú).
Tras conocer ciertos aspectos de la psique femenina, nos dedicábamos a explotar tres.
- La atracción por el poder a través del ensalzamiento del producto.
- La ambición a través del misterio.
- El miedo a través de la carpeta negra.
La carpeta negra.
La capeta negra, la utilizábamos generalmente el salones con una dueña y una encargada al frente del salón, aunque era aplicable a salones sin encargadas donde la dueña era despistada.
La carpeta, debía ser negra, debía de transmitir sensación de temor, agobio, debía de ser el miedo personificado.
El juego, consistía en una ligera estafa hacia la encargada del salón haciendo referencia a la elevada cantidad de producto comprada por su parte y al temor por el enteramiento a posteriori de su superiora.
Por norma general, portábamos una factura falsa, una factura mensual totalmente inflada de la cual ellas sólo se fijaban a la cifra final.
Tras descubrir a nuestra encargada dicha factura, la proponíamos la solución de enmendar su error.
- Pero cómo voy a ver comprado todo eso!!
- Es lo que me han pasado desde la oficina, ten en cuenta que tu dueña también a realizado pedidos y tal
- Ay por dios, cuando se entere me mata!!
- Tranquila mujer, que no pasa nada. Hacemos una cosa, me llevo las dos cajas de tintes que tienes ahí sin abrir aún que te traje la semana pasada, y asunto arreglado.
- Ay si por favor, es que me pasé haciendo el pedido, qué cabeza tengo !!
- Tranquila mujer, un despiste !
El corazón de la carpeta negra residía, siguiendo el ejemplo anterior, en que el salón necesitaba dos cajas de tinte y las compra. A continuación entraba en juego la carpeta negra recogiendo dichas cajas de tinte haciendo "un favor" a nuestra amiga, haciéndola ver que lo descontaríamos de una factura inflada. Al día siguiente o a los pocos días, seguían necesitando las dos cajas de tinte, por lo que las volvían a comprar.
Mónica, no hay felación, sin castigo.
En una céntrica y amplia ciudad del norte, entre sus decenas de altos edificios rayando el sol, se ubicaba el salón "Destellos".
Destellos, era un salón amplio, con siete tocadores ya desgastados por el paso de los años y la ingente cantidad de traseros que habían pasado por su cálida tela negra.
En Destellos, todo era relativamente normal. El negocio gozaba de una excelente salud para los tiempos que corrían, la muchedumbre no dudaba en seguir depositando su confianza en Luisa, Mónica, Andrea y Carlota.
En Destellos, todo es normal menos cada ser humano que cruza sus puertas.
Luisa era la dueña del local. Era una mujer de 45 años no muy agraciada, que no solía pasar mucho tiempo en su propio negocio debido a la terrible carga de tener que cuidar a sus nietos, por una nefasta planificación por parte de su más tierna hija.
Luisa, como buena empresaria, contaba cada céntimo una y otra vez, hacía que se cumplieran sus directrices a rajatabla dentro de sus dominios y sembraba el terror entre sus lacayos armados con tijeras y secadores.
Mónica, fue la primer empleada que tuvo Luisa cuando nació Destellos.
Su buen hacer laboral y la confianza depositada en ella por parte de su superior, habían hecho de Mónica la encargada del local, y por tanto, la encargada de tratar conmigo.
Mónica, al igual que Luisa, tenía 45 años. Su cabello era rojo como la sangre, con varios cabellos despuntados atribuyéndola un efecto de locura en su look. Los años habían pasado por la piel de Mónica, sus gruesos labios y sus grasientos y coloreados mofletes la daban un aspecto entre adorable y repugnante causando una sensación de conflicto en mi ingenua mente.
Al igual que su piel, su pecho no se había librado del poderoso tiempo a pesar de infructuosos intentos por disuadirlo mediante operaciones quirúrgicas.
Su cuerpo, carente de apetecibles curvas, lucía unas extremadamente rectas líneas como si de un tierno Playmobil se tratara.
Verás que mamaso te voy a hacer ahora pituli
En realidad no soy rubia como arriba, mi cara es esta, por si te sirve para la paja de las 12.
Mónica era una mujer extrovertida, bastante risueña y sin pelos en la lengua. Para nosotros, era sumamente sencillo introducir nuevas promociones a través de ella debido a su inocente picardía.
A finales de un caluroso mes de Mayo si mi maltrecha cabeza no me falla, procedimos a realizar varias "carpetas negras" por la zona aprovechando la baja facturación de dichos meses. Sin mucho meditarlo, Mónica era la candidata perfecta para nuestra pequeña triquiñuela.
Aprovechando la ausencia de Luisa en las horas de comer, aparqué mi coche frente a la puerta de su salón, saqué mi carpeta negra y con puño firme y mano de hierro entré en Destellos sin titubear alzando la voz a la vez que mi cuerpo rebasaba la puerta :
- Muy buenos días señoritas
- ¿Buenos días caballerete cómo está usted hoy?
- Estupendamente señorita Mónica, traigo noticias.
- Uy uy, este ya viene a pedir algo, malo!!
El salón, estaba prácticamente vacío, salvo la característica octogenaria intentando engañar a la vida aplicándose tratamientos capilares, coloraciones o algún tipo de mamarrachada para pretender estar con un mínimo de belleza sobre su desvalido cuerpo, la llegada de la parca para ella, era inminente.
- Ya veo que estás sola, si es que... eres la única que vale Moni
- Ya sabes, aquí todos a comer, menos yo, bueno, ¿que has venido a verme?
- Por supuesto, ya sabes que cuando quiero pasar un rato agradable en el trabajo, vengo a verte siempre que bueno.
Tras unos minutos de infame peloteo, las defensas de Mónica estaban más que bajas. El barro para ella no era un lugar adecuado para combatir, pero para un gusano como yo era mi habitat natural.
Abrí mi carpeta negra, descubriendo una factura mensual a nombre de Luisa, bajo dicha factura se divisaba otra factura que escondía un montón de falacias en forma de hojas completamente en blanco.
- Traigo la factura de este mes sólo por que la tengáis, ya sabes... cosas del jefe, me hacen trabajar a lo tonto, no sé para qué si esto va por el banco pero bueno oyes.
- A ver, voy a darle un vistazo.
Extendió su tierna mano con más miedo que interés, tomando en su poder un papel que tras su lectura la comenzó a producir tartamudeos en su áspera voz.
- Pero esto qué es !! Ay dios mio tanto ha sido este mes? No puede ser!!
- A mí es lo que me han pasado, ya sabes que yo soy un mandao aquí, de todas formas déjame que mire... Si mira, las cajas de color, los productos de acabado... ah! bueno claro la línea solar y tal que pidió Luisa... la reposición de la línea solar... la reposición de color... está todo correcto Mónica.
- Pero.. pero.... ay dios mio, no puede ser!!, esto no me puede pasar este mes.. pues me he pasado como 200€ este mes!! ay dios mio qué voy a hacer
En ese momento, me puso al tanto de su fatídica situación. Laboralmente, Mónica estaba pendiente de un hilo. Tras agotar la paciencia de su jefa, el implacable látigo de Luisa estaba apunto de azotar a su tierna y fiel empleada, para sustituirla por una seguramente más joven. La amenaza era constante y la chica en prácticas que llevaba varios meses en Destellos era firme candidata al puesto de Mónica, realizando sus mismas funciones, salvo las de encargada, por un sueldo irrisorio.
Sólo faltaba un ligero empujón, y yo estaba dispuesto a dárselo por un puñado de euros.
La situación no pudo nada más que empeorar al revelar que su cónyuge estaba en el paro y no era de extrañar. Un hombre de casi 50 años, profesional de la construcción donde al igual que su querida y amada mujer, había sido sustituido por un grupo de seres atostados procedentes de alguna tierra donde las tonalidades amarillentas y rojizas predominan sobre las verdes o azules.
Interrumpí la sangría de llantos de Mónica para pasar al servicio, refrescarme por el asfixiante calor y poder aliviar mi incipiente cascada urinaria.
Tras mojar mis manos en el lavabo, me mire al espejo mientras las pasaba por mi cara de arriba a abajo a la vez que mi cabeza no podía para en pensar qué cantidad de producto iba a intentar "recolocar" a mi fiel y maltrecha Mónica.
A la vez que dicho proceso mental se llevaba cago, valoraba las diferentes opciones mientras desabrochaba la bragueta de mi pantalón y liberaba mi pene de su cárcel textil.
Me centré en liberar tan sólo en liberar mi vejiga intentando tener 1 minuto de libertad, pero no fue así, Mónica abrió la puerta del baño.
Me día la vuelta despavorido, impactado por el susto mientras mi pene se volteaba violentamente dejando una sutil franja de orín sobre la fría pared blanca de aquel baño.
Mónica, se arrodilló sobre una de sus piernecitas, como si formara parte de un equipo de fútbol americano y estuviera a punto de recibir la charla más motivacional escuchada por sus ingenuos oídos.
- No me voy a quedar yo ahora sin trabajo, no no, esto lo arreglamos ahora mismo y ya está.
Mónica se introdujo mi flácido miembro cubierto por una fina y translúcida capa de orín y comenzó a succionarlo como si fuera un polo de verano a punto de derretirse.
No me salió palabra alguna, mi cerebro entró en estado de shock. Estaba atónito, la fricción con sus afilados dientes en mi glande y la presión de mi vejiga aún llena me estaban proporcionando una desagradable sensación. Intenté por todos los medios impedir la liberación de un poderoso chorro de pis en su boca, pero mis fuerzas estaban decayendo.
Por mi mente se cruzaban todo tipo de palabras, teorías y frases. Pensaba en si debía de proseguir con la "carpeta negra" mientras intentaba que mis fuerzas no disminuyeran y mi vejiga ganara otra vez más la partida.
Decidí a pesar de la sorprendente y buena intención de Mónica proseguir con el engaño de la carpeta negra. Ocupado con dicha decisión mi subconsciente filtró una orden sin mi permiso ala sangre de mi cuerpo para mandarla toda a mi pene.
Mónica, tras notar la erección, entendió que daba el visto bueno al trato que pretendía realizar a lo que lo apoyó agarrándome fuertemente por las nalgas mientras destrozaba la punta de mi pito contra su garganta.
Se juntaron un cúmulo de sensaciones, unas estimulantes, otras sorprendentes y otras terribles. No podía aguantar más la orina y aquella mujer provista por una fuerza superior a la mía me aprisionaba por las nalgas como si de una llave de "jui-jitsu" de tratara.
Hize lo que un hombre tiene que hacer, tomé una decisión.
Sopesé durante unos segundos y llegué a la conclusión de que si lanzaba pequeños disparos de pis mientras mi pene se estampaba contra la garganta de Mónica ella no se daría cuenta.
Entonces comenzó el tiroteo.
Precisión, velocidad, seguir el tempo de la mamada.
Intenté coordinar la felación con los disparos de pis. Cada vez que Mónica posaba su labio superior en mi pubis a la vez que su labio inferior en mis testículos, soltaba una pequeña ráfaga.
Cuando Mónica aceleraba el ritmo, debía mantenerme atento, mientras que en los pases lentos por mi ya abultado miembro podía tomarme un ligero respiro.
Tras unos minutos, pude finalizar de orinar del todo proporcionándome una sensación de libertad y de bienestar que se sumó a la excitación dando como resultado una sensacional corrida en aquella pared proporcionada por la garganta de Mónica abarrotada de escopetazos de pis.
Alcé mi mirada al techo mientras sacaba mi pene de la boca de Mónica para guardarlo de nuevo, cuando divisé el reflejo de unas gafas que escondían una curiosa mirada.
Mónica, con una sonrisa en su sonrojado rostro se levantó a la vez que esgrimió la siguiente frase :
- Eres un poco cochino eh, te pareces a mi marido !!
En ese mismo instante, aquellas misteriosas gafas junto a la curiosa mirada que escondían, esbozó con un tono firme :
- Tú también eres bastante cochina, a mí con esas manos no me tocas ya
La mujer octogenaria, había disfrutado del espectáculo, y tras poner en el ambiente dicha frase, abandonó Destellos.
Tras recomponernos, proseguí con la decisión tomada, y proseguí con la "carpeta negra".
- Bueno mira Mónica, hacemos una cosa, me llevo estos productos que tienes aquí guardados, te los descuento y asunto arreglado, te parece?
- Perfecto
Salí del salón y los días y la vida, siguieron su curso.
A los pocos meses, volví a la ciudad donde residía el salón de belleza Destellos. Mientras caminaba plácidamente por la calle a primerísima hora de la mañana para tomar un café en uno de mis sitios fetiche antes de dirigirme a un de los tantos salones de la zona, sentí un fuerte golpe en mi espalda haciéndome caer al suelo a la vez que mi pie derecho se acomodaba retorciéndose como una vil serpiente mientras se rompía en mil pedazos entre el arcén y el sólido asfalto. El peso de la justicia iba a caer sobre mí, y me iban a dar mi merecido castigo por las mentiras y engaños de la profesión.
Al parecer, Luisa se hizo eco del cotilleo propiciado por la octogenaria vouyeur en su corrillo de amistades sumado al nuevo fallo de gestión de Mónica del que Luisa la puso al corriente, lo que dio como resultado el despido de Mónica.
Allí estaba. Mónica junto un fornido hombre al que identifiqué como su marido.
Sin mediar palabra, aquel rudo ser, me proporcionó un sonoro puñetazo en mi cuidada cara, haciendo brotar un llamativo chorro de sangre de mi nariz, manchando mi impoluta y blanca camisa y mi nuevo traje de doble botonadura.
Mónica, comenzó a gritar improperios hacia mi persona mientras me lanzaba y recogía su bolso falsificado de Bimba y Lola.
- Hijo de puta ... me engañaste ... me despidieron por tu culpa ... desgraciado...
Es lo único que pude distinguir ya que como un buen cobarde y sabandija que soy, me tapé la cabeza mientras adoptaba una posición fetal hasta que pasó el temporal.
Pasados un par de minutos, recobré todos mis sentidos y pude comprobar como varios mirones contemplaban la situación mientras que otros me ofrecían su ayuda.
Me levante aturdido y mareado, me coloqué la chaqueta de mi traje, me atusé el cabello, recogí mi maletín del suelo y con entereza proseguí mi camino hasta el coche, de vuelta mi hogar.
El café me le tomo por mis cojones.
Tras contárselo a mis superiores, no pudieron nada más que soltar una carcajada a la vez que repetían una y otra vez
- A veces pasa niño, con estas cosas ya se sabe al menos te sacaste la comisión.
- Ya han caneao al chaval !!
- Y que le pasó?
- Nah, un pie roto y la nariz a la virulé
- Que pringao, a mi ayer me rompieron las dos piernas
- A mi la semana pasada los brazos las piernas y me mordieron una oreja.
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