No, no, fue así. De hecho, el cuento acabó conmigo cambiándome de instituto por esa y otras razones. Espero que su chaval no acabe de aquella manera, por Dios bendito, pero una cosa le digo después de haberme pasado así hasta los dieciocho, por panoli y timorata: lo de ir al profesor nunca funciona. Los profesores, por norma general, carecen totalmente de empatía, especialmente en estos casos, y acabarán diciéndole a su hijo que estreche la mano con el otro y que se pidan perdón (?!).
Si la violencia es autodefensa, bien empleada está. Y si su hijo tiene que pedir perdón por algo, que sea con razón. Apúntelo a kyokushin.