Hay que tener en cuenta que todo depende del nivel de explotación al que estés sometido en ese empleo, la distancia a tu hogar y tus necesidades. Durante años trabajé en un despacho a jornada partida de 10 h. a 14 h y de 16.30 a 20 h. en un ambiente acogedor, con bastante libertad y, sobre todo, al lado de mi casa. El tema de la conciliación la dejo a parte porque ni tenía hijos entonces ni los tendré mañana, pero el hecho de comer y poderme pegar una siestecita me venía de puta madre y encima a penas madrugaba.
Después de este empleo me cambié de ciudad y tuve todo lo contrario: explotación, sueldo mierder y trabajo desagradable de teleoperador contratado por ETT (adiós vacaciones hasta que me hiciesen de empresa). En un principio tenía un turno de 16 h. a 21h. que a los dos meses me subían a jornada completa si me hacían de empresa. Me hicieron de empresa un año después y, durante el tiempo anterior, yo me había buscado otro empleo por las mañanas. De la noche a la mañana me cambiaron a trabajar en turno de mañana. Tuve que dejar los trabajos de por la mañana (clases particulares de música muy bien pagadas por horas) salvo lo poco que conseguí conservar para poder hacer por la tarde. A las pocas semanas me volvieron a cambiar a la tarde y reducción a 5 horas por necesidades del servicio. Al poco, de nuevo, me necesitaban 8 horas desde por la mañana. Ahí me planté y les dije que necesitaba que me ofreciesen algo fijo dado que yo tenía otras responsabilidades laborales. ¿La solución que me dieron? Trabajar lunes y martes 12 horas, el miércoles 8 horas y jueves/viernes 4 horas por la tarde para que tuviese libre las mañanas. En aquel tiempo era un crío y nunca supe cuánto de legal era esa mierda, pero claro las jornadas de 12 horas eran partidas ¡con dos horas de descanso! a lo que si le sumas la hora de desplazamiento a aquel sitio de mierda hacen un total de 15 horas. Mi vida aquellos lunes y martes se resumía a dormir, una ducha rápida, trabajar y una siesta en la playa antes de seguir trabajando. Por suerte unos meses después me cambió la vida para bien y antes de tener que comenzar mi nuevo proyecto laboral pude fingir con éxito una depresión por la que estuve de baja de 4 meses mientras me preparaba para los cambios que me esperaban. Me despidieron estando de baja, les demandé, perdieron, me indemnizaron y ¡empecé a vivir de nuevo!.