No tan deprisa, fuckers.
Hará más o menos un mes os prometí un reporte de mi paso por Badoo, y los corsarios siempre cumplimos. Ahí va la experiencia raw, no straps, no wraps, no belt.
Pasé el verano en barbecho, llorando desconsoladamente la trágica pérdida de mi novia en un accidente de aviación. Y también mirando los juegos olímpicos y comiendo costillas. A finales de agosto no estaba por hostias, así que me hice unas cuantas fotos cuyo motivo principal era una pose en most muscular.
Así.
Abrí una cuenta, por supuesto mintiendo en todo. En aficiones e intereses puse las primeras payasadas que se me ocurrieron. En Busco puse un pasaje bíblico del evangelio según San Juan que decía que se paró delante del mar de dónde salió un demonio de siete cabezas, y en cada cabeza una diadema, y quién será semejante a la bestia, y quién podrá lidiar con ella. El primer fin de semana que tuve libre activé los fuckingpoderes esos con el ultimate hacking y establecí una serie de criterios de búsqueda. Localicé todas las chicas que se ajustaban a mis preferencias en un radio máximo de 5 km. Descarté todas las que leían Paulo Coelho o que no se habían conectado desde hacía más de dos días. A las aproximadamente 50 que quedaron las puse en favoritos. Absolutamente todas eran chonis. Pero la culpa no es mía, sino del entorno.
El sábado por la tarde empecé mi labor de stalking. Decidí capturar el pescado por la técnica del arrastre, destrozando el lecho marino, hablándoles a todas del tirón por orden alfabético. Me di cuenta por deducción aristotélica que el sistema sólo permitía un máximo de dos mensajes de salutación antes de que la interlocutora te contestara, así que el ataque debía ser frontal, sintético, concreto y por debajo de la línea de flotación. Quería hacer un estudio sesudo así que empleé con todas la fórmula de apertura: referencia al "misil del amor" + mensaje random personalizado, mostrando interés. Ejemplo para una enfermera: "el misil del amor es inyectable", "y te tiene geolocalizada". Ejemplo para una cuidadora de niños: "obras son amores y no buenas razones", "the misil te saluda". Ejemplo para una ingeniera: no había ingenieras. De hecho pocas tenían el graduado escolar.
Unas 5 no leyeron el mensaje. Otras más o menos 10 lo leyeron, pero no contestaron. Otras aproximadamente 10 no valoraron mi sutil poesía. Esto nos deja un margen de unas 25. De esas, con 15 la conversación no dio para más. Extraje un cultivo de unas 10. De esas, 4 eran de donde yo y 6 de los aledaños. De esas últimas, 2 eran del pueblo con más mala fama de la comarca, y otras 2 del pueblo rival que nos chutó de una copa del buey, así que las descarté de inmediato. Entonces había 4 locales, y 2 donde jugaría de visitante. Me planifiqué una para cada fin de semana, mediante la técnica del multitasking, pero siempre dando prioridad a un proceso padre. Decidí empezar jugando fuera, y terminar con la ventaja de la vuelta en casa.
La primera vivía justo a 5 km de donde yo. Estudiante de 19 años. Me dijo que en qué coche la recojería, le respondí que el proletariado viajamos en tren que también es el más viril de los transportes. Se chinchó un poco pero siguió accediendo a quedar. Fuimos a comer a un McDonald's, yo comí de un tupper. Me preguntó así un poco por encima pero tampoco mostró demasiado interés. A la media hora habíamos agotado todos los temas de conversación, le dije que fuéramos al cine para salvar la situación, aunque los cines de aquél sitio yo no los conocía. Dijo que de acuerdo. Fuimos a ver una de tiros. Un poco de trabajo de agarre y poco más, sin demasiado entusiasmo por su parte. Nos despedimos sin concretar ninguna nueva cita y tampoco volvimos a hablar, pero fue bastante correcta. Le dejo un sero.
La segunda vivía técnicamente en mi mismo municipio, pero en un barrio que todo el mundo sensato considera que es del pueblo vecino. Otra estudiante, pero esta universitaria. De letras por supuesto. También fui en tren. Esta no le dio mucha importancia al tema, pero cuando yo llegué me esperaba en un banco, fumándose un porro. Esta era un poco más decidida, me llevó a un bareto y empezó a beber estrellas. Yo la dejaba hacer porque por lo menos hablaba y así no tenía que contar yo nada. Por la tarde fuimos a un parque bastante guapo que había por ahí, y terminamos sentándonos en un banco, donde aproveché para meter mano. Opuso algo de resistencia, más de la lógicamente necesaria para que yo no pensara que era una fresca, que a pesar de todo fue hábilmente franqueada por los tentáculos del Dr Octopus. Luego se lió otro porro, al final ya iba un poco perjudicada. Cuando me iba me pidió el móvil y, en un gesto cavalleroso, le cedí el de mi compañero de entreno. Le dejo un sero.
Pensé que jugando en casa las oportunidades de rematar a puerta serían mucho más claras. La siguiente era una peluquera choni que vivía en un barrio gris de mi municipio. Es decir, que era vecina mía. Tenía un mal genio de la hostia, era muy mandona, y ya me di cuenta de que aquello iba a ser un fracaso. Quedamos para ir a comer en un sitio donde sabía que hacían buenos entrecots. Ella sólo quería ensalada, pero le dije que pidiera entrecot y pidiera ensalada de guarnición. Se ralló y discutimos, pero al final pidió lo mismo que yo porque "sería más fácil ir a medias". Seguimos hablando sin mucho entusiasmo, y al cabo de un rato se rebotó, me dijo que no era su tipo y se fue. Hábilmente me comí su entrecot, que todavía estaba caliente. Le dejo un dies.
La cuarta me di cuenta, hinvestigando un poco, de que era una subnormal amiga de una chica que había despreciado mi amor cuando yo era joven. Como sabía más o menos dónde vivía, le dije que me había enviado Dios para destruirla y que la iría a buscar a su casa, y la bloqueé de inmediato.
Con la quinta decidí afrontar las cosas más seriamente. Ni estudiaba ni trabajaba, pero tenía unas tetas king size. Preparé el terreno con antelación, quedando en un restaurante serio que uso cuando, en bulking, me quiero poner hasta el ojete. Reservé una mesa en el piso de arriba, presidida por un majestuoso póster del Roble Austríaco, calculando acertadamente que estaríamos solos.
Quedamos y fuimos directamente al sitio. La charla fue bastante animosa, es decir, que hablaba como una metralladora todo el rato. Como había comido hacía dos horas me excusé educadamente para ir al servicio, al fondo de la planta de arriba, y soltar el lastre necesario, sin la precaución de cerrar con pestillo sabiendo que no había nadie más en la planta. Excepto ella, claro. Me di cuenta del error cuando se abrió la puerta mientras estaba concentrado en el trono del poder, demasiado concentrado como para reaccionar a tiempo. Qué cojones había venido a hacer sólo lo sabe ella, lo que está claro es que no se esperaba que el aliento de la muerte la sacudiera como una onda expansiva, pude contemplar el Horror impreso en sus facciones. Se quedó parada sin saber qué hostias hacer. Le dije "pero que estoy cagando hostias", así que volvió a la mesa. Luego comimos sin más incidentes ni volver a sacar el tema, pero el ambiente había decaído ostensiblemente. Inmediatamente después de salir ambos coincidíamos en que teníamos urgentes asuntos que atender, y nos fuimos cada uno por su lado. Le dejo un sero.
La última bala en la recámara era una estudiante de bachillerato, pero por lo menos era de siensia. Quedamos para comer en la misma mesa del mismo sitio, convencido que como en el Guardiolato lo que falló no fue el sistema, sino el puto retrasado de Alves. Esta vez hice exactamente lo mismo, pero tomando la sensata medida preventiva de cerrar el pestillo, aunque ese día tampoco hubiera hecho falta porque me esperaba educadamente en su mesa. Tuvo el detalle de pedir por ambos, porque ya habíamos acordado lo que tomaríamos. Era algo sosa, pero muy simpática. No le entraba el ansia cuando yo estaba callado, es decir casi todo el rato, cosa que me gustó. Luego fuimos paseando por ahí y salió el tema de los perros, me dijo que tenía uno y que si quería ir a pasearlo. Con la excusa fuimos a su piso, donde sólo estaba su hermano caniflauta, y bajamos el perro al parque, donde hice exhibición de mi dominio con las bestias domésticas. Se me escapó el perro, pero luego enmendé el error capturándolo hábilmente y levantándolo en peso muerto. No me dejó hacer press, pero se rió como una retard. Volvimos a su piso, que entonces estaba vacío, así que la taladré con la broca de repartir mandanga. Luego me abrazó y me dijo que me quería mucho, que no la dejara. Se me pusieron por corbata. Luego me dijo que cuándo volveríamos a vernos, y le dije que en el puente del pilar. Lógicamente, fui al Arnold's Classic Europe, y ayer borré astutamente mi cuenta. Le dejo un sero.
Sobre el asunto de la puta. Lo que había pensado era presentarme como cliente, y luego exigirle la devolución del importe bajo vil chantaje de revelar su asuntillo a todo Cristo. Pero es que no soy tan hijo de puta.