Cuando era un joven fucker de ventitantos y no tenia disfunción psicógena, harto de los insulsos polvetes que de vez en cuando me permitían las técnicas de aproximación a veinteañeras, que eran pocos y a veces ni siquiera tenía la opción de ir más allá de tocar un par de tetas, llegué después de una noche de farra a las primeras horas de la mañana a mi casa.
En el periodico del día anterior me dirigí a la sección de contactos (no tenia internete en casa) y buscaba la palabra griego, pues tenia entre ceja y ceja partir un caca. Un anuncio de una ecuatoriana decí que cumplía todos mis deseos, incluido griego, y allí me fui a las 7:30 de la mañana. Era una gorda troll de unos 40 años y al principio me decía que no haría griego, a lo que contesté que la única razón por la que pagaría 50 euros por follarme a tal adefesio sería unicamente partir un caca y aceptó.
Mientras partía ese gigantesco culo, desvirgándome en este asunto escuché: "papito,papito que viene el tren" frase que repitió empujándome de un culazo, salió mi polla y tras ella un chorizo que nada tenía que envidiar al tamaño de mi verga, que tras ver eso se puso flácida como un churro mojado. La tiparraca me dijo: "llamaste muy tempranito, no me dio tiempo a la caquita de la mañana". Toda mi líbido se había perdido, pero acepté a que acabara con un francés.