cuellopavo
Frikazo
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Este hilo viene de reunificar post que ya había puesto por aquí en “Lecturas recomendadas” y https://foropl.com/foro-libros-comics/30201-fantasia-dragones-derivados.html hace tiempo, pero viendo que se acercan las vacas y que vuelven a aparecer por ahí, abro hilo propio, que se lo merece.
Cuando uno ve que se trata de fantasía y que es una serie de libros muy gordos con esas portadas tan horribles y horteras de la editorial Gigamesh, resulta muy difícil tomárselo en serio. Yo, de entrada, pensaría que son una basura, igual que todo el resto de las series de fantasía en general. De hecho rechacé leerlos durante un montón de tiempo, obedeciendo a mis prejuicios. Los prejuicios no suelen fallarme, pero esta vez se equivocaron. Canción de Hielo y Fuego es el máximo exponente de su género, pero su género no es fantasía épica, sino folletín. Desde luego no es épico, y no es una epopeya como lo era El Señor de los Anillos o como pretenden serlo muchos abortos literarios del género. La etiqueta “fantasía épica” es un estigma que arrastramos desde Tolkien y que nos convendría olvidar; lo fantástico abarca demasiadas cosas pero al mismo tiempo no lo abarca todo. “Fantasía” o “ciencia-ficción” son supergéneros que abarcan a todos los demás, un barniz que los cubre. Uno puede hacer un drama o una comedia en fantasía o c-f, y no por ello deja de ser, en esencia, un drama o una comedia. Cualquier otra consideración es cliché.
Así pues, estaremos de acuerdo en que Canción de Hielo y Fuego es un folletín. Para muchos ignorantes, eso significa asumir que se trata de una obra de simple entretenimiento que recurre a trucos efectistas para lograr emoción y mantener el interés. Lo curioso es que no se equivocan en eso. Se equivocan en asumir que sólo por eso ya se trate de una obra de inferior mérito o calidad, menos digna de atención que algo más “serio”. El error es pensar que como los culebrones venezolanos son folletín, todo el folletín es como un culebrón venezolano. Porque Alexandre Dumas no es como Boris Izaguirre, y Edmundo Dantés no es como Carlos Alberto (siempre hay un Carlos Alberto).
Si alguien no está de acuerdo con esto, debería revisar su escala de valores. Uno puede decir “eh, este tío acaba los capítulos en lo mejor para dejarme con ganas de seguir leyendo” o “vaya, este giro argumental tan inesperado es para descolocarme y aumentar mi interés”, o incluso “demonios, esta muerte dramática de un personaje principal da una gran carga emotiva a todo”; pero lo que uno no puede hacer es decir “bah, son recursos facilones”. La elegancia nunca es fácil, amigos. Hay mucho de todo esto en Canción de Hielo y Fuego, pero también hay elegancia y oficio. Hay personajes sólidos, con carácter propio, con ideas propias, casi con alma, cuyas conversaciones vertebran la obra. Hay una narración precisa, firme y clara, al servicio de la historia. ¿Por qué debería ser más brillante? Si Martin fuera futbolista, cierto que no sería Ronaldinho, pero sí podría ser Buffon o Casillas. Vamos, que no regatean a toda la defensa rival ni marcan con arte, pero no dejan de ser los mejores porteros del mundo. Al César lo que es del César, dijo aquel. Martin seguramente sea el mejor en el género, y lo demuestra en cada libro de la serie. La diferencia entre Canción de Hielo y Fuego y cualquier serie entretenida y olvidable es la misma que hay entre Hamlet y un telefilme de sobremesa de Antena 3.
En definitiva, creo que Canción de Hielo y Fuego es de lo mejor que he leído jamás en el género. Si no la conocéis, probad el primer libro, Juego de Tronos. Si al terminarlo no deseáis compulsivamente leer el siguiente, por favor, venid a explicarme por qué. Si la conocéis, sabréis que todo lo que dije es verdad. Si pensáis que no, comentadlo, hostia, que para eso está la opción.
Cuando uno ve que se trata de fantasía y que es una serie de libros muy gordos con esas portadas tan horribles y horteras de la editorial Gigamesh, resulta muy difícil tomárselo en serio. Yo, de entrada, pensaría que son una basura, igual que todo el resto de las series de fantasía en general. De hecho rechacé leerlos durante un montón de tiempo, obedeciendo a mis prejuicios. Los prejuicios no suelen fallarme, pero esta vez se equivocaron. Canción de Hielo y Fuego es el máximo exponente de su género, pero su género no es fantasía épica, sino folletín. Desde luego no es épico, y no es una epopeya como lo era El Señor de los Anillos o como pretenden serlo muchos abortos literarios del género. La etiqueta “fantasía épica” es un estigma que arrastramos desde Tolkien y que nos convendría olvidar; lo fantástico abarca demasiadas cosas pero al mismo tiempo no lo abarca todo. “Fantasía” o “ciencia-ficción” son supergéneros que abarcan a todos los demás, un barniz que los cubre. Uno puede hacer un drama o una comedia en fantasía o c-f, y no por ello deja de ser, en esencia, un drama o una comedia. Cualquier otra consideración es cliché.
Así pues, estaremos de acuerdo en que Canción de Hielo y Fuego es un folletín. Para muchos ignorantes, eso significa asumir que se trata de una obra de simple entretenimiento que recurre a trucos efectistas para lograr emoción y mantener el interés. Lo curioso es que no se equivocan en eso. Se equivocan en asumir que sólo por eso ya se trate de una obra de inferior mérito o calidad, menos digna de atención que algo más “serio”. El error es pensar que como los culebrones venezolanos son folletín, todo el folletín es como un culebrón venezolano. Porque Alexandre Dumas no es como Boris Izaguirre, y Edmundo Dantés no es como Carlos Alberto (siempre hay un Carlos Alberto).
Si alguien no está de acuerdo con esto, debería revisar su escala de valores. Uno puede decir “eh, este tío acaba los capítulos en lo mejor para dejarme con ganas de seguir leyendo” o “vaya, este giro argumental tan inesperado es para descolocarme y aumentar mi interés”, o incluso “demonios, esta muerte dramática de un personaje principal da una gran carga emotiva a todo”; pero lo que uno no puede hacer es decir “bah, son recursos facilones”. La elegancia nunca es fácil, amigos. Hay mucho de todo esto en Canción de Hielo y Fuego, pero también hay elegancia y oficio. Hay personajes sólidos, con carácter propio, con ideas propias, casi con alma, cuyas conversaciones vertebran la obra. Hay una narración precisa, firme y clara, al servicio de la historia. ¿Por qué debería ser más brillante? Si Martin fuera futbolista, cierto que no sería Ronaldinho, pero sí podría ser Buffon o Casillas. Vamos, que no regatean a toda la defensa rival ni marcan con arte, pero no dejan de ser los mejores porteros del mundo. Al César lo que es del César, dijo aquel. Martin seguramente sea el mejor en el género, y lo demuestra en cada libro de la serie. La diferencia entre Canción de Hielo y Fuego y cualquier serie entretenida y olvidable es la misma que hay entre Hamlet y un telefilme de sobremesa de Antena 3.
En definitiva, creo que Canción de Hielo y Fuego es de lo mejor que he leído jamás en el género. Si no la conocéis, probad el primer libro, Juego de Tronos. Si al terminarlo no deseáis compulsivamente leer el siguiente, por favor, venid a explicarme por qué. Si la conocéis, sabréis que todo lo que dije es verdad. Si pensáis que no, comentadlo, hostia, que para eso está la opción.