También como catarsis, carta-mail de hace unos 8 años, en los inicios de una relación que acabaría como un puto higo. Los que aguantéis el ladrillo hasta el final, benditos seáis, en serio:
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"Tal como te dije, aquí tienes mi mail para tu uso y disfrute, pero estate segura de que, aparte de por cumplir mi palabra, lo hago también por gusto, el gusto de escribirte para que me leas justamente tú. Otras veces que te he escrito, reconozco y veo claro ahora que lo hice más por necesidad (la necesidad de reparar algún lazo que creí roto, de aclarar algún malentendido, de salvar alguna distancia inquietante que creí se instalaba entre nosotros); en cambio, ahora es por simple y puro placer, un placer tranquilo y gratificante.
El título de "Parte del Día" no es gratuito, claro. Es mi manera de cerrar el círculo, es el nexo de unión con los días de mi escapada turca, aquellos días que tan cerca te tenía, o creía tenerte o quería tenerte, qué más da en el fondo. Aquel mensaje en el que me decías que echaste de menos "mi Parte" fue una de mis más íntimas satisfacciones de todos nuestros muchos ires y venires desde aquella primera y acertadísima propuesta tuya de "inicio de comunicación".
¿Sabes? En mis fases más o menos creyentes, mi idea de Dios suele ser justamente bastante próxima a ésa: una fuerza inexplicable que nos regala esos instantes de felicidad inefable (recuerda: in-efabilis, que no se puede transmitir con el habla) y que hacen de la vida algo más que un trámite biológico. A veces, esos regalos sobrenaturales duran realmente solo un instante, acaso porque nuestra visión de lo divino tenga que ser así: nebulosa y fugitiva.... Pero es sorprendente la fuerza que a veces tiene la huella de esos instantes. De repente, cuando la creías borrada, notas de nuevo su calor y recuperas esa maravillosa sensación. Cuando se me ocurrió poner lo de "Parte" en el
título, me pasó justo eso: se me agolparon en la mente todas mis ciudades, pueblos, mares, horas, lagos, caminos turcos en los que, sin tenerte, te tenía de alguna manera.... y el instante en que leí tu "eché de menos tu Parte" (me acuerdo hasta de la calle de Kayserii donde sonó el timbre) se reprodujo idéntico. Un déjà-vu, creo que lo llaman, pero no es exactamente eso y tampoco es sólo eso. Qué difícil es de transmitir esto sin abrazos ni susurros, pero tenía que intentarlo.
Me gusta estar aquí escribiéndote. Dejé fuera el azul del día, un azul limpio y cristalino de viento norte, para sumirme en la penumbra del cibercafé y las radiaciones cancerígenas de la pantalla, pero el saberte al otro lado del "hilo" le da luz a la penumbra y convierte el cáncer en un benigno veneno (la inevitable cursilería del día .... o no, vaya .... ¿se sabe siempre dónde está la frontera? .... luego me contarás si te ha dado la risa).
Me gustó muchísimo tu sms de hoy. Te sentí muy cercana y muy amorosa de mí. Fue justo entonces que miré por la ventana (mi primera luz del día) y recuperé el azul de los días de mi habitación de infancia por las mañanas... días de pereza matadora y cole obligado, así es la vida también a veces. Nuestro clima mediterráneo, ya sabes, tiene una cara oscura de sequías, incendios, tierras cuarteadas, moscas y soles inclementes, pero a cambio, tiene también un azul que a veces hasta duele de tan intenso. Es un azul de viento, seco y crujiente, casi eléctrico, que acerca los perfiles de las montañas litorales y las pone casi al aalcance de la mano, también un poco como en mis días escolares. Hoy es también uno de lsos días y no sabes cómo me ha alegrado que estés también ahí conmigo, a través de tus palabras, lo mismo que en la tarde bulliciosa de Estambul (pidiéndome camisa), junto al lago de Egirdir (anunciándome tu espera), en la noche helada de Kayseri (griposa y echando de menos mi Parte) o en la puerta de embarque en Colonia (advirtiéndome que, de locuras en Turquía, mejor las justas).
Y es de eso - creo yo modestamente - de lo que está hecha la vida: de esos momentos inolvidables que fabrica una persona para otra (a veces siquiera sin saberlo). Una vida que comienza entre células microscópicas que se juntan por puro azar y que se convierte en algo tan maravilloso e inefable, pues mira, no te digo que no, pero igual vas a tener la razón y va a haber un Dios o un Algo que es quien maneja el cotarro. Estoy un poco tonto y enamorao, ya me perdonarás este acceso de deísmo, no se repetirá... o sí...."