Bueno, pues otra rutita detallada por la N-301 de vuestro amigo Alacarga, para que ni los chupópteros se puedan quejar de que no han tenido reyes...
Mi primera parada como siempre fue en
Las Torres, local agradable a pesar del poco ambiente reinante. Me pido mi copa y me siento tranquilamente a ver el panorama, viendo que el nivel era tirando a medio. Tras unos minutos allí se me acerca una paraguaya llamada
Sofía, morena de pelo liso de agradable conversación. No estaba mal, pero suelo despachar a la primera que me entra a no ser que sea algo espectacular, manías de viejo supongo.
Tras otro largo rato en la barra, se me presenta una chica llamada
Ailen,
argentinaguaraní según ella... hay que ver lo que hacen algunas con tal de resultar exóticas. El caso es que la chica estaba bastante bien y tras acariciar sutilmente su cuerpo y decidido a no perder más tiempo (había que visitar más locales) me tiré para arriba con ella para a continuación seguir mi ruta.
Decidí tirar para el
Night Star, quería llegar a una hora prudente a ese local pues en mi anterior visita era ya muy tarde cuando entré. Poco, muy poco ambiente y nivel también tirando a bajo, a pesar de que había bajo mi punto de vista un buen número de chicas si tenemos en cuenta la amplitud del local. La paraguaya
Diana, de pelo rubio platino y ojos achinados, no tardó en intentar convencerme de que aceptara sus servicios, que decliné amablemente porque la chica no me acababa de llenar a pesar de que no estaba mal del todo. Eché el ojo a una rubia teen de pelo liso con un vestido negro muy corto, probablemente rumana, e incluso me acerqué un poco por la zona donde ella estaba a ver si había suerte, pero consiguió convencer al lugareño con el que departía (no serías tú, misilblanco ;)) y la noche en ese local toco a su fin para mí, no sin antes despachar a una rumana bastante menos agraciada físicamente aunque de agradable conversación llamada
Denisa.
Con noche aún por delante empecé a remontar la N-301 como los salmones, haciendo mi siguiente parada en
Los Molinos. El aparcamiento denotaba movimiento en el local y así era, había clientela suficiente para dar sensación de marcha pero sin llegar al agobio en ningún momento. Pero no sé, ni me gustó la primera vez que lo visité ni me gustó tampoco ésta. Bastante poco nivel, no llegué a divisar a ninguna chica de mi agrado en los diversos reconocimientos visuales que hice y tampoco me pareció que ellas estuviesen muy por la labor esa noche. Tras pedir mi consumición se me acercó... ¿
Zuly?, una paraguaya rubia un pelín entradita en carnes para mi gusto. Intento de conversación que se hizo imposible porque sobre el escenario había un cruce entre Manolo Escobar y Lauren Postigo que se dedicó a castigar mis oídos y los de los asistentes con unas interpretaciones musicales a un volumen atronador, rozando lo querellable.
Mi desánimo a esas alturas era más que evidente, y ya estaba viendo venir que la noche, como en mi anterior visita, había acabado en el plano sexual para mí. Una venezolana llamada
Verónica, pelo castaño, boca grande, tirando a madurita, intentó solucionar este problema con contínuas alabanzas hacia mi físico (verdaderas todas ellas
) y chanzas hacia el de los demás, fórmula que conmigo nunca ha funcionado y menos si el nivel de la chica no es para tirar cohetes. No me acaba de llenar para nada este local.
El caso es que todavía tenía ganas de marcha. Por ello decidí arriesgarme y parar en los demás locales que hay en la carretera en busca de alguna joyita perdida. Cuando aparqué frente al
Aquarium vi que tendría que tener mucha suerte para que eso fuera así, pues apenas había dos coches en la puerta. Al entrar en la sala, bastante amplia por otra parte y con un tiburón presidiendo, certifiqué que eso no tendría que ser suerte, sino un auténtico milagro divino pues tendría que convertir a la única mujer que había en el club, que no cumplía los 40 ni de coña, en Jessica Alba; al camarero y supongo dueño del local, en cualquiera de las del Bar Coyote; y al tiburón en una ración de pulpo a la gallega, que a esas horas ya se agradecía algo de comer. Mira que recé y recé, pero el milagro no se produjo y salí de allí por patas.
El último cartucho de la Nacional lo gasté en el
Lido, donde en una sala esta vez de reducidas dimensiones se agrupaban un grupo de 6 ó 7 chicas nada destacables y algún personaje de lo más pintoresco. Pude departir con una negra y con una rumana (pasé hasta de quedarme con los nombres) mientras me bebía mi refresco y me fui por donde había entrado. Me quedaba el
Pasarela, pero ante este panorama opté por tirar a casita... hasta que el diablo enredó y vi que cogiendo la A-43 todavía me daba tiempo a llegar a la zona de Valdepeñas... :53