La última vez que vi a Blanquita
Había pensado postear esta experiencia, antigua pero inédita, en la biblia puteril; pero al final he incluido una consulta, así que lo hago en este hilo:
Quiero iniciar mi aportación a esta nueva guía con la que considero la piedra más preciosa y brillante del collar de la reina.
La última vez que vi a Blanquita fue en sus últimos tiempos en casa de Nely. No sabría precisar mejor la fecha. No posteé en su momento por ser bien conocidas ella y su circunstancia. Se daba por sabido su temperamento gélido al principio, frío más tarde y ya tibio en esta época a la que me refiero. Desconozco cómo ha evolucionado posteriormente.
Tengo que decir que la temperatura sexual de Blanquita no la considero defecto, sino al contrario, parte de su encanto. Muchas hembras hay capaces de abrasarnos con la lujuria más animal pero Blanquita me gustó –me gusta– así. Es como si fuera eternamente virgen, como si el himen le creciera una y otra vez, como a Prometeo las entrañas.
Aquella vez empezamos con una ducha en común. Enjaboné cuidadosamente todo su cuerpecillo de náyade, deleitándome pensando que tras el agua jabonosa, pronto iba a seguir mi boca...
En Blanquita todo es bello y delicado, desde su melena rubia a los ojos, piernas y hombros, manos y pies. Las nalgas y pechos son breves y firmes como tallados por un maestro griego. Quizá lo que más me pierda sea su cintura, con ese vientre terso y acogedor y un ombligo creado para beber champagne en él.
Conociéndola por anteriores relaciones, la invité a tumbarse cómodamente y a dejarse hacer. Me dediqué a besarla y mordisquearla suavemente, desde las orejitas a las pantorrillas, desde el cuello a las ingles. Recuerdo que a pesar de estar recién duchada tenía un intenso olor femenino. Y recuerdo también mis esfuerzos por reprimir mi instinto carnívoro y no hundir fuertemente mis colmillos en la tierna carne de sus brazos.
Me pareció que llegó a sentirse a gusto, que por momentos incluso emitía leves ronroneos, aunque naturalmente, distando mucho de excitarse. Tengo la sensación de que para llevarla a un auténtico estado de gozo, sería necesaria la colaboración de unos sabios labios femeninos. Quizá su lugar en el mundo no sea el de satisfacer a toscos sátiros, sino el de ser la favorita de alguna diosa del Olimpo.
Tras gozarla profundamente y viendo que mi resistencia llegaba a su fin, me liberé del látex opresor e inundé su boca, profanando incluso parte de su rostro y cuello. Para mi sorpresa no se lanzó al baño precipitadamente, sino que sonrió leve, dulce, resignadamente. Y yo me quedé contemplándola unos instantes, confusamente extasiado, pensando que quizá el camino hacia el paraíso no sea la virtud, sino el sucio pecado...
Consulta: ¿alguien sabe si hay feeling con alguna de sus actuales compañeras? Si fuera así, puede que intentase aprobar cierta asignatura pendiente.