La última palabra
Novato de mierda
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- 5 Ago 2014
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Dejemos los arabescos para cuestiones superficiales, mis ripios decoraran innecesaria y estomagantemente asuntos de menor grado y transcendencia. Hoy me esfuerzo en ser preciso, didáctico y directo, hoy quiero ser el heraldo de un valor definitivo y superior. La vida en la Corte es una aspiración legítima e instintiva. Todos hubiéramos querido acorazarnos con las filigranas más ostentosas, con los más acerados yelmos y estoques. Pero el siglo XXI no es generoso ni considerado con la épica y la supervivencia nos obliga ser vulgares, a ser pragmáticos, a ponderar la inversión y el resultado con la mayor equidad. Los valores de las grandes épocas y los hombres memorables que las habitaron son hoy diana donde las saeta de la mofa, la chanza y el requiebro tosco se ensañan groseramente.
Pero hubo un momento en la Historia y un lugar que debería convertirse en la brújula de nuestros galanes. La conquista de una vulva, el sometimiento de una entrepierna, el abrirse paso a golpe de glande en las entrañas viscosas y pútridas de una hembra requería acciones heroicas. Un hombre, a su incontestable condición viril, unía una panoplia de eventos afortunados y de poses estudiadas, que a través de la osmosis y la repetición convertía en parte indisoluble de su carácter. Baldassarre de Castiglione lo llamó la sprezzatura. Se requieren varios y siempre insuficientes adjetivos para definirla, algo inalcanzable sin duda para mi parquedad y ascetismo verbal. Digamos que es algo así como la “facilidad” la “contención”, la “hombría impasible y equilibrada” la “distancia justa”, “la virtuosa exactitud” el saber galantear sin recurrir a lisonjas expresas y vergonzantes. El querer sin querer, el no hacer y hacerlo todo para encontrar sorprendida y lujuriosa a la hembra reclamando falo y sumisión sin saber de que manera llegó su cuerpo desnudo al tálamo del caballero.
Como sois hombres capaces comprenderéis instantáneamente lo que no he sabido explicar. Recurrir a la fuente original si necesitáis más datos pero mi consejo es manejar el concepto de manera abstracta, moldearlo, hacerlo vuestro y preocuparos más por ser que por definir. En demasiadas ocasiones he defendido que “la poesía es un ama cargada de futuro”, he reivindicado el poder de la palabra y sus efectos lisérgicos. Pero hoy os recomiendo la introspección, la verbalización interna y sobre todo la acción. Haced de la sprezzatura vuestra condición natural, ser cortesanos de calidad suprema, distinguiros entre la plebe como un mesías entre sus prosélitos. Sed distintos y sed mejores y sentiros, sobre todo, orgullosos de vuestra diferencia.
Las mujeres deberían amaros, deberían, si el mundo fuera un lugar justo que aspira a la supervivencia y la evolución, reclamar para sus óvulos la carga genética de vuestro esperma. Tal vez la fortuna condecore y beneficie a otros actores y actos más vulgares y menos honrosos, pero si la sprezzatura ha entrado en vuestra sangre, si vuestro adn ha sido nimbado con semejante don, levitareis sobre los pestilentes lodos de la injusticia. Si yo tuviera la mala suerte de necesitar recorrer los tortuosos y sicalípticos caminos de la noche, sin duda el blasón de mi casa sería el valor que hoy he venido a defender. No hay más que decir, sólo celebrar y agradecer que alguien pusiera nombre a nuestras aspiraciones y referencias. Buena suerte y que las sprezzatura os acompañe.