Es la mezcla idónea entre los dos modelos: una mujer que sea cariñosa, sensible, comedida, femenina, algo tímida, moderada, dependiente, maternal, eficiente en las tareas del hogar y, al mismo tiempo que, cuando se inicie el zafarrancho de combate sexual, se comporte como una auténtica loba; esto es: sensual, atrevida, provocativa, erótica, morbosa, descocada, desenfrenada y puta hasta el punto de que sea capaz de soberte el tuétano de los huesos. Luego, acabado el acto, te mira con carita de pundonor, de inocencia sumisa, y vuelve a mostrar su faz del modelo 2.