Ah sí, las catalanas batasunas. Esas dan para hilo propio pero sólo entraríamos los de casa.
Criadas paritariamente entre los catalanes de bien, jóvenes y hermosos monitores de esplai, estudiantes de magisterio infantil, revolucionarios diletantes, voluntariosos aprendices de periodistas patrióticos, eternos estudiantes de la UAB que gandulean en la asamblea de letras, proletarios ilustrados, terneros de sangre joven que encienden la catalana tierra, hijos díscolos de padres convergentes que votan a las CUP para épater la burgeoise, la lacra de Sarriá y el orgullo de la Nación... que luego abren las puertas de sus casals de barri a los vascos para que entren y se follen a sus novias.
Los vascos.
Criaturas míticas con la sabiduría de un elfo y la fortaleza de un ogro, semidioses exiliados de su tierra natal, un antiguo paraíso primigenio convertido ahora en una tierra adusta y cincelada por las explosiones y las malas artes de las
ORDAS DEL MAL. Hoy en día el vasco se ha convertido en un ser errabundo que vaga por el mundo beviendo kalimotxo con furia y melancolía para olvidar la historia del auge y la caída de su raza, una historia dolorosa que los curiosos, especialmente los catalanes, matarían por escuchar de la boca de un
vasco de verdad. La historia es siempre la misma, ellas ya la han oída mil veces en sus iPods, narrada por los hermanos trovadores Muguruza, pero nunca pierde la capacidad de congregar docenas de ojos alucinados y bocas entreabiertas.
Hay un momento crítico en todo esplai o casal de barri que se produce cuando entra algun elemento foráneo que habla en español. La inquietud se percibe en el ambiente. Nadie quiere ponerse agresivo porque allí todos son amigos, camaradas, pero que alguien entre para utilizar la lengua de Águila Roja es una ofensa peor que preguntarle a tu madre qué hora es y aprovechar para escupirle en la boca. Pero todo cambia cuando el vasco revela su origen verdadero. En ese momeno una chica dirá:
-Ah... ets basc? I... parles basc?
Atención, porque esa es la prueba de fuego. Si responde afirmativamente, ya se ha ganado la audiencia. Evidentemente él que no es tonto dice que sí, con timidez, y si además declara que el vasco es su lengua materna todas las cabezas se girarán al unísono enmedio de una muda y terrible fascinación. Algún incrédulo se le acercará para pedirle el DNI, y después de comprobarlo sólo podrá decir con un hilo de voz:
-Sí, és un basc de veritat... ha guixat amb boli Bic allò de NACIONALIDAD ESPAÑOLA!!
Fiesta mayor. Los indepes lo inchan a preguntas. Sobre lengua, cultura, lucha armada, etc. Alguien le preguntará cómo se llama, y el vasco responderá un galimatías con muchas K y muchas Z y muchas T y muchas X. Izkonkzoizktz o Gokzatxizokea o Ctulhu.
-¿Y qué significa tu nombre? -, preguntan, cambiando servilmente al hispaniol.
Probablemente dirá que "lluvia de estrellas", "néctar de ambrosía", "fuente inagotable de amor" o alguna de estas mierdas hippies que ellos tienen por nombre. Ellas diran "que maco!" y ellos reirán con sorna, algo decepcionados porque esperaban que tras aquél abrupto carnaval consonántico se escondiera algo parecido a "picoleto muerto en la ría del Nervión". Pero las preguntas siguen, hasta que en un momento dado el vasco dirá:
-Joder, preguntáis más que un guardia civil.
Todo el mundo sin excepción se reirá. Es envidiable que se tome con tanto humor su condición de foragido, como Sergio Gramos cuando hace broma sobre su retraso mental. En un momento dado el vasco explicará
La Historia y cuando termine la parroquia, fascinada, ya estará planeando su peregrinaje estival a Mondragón, la Meca del independentismo, mientras él clava su mirada sobre la chavala más hermosa del esplai. Le agarrará el culo con descaro y ellos aún lo invitarán a beber, y si hay algo en esta vida aún más triste que ser un pagafantas es ser un puto pagakalimotxos, que, para más inri, no invita a la chica sino al maleante que se la tragina. Se marcharán cogidos de la mano pero antes aún acertará a decir:
-Eh tiu, grasies por la invitación a kalimotxo.
-Oh, parles català!
-Lu intento.
-Doncs ho fas molt bé!
Y mientras se lleva la muchacha a casa, le arranca el pañuelo palestino y lo usa para atarle las manos a la cabecera de la cama, a los locales aún les quedará noche por quemar. Cantar Obrint Pas hasta agotar los pulmones y, ahora que ya no está el vasco, aparcar el kalimotxo y regar el hígado con cerveza, que es lo que beben los catalanes cuando cumplen los 16 y no tienen la mirada del Gran Hermano Vasco clavada en el cogote. Al llegar a casa irán tan borrachos que no eyacularán ni media hora después de masturbarse con tenacidad, caerán rendidos y a la mañana siguiente se despertarán con la polla fláccida aún entre las manos, una bandera a media asta, sin sangre en las venas, una metáfora muy reveladora sobre su existencia miserable y su patriotismo de polla arrugada.
Los vascos vienen aquí a follar con catalanas, eso lo sabe todo el mundo. Además lo hacen por vicio, porque no necesitan el sexo para reproducirse. Su raza nació con el primer rayo de sol y morirá cuando el Astro Rey se funda, son inmortales y no se diferencian genitalmente.
Todos los vascos y "vascas" tienen polla, y no hay vascos gays porque la homosexualidad es una "depravación francesa" tal y como decía Sabino Arana en un texto que no recuerdo de un libro que he olvidado, pero buscadlo que lo dice seguro.
Si dondequiera que vayan los vascos son rechazados, en Catalunya son idolatrados, y si vienen aquí es precisamente para sentirse reyes otra vez, como antaño, cuando dominaban el mundo y tenían los mortales subyugados gracias a sus conocimientos metalúrgicos superiores. Entonces los españoles les robaron la llama de la técnica y la expandieron por el resto de la Península Ibérica. Esta es la historia de la industrialización española, aprox.
A las indepes catalanas les gustan los vascos. ¿Y a quién no? Sus raíces se alimentan con sangre y no con vil dinero. Su nación fue fundada por guerreros y no por banqueros. Su movimiento de liberación nacional fue iniciado por cristianos fanáticos y no por monaguillos. Su patriota ideal es un desequilibrado que lanza cócteles molotov contra las multinacionales, y no un puto jubilado que escribe indignadísimas cartas al director de l'AVUI y las termina citando dos versos softcore de Verdaguer. En la atracción sexual que ejercen los vascos podemos encontrar rastros del erotismo del criminal, y también del artista romántico, excluído, trágico y marginado, el soñador aplastado por el peso de sus propios ideales. Porque allí la gente lucha por sus creencias y aquí la gente escrive sobre sus ideas, y todo el mundo sabe que las groupies follan con el guitarrista que quema la masterclander y no con el crítico musical.
La progre catalana no quiere un petardo que trabaja el doble para poder pagar al señor feudal, sino un gamberro que suba al monte y baje al cabo de dos horas con las manos manchadas de sangre gritando "he matado el lobo!". Eso está en el imaginario colectivo del país, y no se puede evitar.
DEMOSTRACIÓN: Imaginad las siguientes situaciones creadas en base a una matriz literaria imaginaria, cuyas consecuencias por lo tanto son 100% aplicables a la vida real. Es ingeniería literaria.
A) Nos remontamos hasta la Edad Media o incluso antes, durante la Transición Española. Estamos en un contexto feudal y tenemos una familia de vascos, padre, madre e hijo, que viven juntos en un caserío. Imaginad al padre. Trabaja la tierra con sus propias manos. Tiene un pecho poderoso como morzhilla, oscurecido por un bosque de pelos rizados entre los cuales perlean gotas de sudor. De vez en cuando descansa para regar el gaznate con un tiro de pacharán, y se seca la frente con su largo mullet. La mujer y el hijo lo contemplan con lascivia.
De pronto llegan los castellanos, una unidad de 20 hombres comandada por el virrey Luís de Orellanos. Le piden el 75% de la cosecha. Él se niega. Le piden el 50%. Se vuelve a negar. Estan a punto de pedirle el 30 cuando él les destroza el cráneo con el arao, el vasco abre las cabezas como si fueran mejillones y les sorbe el cerebro. Pronto hay más sangre que sudor sobre su cuerpo. Pero el furor termina pronto, 10 castellanos lo reducen, lo acuchillan y el virrey se mea encima de sus ojos muertos. Después cuelgan al hijo de un árbol y violan a la mujer.
Ella le pondrá a su hijo el nombre del anterior. Lo educará como si fuera él y le ocultará su ascendencia castellana. El chaval crecerá con el odio a Castilla incrustado en el lóbulo frontal. Entrenará y hará s/entadillas cada día y peso muerto con un carromato de bueyes y cuando sea lo bastante fuerte partirá hacia tierras castellanas, abillado con una txapela, y las conquerirá a puñetazos. Se enfrentará cara a cara con el virrey, un duelo final que no será metáfora de nada sino un choque de violencia atávica desfermada, y cuando tenga la bota encima de la cabeza del virrey este le confesará que es en realidad su padre, a fin de enternecerlo y confundirlo. Pero nuestro euskal-Conan responderá que los vascos nacen donde les da la puta gana y le aplastará el melón gritanto GORA!!!!
B) Imaginemos la misma situación con un catalán. Quien trabaja la tierra es el crío. El padre se dedica a hacer números dentro de la masia. La grasa estomacal le cae encima de la polla como una avalancha de nieve blanda. Se está quedando calvo y las dioptrías se acercan a las dos cifras. A pesar de esto su esposa, a quien hace dos años que no se trajina, se pregunta qué debe estar haciendo mal, pero lo que no sabe es que no es ella la que hace las cosas mal, sino la pelandrusca del pueblo quien se las hace demasiado bien.
De pronto llegan los castellanos. Le piden al padre el 75% de la cosecha. Él les dice que si le rebajan el impuesto al 50% convencerá al resto de sus vecinos para que paguen el 80%. Los castellanos aceptan, vuelven al año siguiente. Ahora quieren que él les pague el 60% y que convenza a los vecinos para que entreguen el 85%. Él se niega y los castellanos lo amenazan con revelar a sus vecinos que los ha timado. No le queda más remedio que volver a tangarlos, para cubrir la demanda hace trabajar dos horas diarias más al niño.
Vuelven al año siguiente. Ahora quieren el 75% de él y el 90% de sus vecinos. No se puede negar y sus vecinos están demasiado ahogados y agotados como para revelarse. Pero su hijo lo odia. Lo odia a él y a todo lo que él representa. De hecho, se siente tan avergonzado que decide cortar con su padre, sus vecinos y todo aquello que le recuerde que es catalán.
Y así fue como un sencillo heredero fundó el PSC.
Espero que os haya quedado claro por qué las perroflautas catalanas se sienten atraídas por los vascos. Afortunadamente un vasco no es para toda la vida, son seres caprichosos que la acabarán dejando enmedio de lágrimas, con los ojos rojos y la entrepierna irritada. Se llevará la vida que les quedaba por vivir y los cedés de Mikel Laboa. Quizás entonces tendréis una oportunidad con ellas. Os casaréis, pediréis una cipoteca a La Caixa y cuando tengáis un hijo ella le pondrá un nombre vasco. Cada vez que lo llaméis recordaréis los buenos tiempos, cuando érais jóvenes onanistas que votábais a las CUP, y ella pensará en aquél vasco lleno de pendientes oxidados que desapareció en el horizonte mientras su mullet se despedía haciendo olas.
Un día le pediréis que os ayude a haceros el nundo de la corbata y le diréis "ei carinyo, no tan fort, que sembla que em vulguis escanyar!". Vosotros os reiréis, pero ella no.