Viajes Desde Flandes con amor.

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Joder ya se han cargado al señor Barley y nos quedamos sin hilo de Bélgica.
 
Los primeros días.

Viendo que los foreros aprecian mi consumado talento literario, especialmente mi nuevo amigo ICARUS, continuaré mi apasionante relato sobre las aventuras y desventuras de mi cotidianidad.

El pequeño hotel lo regentaba una misteriosa mujer paquistaní, tan amable como rechoncha, aunque introvertida, tras haberse habituado durante años al reservado modo de obrar belga. "Estaré aquí hasta el martes", indiqué tras los protocolarios saludos y muestras de cortesía. La habitación, claustrofóbica y excesivamente enmoquetada, ni siquiera contaba con escritorio, tan sólo con su angosto pero cuidado cuarto de baño privado que, pensé al buscar donde dormir, era lo único que exigí y exijo siempre. La señora trató de hacerme soltar quince euros más a cambio de otra estancia supuestamente más cómoda, pero me negué firme y educadamente sabiendo que la misma podría reservarme alguna que otra desagradable sorpresa. También contaba con un grasiento y triste televisor del siglo pasado, mas los programas aquí son tan animados como sus plomizos habitantes.

Tras dejar mis cosas sobre la cama y descalzarme, lo primero que hago siempre al llegar a cualquier lugar, planeé visitar la Grand' Place, cruzándome en mi camino hacia la misma sin esperarlo con la catedral de San Miguel y Santa Gúdula, por lo que me apresuré a entrar; sólo quedaban quince minutos para su cierre, tal y como había descubierto consultando la guía antes de salir.

Un gran edificio grisáceo y solemne, perteneciente a un peculiar estilo conocido como gótico de Bramante -el cual se desarrolló sobre todo en las regiones más septentrionales de nuestro imperio-, me dio una silenciosa y fantasmagórica binvendida a su interior y a la ciudad, como si cientos de años de historia conservasen todavía el eco de las voces de los hombres que tallaron sus piedras. Me dispuse a contemplar detenidamente el colosal monumento observando que, además de por la extensa bóveda de crucería y de la impresionante vidriera que representa el Juicio Final, el templo se halla exento de toda ornamentación, debido a los sucesivos saqueos protestantes, por lo que no resulta tan espectacular como quizá el viajero esperaría. Me decepcionó un poco.

Al llegar a la Grand' Place, vislumbré una etílica feria que, desgraciadamente, acababa justo ese día. No obstante, decidí volver al día siguiente, para adentrarme en el Ayuntamiento y en el Museo de la Ciudad. En el primero, aunque no me permitieron visitarlo realmente debido a que no había llegado en horario de visita -los guías no estaban disponibles en aquel momento y las visitas sólo pueden ser guiadas-, pude disfrutar de una interesante exposición de arte japonés que allí se celebró, con obras del mismísimo Hokusai -ya ha finiquitado, lo siento Rarito :lol:-; en el segundo, contemplé decenas de trajes de la famosa estatuilla que micciona -el vestido de España era, cómo no, de torero. Y así, durante mis primeros días, y antes de empezar con el papeleo que ahora tantos minutos me reclama, Bruselas me abrió sus puertas con su olor a gofre y su gélido viento otoñal.

Pese a los placeres estéticos que me proporcionó el descubrir la ciudad, aún me hallaba con el grave problema de la falta de alojamiento, el cual se vio momentaneamente solventado al ser amablemente acogido por el hijo de unos amigos de mis padres, quien trabajaba de algo terriblemente importante relacionado con la UE y todas esas perroflautadas. En su casa me alojaría una semana, en compañía de aquel hombre y de un amigo suyo inglés de lo más hilarante. El descendiente de la pérfida Albión, muy chauvinista él -como indicaban sus estrambóticos calcetines decorados con la Union Jack-, se caracterizaba, además de por su flemática educación británica y su cómica dentadura amarillenta de roedor, por su enconada animadversión hacia sus lejanos primos norteamericanos, de quienes gustaba burlarse con un sonoro "YIIIHAAA...!!" cada vez que escuchaba alguna típica expresión yanqui en la CNN mientras cenábamos. Me pareció muy amo al arrancarme más de una carcajada, ni que decir que me cayó bien.

Otra gracia, que hacía reír más a mi benefactor, era la de poner el vídeo del balido de una oveja mezclando el campestre sonido con la música de un grupo llamado los "Redneck". "¡Beee...!", exclamaban constantemente para lolearse juntos a continuación. No había día que no hiciesen el numerito, hasta dibujaron una oveja en varios post-it al volver borrachos a casa en una ocasión. Tardé en pillarlo, pues no me lo explicaron al principio, quizá inconscientemente celosos del vano secreto que tanto les alegraba tras las duras jornadas de reuniones interminables, tras los cafés malos entre los acristalados pasillos de los edificios cercanos al Parlamento, tras la pesada sensación de asfixia impuesta por los invisibles mas omnipresentes roles sociales. La risa es un bálsamo, la panacea universal a veces, ante el absurdo de una existencia sobre la que ni siquiera se nos ha permitido decidir sobre el cuándo nacer y el cómo. ¿Merecería la pena vivir sin LOL? Son éstas reflexiones de quien ahora mismo retoca escrupulosamente estas plabras que comparto con quienes discuto pero no conozco, de un vulgar estudiante sin más compañía que la de su portátil, sus fieles libros, y sus antiguos trastornos nerviosos. Rayadas mías, amigos, no me hagáis mucho caso y sigamos con el relato, ya que supongo que algunos de vosotros estaréis siguiendo este hilo con interés: los que no seáis retrasados y disfrutéis con la lectura.

El caso es que desde allí, gracias a la utilísima oficina de alojamiento de la universidad, pude por fin encontrar un sitio en el que dormir en lugar de caerme muerto en la calle: mi pequeño pero acogedor estudio, desde el que se supone que debería estar terminando de hilar este post, pues ahora me encuentro escribiendo desde un sucio cibercafé. En resumen, hasta ahora he residido en Bruselas en tres sitios diferentes: un hotelito, cercano a la Place de la Constitution, donde es muy fácil encontrar donde alojamiento unos días; la casa de mis bovinos compañeros, situado en un desván con hermosas vistas al cerebro de la Unión Europea; y mi nuevo hogar en Anderlecht, cuyo salón es casi todo el piso en sí. ¿En Anderlecht? Sí, porque si hay algo que he descubierto buscando un sitio es que conseguirlo en Bruselas en sí supone un desafío; en su lugar, lo más inteligente es tratar de alojase en cualquiera de las zonas alejadas del centro de Bruselas: una pequeña ciudad mucho más extensa y poblada de lo que parece.



Edito: No pongo fotos porque este ordenador es lento de cojones y tardan mucho en cargar las webs para subirlas, aunque lo acabo de intentar. En casa tengo el mismo problema con mi conexión, por lo que agradecería consejos de nerds de la informática por MP.

Por cierto, Torbe, es algo embarazoso entrar en Putalocura desde un cibercafé con esos anuncios sepsuales que pones. Me ha mirado todo el mundo como a un irredento pajillero al entrar en el foro. Pon cosas más discretas, plz.

Qué complicado es hacer un ladrillo con un azerty, Dios.
 
Eh Barley, tu hilo está bien y desde luego ahora está en el lugar adecuado. Yo no he dicho nada en su contra.

Me caes bien.
 
Voy a arrasar en el próximo certamen literario, lo presiento.
 
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