Hola.
Os escribo para contaros que hoy me ha entrado una chica.
Una compañera de inglés preciosa de 24 años de origen rumanoide no visible.
Se ha puesto a hablarme con una normalidad impropia de una maña, supersimpática, como si fueramos amigos de toda la vida. Se reía con mis bromas y se tomaba confianzas graciosas como moverme la mesa para torcer mi escritura... Ha sido divertido. Me estoy pensando llevarla a ver alguna pelicula en BSO con la excusa del idioma.
Es el primer contacto que tengo con una mujer fuera del cibermundo o de mi entorno laboral desde que rompí definitivamente con mi anterior vida. El primer contacto desde que decidí romper con todo mi mundo, aislarme y empezar de cero.
Os lo cuento porque no me he rallado en absoluto. Nada de sera una puta como todas, nada de es rumana seguro que va por mis dineros, nada de me gusta mucho, nada de mirar sus zapatos o pensar en indagar sobre su pasado, nada de dolores ni caos autoinfligidos. No pensaba en ella, no pensaba en mí.
Solo yo sonriendo, hablando y fluyendo sin miedo.
Porque estoy cansado de pensar, de preocuparme por cosas que no son importantes. Cansado. Cansado de mirar por lo que tengo que perder cuando la verdad es que no tengo nada.
Ahora soy jodidamente libre para quedar en ridiculo, para meter la pata.
En estos momentos podría entrar a unos grandes almacenes con un cinturón de dinamita sin pestañear, podría saltar por mi ventana. No me importa nada.
Pero no hago eso porque sé que en el último segundo antes de espachurrar mis tripas sobre la calzada, antes de morir, me arrepentiría de no haber hecho lo que estoy haciendo ahora.
Cojerme los cojones, fijarme un objetivo y tirar para delante para llegar a disfrutar algún día de los placeres de sobresalir de entre la masa.