Dejo olvidado el móvil un par de días en casa ajena y cuando lo recojo me encuentro con ocho llamadas perdidas entre las once de la noche y las tres de la mañana, y también un mensaje de voz que me dice lo siguiente:
Buenas. Yo soy el esposo de Menganita. He visto que ustec ha enviado un mensaje al teléfono de ella en el que dice que espera verla pronto, que la ha pensado mucho y yo qué sé. Espero que no se le vuelva a ocurrir nada de eso, porque ella ya tiene a su esposo aquí. Es la primera y última vez que le digo.
Momentos de gran tensión. Emoción, intriga, dolor de barriga.
Y todo por un sms, menos mal que no vió los 18 restantes.
Señores, qué pachanga. Aquí han de ponderarse mis angustias. Nunca me había visto en trance semejante.
Ya no salgo de mi casa sin mi llave de pugilato, recuerdo de una juventud un tanto turbulenta, y siempre me acompaña mi faca de cachas nacaradas, recuerdo de Albacete, por lo que pudiera pasar.
Opinen si lo tienen a bien. No quisiera extenderme demasiado.
Saludos.