El Gran Hilo de Emil Cioran

Ya sé que te referías a eso. :lol: No tienes que lavarte nada, joer. Es que yo reacciono mal ante ciertas cosas.

Edito: Con el forochat ya se ha alcanzado la segunda página.
 
Bueno, pues siendo así, que cuellopavo borre lo que sea de forochat y que deje lo que sea de Cioran, que creo que será lo mejor. Eso, si le parece bien a cuellopavo, claro, incluyendo este mensaje.
 
Hay obvias distancias con Gala, pero en sus ultimos años gozó de ciertas prebendas con el gobierno Miterrand. Se dice que así era desde que coincidió en un famoso burdel con el mismísimo Miterrand y que luego se hicieron compañeros de puterio.

A mi siempre me ha parecido que Cioran se pasaba de tremendista, mejor dicho que se pasaba de tremendista para ser un putero de pro, pero bueno que hablen los entendidos.
 
Me uno a la pregunta de Jack y además digo que me compré hace un tiempo Ese maldito yo y aún no lo he empezado. Bueno, he leído algunos aforismos por curiosidad, pero nada más.

Por otra parte, ¿cómo os leeríais vosotros un libro de aforismos, pongamos el ejemplo de Ese maldito yo? ¿Lo leéis en la cama, o en el metro, o dónde? ¿Lo leéis del tirón como si fuese una novela, o vais leyendo según el estado de ánimo? En definitiva, ¿cómo cojones se lee un libro de aforismos del viejales para aprovecharlo lo mejor posible?
 
Jack Merridew rebuznó:
Extrído de Wikipedia, de las propias palabras de Cioran.

"Recomienda el autor que no leamos su libro de un tirón, sino poco a poco, de noche preferiblemente, y sobre todo en momentos de pena o hastío. Porque es en esa situación cuando necesitamos que un simple pensamiento nos libere. Al fin y al cabo, un aforismo es algo discontinuo, un pensamiento instantáneo, que si bien no encierra mucho de verdad, si puede contener algo de futuro. Podemos encontrar un aforismo que afirme un acontecimiento y en la página siguiente otro que niegue eso mismo; y en realidad ninguno vale más que otro, sino que pertenecen a momentos distintos. Cioran no pretende ofrecer verdades absolutas, sino que nos lanza sus aforismos como si fuesen bofetadas"

Anda, no había visto yo eso. Pues si ILG quiere que lo leamos así, así lo leeremos.
 
Jack Merridew rebuznó:
... pero parece casualidad que tenga un Word ,desde hace poco más de un año, en el que voy recopilando todas las lucideces y sandeces que se me van ocurriendo y que, de vez en cuando, pego en el tablón de Facebook, como el que escribe un verso bíblico en la puerta de unos baños públicos...

ruben_clv rebuznó:
No os cortéis coño, transcribid algún párrafo.

https://foropl.com/creaciones-propias/110796-aforismos.html
 
Jack Merridew rebuznó:
Tengo tantos que prefiero abrir un hilo específico en Creaciones Propias.
Próximamente.

De ahí viene el link :lol: Yo al cabo del tiempo llegué a tener como unos 200 -y estuve a un tris de publicarlos :oops:-
 
Cioran, forero:


" “Tengo un punto en común con Sartre. Sartre dijo, poco antes de su muerte, que él se había entendido siempre mucho mejor con las mujeres que con los hombres. Este es también, mi caso: yo prefiero las mujeres a los hombres. ¿Sabe usted por qué? Porque la mujer es más desequilibrada que el hombre. Ella es un ser infinitamente más mórbido y enfermo que el hombre. Ella se resiente de las cosas que un hombre no puede siquiera sentir. He observado que las mujeres estaban en general más cerca de mi manera de escribir que los hombres. Quedé muy impresionado cuando leí que Sartre había dicho que él prefería la conversación de las mujeres a la de los hombres. "

Entrevista a Emil Cioran: ?Heidegger creyó demasiado en las palabras." : Libros Colgados
 
¿Qué tal, amigos?

Yo de Cioran me he leído todo esto.

Dibujo.jpg
Y que tenga los títulos en la base de datos significa que tengo guardados fragmentos de cada uno de ellos.

Si queréis los vuelco aquí, amigos.
 
Robert Canta rebuznó:
¿Qué tal, amigos?

Yo de Cioran me he leído todo esto.

Dibujo.jpg
Y que tenga los títulos en la base de datos significa que tengo guardados fragmentos de cada uno de ellos.

Si queréis los vuelco aquí, amigos.

Vuelca, vuelca, pero que no se te derramen.
 
Vamos allá, amigos.


BREVIARIO DE PODREDUMBRE

Todas las verdades están contra nosotros. Pero continuamos viviendo porque las aceptamos en sí mismas, porque nos negamos a sacar las consecuencias.

Las empresas gloriosas del pasado, así como los hombres que las suscitaron, ya no interesan más que las bonitas palabras que las coronaron. ¡Pobre del conquistador que no tenga ingenio! El mismo Jesús, aún siendo dictador indirecto desde hace dos milenios, no ha marcado el recuerdo de sus fieles y de sus detractores más que por los retazos de paradojas que jalonan su vida tan hábilmente escénica. ¿Cómo interesarse aún por un mártir si no profirió una frase adecuada a su sufrimiento? Sólo guardamos memoria de las víctimas pasadas o recientes si su verbo ha inmortalizado la sangre que les salpicó. Incluso los mismos verdugos no sobreviven más que en la medida en que fueron comediantes. Nerón hubiera sido olvidado hace mucho sin sus salidas de payaso sanguinario.


Cuando junto a un moribundo sus semejantes se inclinan hacia sus balbuceos, no es tanto para descifrar su última voluntad, sino más bien para recoger una frase ingeniosa que poder citar más tarde a fin de honrar su memoria.


Que la vida no significa nada, todo el mundo lo sabe o lo presiente: ¡que se salve al menos por un giro verbal! Una frase en los momentos cruciales de la vida: he aquí poco más o menos todo lo que se pide a los grandes y a los pequeños. Si faltan a esta exigencia, a esta obligación, están perdidos para siempre; pues se perdona todo, hasta los crímenes, a condición de que estén exquisitamente comentados y acabados.


El movimiento, menuda tontería.


Que sea maldita para siempre la estrella bajo la que nací, que ningún cielo quiera protegerla, que se disperse por el espacio como un polvo sin honra. Y el instante traidor que me precipitó entre las criaturas, ¡sea por siempre tachado de las listas del Tiempo!


DEL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO

No vale la pena matarse: siempre lo hace uno demasiado tarde.

El futuro sólo se vuelve temible en cuanto uno no está seguro de poder matarse en el momento deseado.


Es obvio que Dios era una solución y que nunca se encontrará otra igualmente satisfactoria.


De joven, mi placer era crearme enemigos. Hoy, en cuanto tengo uno, mi primer impulso es el de reconciliarme con él para no tener que preocuparme más. Tener enemigos es una responsabilidad. Mi carga me basta, ya no puedo llevar la de los demás.


Sin la idea de un Universo fracasado, el espectáculo de la injusticia bajo todos los regímenes llevaría, incluso a un abúlico, a la camisa de fuerza.


La ventaja no desdeñable de haber odiado mucho a los hombres es la de llegar finalmente a soportarlos por agotamiento de ese mismo odio.


No he conocido una sola sensación de plenitud, de dicha verdadera sin pensar que ése era el momento justo de retirarme para siempre.


En una obra de psiquiatría sólo me interesa lo que dicen los enfermos; en un libro de crítica, las citas.


A veces uno quisiera ser caníbal, no tanto por el placer de devorar a fulano o a mengano como por el de vomitarlo.


Desde la mañana hasta la noche, fabricar pasado.


No hay posición más falsa que la de haber comprendido y permanecer vivo.


No nacer es sin duda la mejor fórmula que hay. Desgraciadamente no está al alcance de nadie.


DESGARRADURA

Según una leyenda de inspiración gnóstica, en el cielo se desarrolló una lucha entre los ángeles en la cual los partidarios de Miguel vencieron a los del Dragón. Los ángeles indecisos que se limitaron a mirar fueron relegados a la Tierra, para que en ella llevasen a cabo la elección a la que no se habían resuelto arriba, elección tanto más penosa cuanto que no traían recuerdo alguno del combate y menos aún de su actitud equívoca. Así, la causa de la historia sería un titubeo y el hombre el resultado de una vacilación original, de la incapacidad para tomar partido en la que se hallaba, antes de su destierro. Arrojado a la tierra para aprender a optar, se verá condenado al acto, a la aventura, en la que podrá brillar sólo si ha asfixiado en sí mismo al espectador. Si el cielo permite, hasta cierto punto, la neutralidad, la historia, por el contrario, aparece como el castigo de quienes, antes de encarnarse, no hallaron ninguna razón para adherirse a un campo en lugar de al otro. Se comprende, pues, que los humanos tengan tanta prisa por abrazar una causa, por aglutinarse alrededor de una verdad. Pero, ¿alrededor de qué clase de verdad?


Lo que no puede expresarse en términos de mística no merece ser vivido.


Si existe un instante en el que debiéramos reventar de risa es cuando, bajo el efecto de un malestar nocturno insoportable, nos levantamos sin saber si vamos a redactar nuestra última voluntad o si nos contentaremos con algún miserable aforismo.


La muerte es un estado de perfección, el único al alcance del mortal.


Incluso cuando nada sucede, todo me parece de más. ¿Qué decir entonces ante un acontecimiento, ante cualquier acontecimiento?


Si existiera una manera corriente, o incluso oficial, de matarse, el suicidio sería mucho más fácil y frecuente. Pero como para morir cada uno debe encontrar su propia fórmula, se pierde un tiempo tan precioso sopesando tonterías que se olvida lo esencial.


La base de la sociedad, de cualquier sociedad, es un cierto orgullo de obedecer. Cuando este orgullo ya no existe, la sociedad se derrumba.


Somos y seguiremos siendo esclavos mientras no estemos curados de la manía de esperar.


Cada vez distingo menos lo que está bien de lo que está mal. Cuando ya no encuentre ninguna diferencia entre una cosa y otra, suponiendo que lo logre algún día, qué gran paso hacia adelante. ¿Hacia qué?


Nunca desconfiaremos bastante de la euforia. Cuanto más dure, más deberíamos alarmarnos. Pocas veces justificada, surge siempre triunfante, no sólo sin ninguna razón seria sino sin el menor pretexto. En lugar de exaltarla, más nos valdría verla como un presagio, como un aviso...


Me interesa cualquier persona, salvo los "demás". Hubiera podido serlo todo, excepto legislador.


EL ACIAGO DEMIURGO

La agresividad es un rasgo común a hombres y a dioses nuevos.

No se destruye una civilización más que cuando se destruyen sus dioses.


El suplicio de no vengarnos.
Tal es la concesión límite que puede hacerse si no se es un santo.


¿En qué autor antiguo he leído que la tristeza era debida a la "disminución de la velocidad" de la sangre?
Sin duda se trata de eso: sangre estancada.


Se está acabado, se es un muerto en vida, no cuando se deja de amar, sino de odiar.


El sentimiento de maldición lo conoce sólo aquel que sabe que lo experimentaría en el mismo corazón del Paraíso.


Concebir un pensamiento, un solo y único pensamiento, pero que hiciese pedazos el Universo.


No existe ningún medio de demostrar que es preferible ser que no ser.


A veces te entran ganas de gritarles a los dioses antiguos: "¡Haced un pequeño esfuerzo, intentad volver a existir!"


Sufrir es producir conocimiento.


Mirad la jeta de quien ha triunfado, de quien se ha esforzado, no importa en qué campo. No descubriréis en ella la menor huella de piedad. Tiene madera de enemigo.


EL OCASO DEL PENSAMIENTO

El mundo no es más que un Ninguna-parte universal. Por eso nunca tenemos un lugar adonde ir.

En Shakespeare hay tanto crimen y tanta poesía que sus dramas parecen concebidos por una rosa demente.


Ha habido dos cosas que me han colmado de una histeria metafísica: un reloj parado y un reloj en marcha.


La vida y yo somos dos líneas paralelas que se encuentran en la muerte.


Ningún pintor ha conseguido reproducir la soledad resignada de la mirada de los animales, porque ninguno parece haber comprendido lo incompatible de sus ojos: una enorme tristeza y una similar falta de poesía.


No hables de soledad si no sientes cómo se tambalea Dios.


El amor por la belleza es inseparable del sentimiento de la muerte. Pues todo lo que cautiza nuestros sentidos con escalofríos de admiración nos eleva a una plenitud de fin, que no es otra cosa sino el deseo abrasador de no sobrevivir a la emoción.


El único argumento que cabe contra el suicidio es el siguiente: no es natural poner fin a tus días antes de haberte demostrado hasta dónde puedes llegar, en qué medida puedes realizarte. Aunque los suicidas creen en su precocidad, consuman, sin embargo, un acto antes de haber alcanzado una madurez efectiva, antes de estar maduros para una extinción afectada. El que un hombre quiera acabar con su vida es fácil de entender. ¿Pero por qué no elegir el punto culminante, el momento más favorable de su desarrollo? Los suicidios son horribles por el hecho de que no se llevan a cabo a su debido tiempo, porque tronchan un destino en lugar de coronarlo. Un final tiene que cultivarse como si fuera un huerto. Para los antiguos el suicidio era una pedagogía; el fin brotaba y florecía en ellos. Y cuando se extinguían por su propia voluntad, la muerte era un final sin crepúsculo.


¿Has visto cómo se les marcan las venas a los glaciares?


Lo que le falta a la salud es lo infinito. Por eso los hombres han renunciado a ella.


Una pasión sin límites nos lleva a lamentar que los mares tengan fondo, y el deseo de sumergirnos en lo ilimitado lo aplacamos zambulléndonos en la infinitud del azul celeste.


El amor nos muestra hasta dónde podemos estar enfermos dentro de los límites de la salud. El estado amoroso no es una intoxicación orgánica, sino metafísica.


Harto de la individuación, me gustaría descansar de mí. ¡Y cómo pulverizaría mi corazón en la lejanía, para que serpientes sedientas de veneno y víboras enroscadas en mi cerebro que sorben idea tras idea, reptiles ebrios de desesperanza, lamieran los restos de sangre! ¡Bóveda celeste, derrúmbate, ya no te quedará nada por aplastar! Porque los astros giran en el universo como huevos podridos cuyas emanaciones no podrán ocultar todas las rosas del paraíso. ¿Podré estrellar mis pensamientos contra mi propia sombra?
Si los demonios probaran el amargor de la sangre, enloquecerían de tristeza. Circula a sus anchas por las venas y no la detiene nadie... Es como si, en la sangre, se descongelaran lágrimas en un prolongado y lejano suspiro. ¿Quién habrá llorado en mi sangre?


La teología no ha podido esclarecer hasta ahora quién está más solo: si Dios o el hombre. Ha venido la poesía. Y he comprendido que es el hombre.


Me gustan las gentes del Antiguo Testamento: son pacientes y tristes. Los únicos que le han pedido cuentas a Dios cuantas veces han querido; que no han dejado pasar ocasión de recordarle que era despiadado y que ellos ya no podían esperar más tiempo. Por entonces los mortales tenían instinto religioso, hoy sólo fe y ni siquiera eso. El mayor fracaso del cristianismo es no haber sabido endurecer las relaciones entre el hombre y el Creador. Demasiadas soluciones y demasiados intermediarios. El drama de Jesús ha aliviado los sufrimientos y ha suprimido la exaltación de la hombría en los asuntos religiosos. En otra época se levantaban los puños al cielo, hoy sólo las miradas.


Cuando las estrellas se transformen en puñales y mi corazón vuele hacia ellas, no lo desgarrarán todas juntas lo bastante como para que la tristeza no trace en la bóveda celeste su sedicioso rastro. Quisiera perecer en cada astro, estrellarme contra cada altura, y construir un refugio funerario en las estrellas pútridas para un cadáver descompuesto en el hechizo de las esferas.
¿Qué canción ha descendido a la carne y qué sonora perdición emborracha todas y cada una de las células para que nadie pueda detenerlas en su afán de morir?


Sin la desdicha, el amor no sería mucho más que una gestión de la naturaleza.


Si Adán hubiera sido feliz con Eva, nada habría cambiado en el mundo. La tentación del demonio: "Seréis como Dios", se realizó en la medida en que la creación humana, nacida del dolor del amor, nos aproxima a un grado de divinidad.


¿No es la tristeza el recuerdo del tiempo en que no hemos existido?


La palidez nos muestra hasta dónde el cuerpo puede entender al alma.


La lucidez: tener sensaciones en tercera persona.


Toda lucidez es una pausa de la sangre.


Podría ser que las mujeres sólo existieran para enriquecer la inspiración y, aún más, que el mundo no fuera sino un pretexto para la poesía.
Los poetas no han cantado ni al cielo ni a la tierra, sino a una especie de no-mundo existente en nuestras melancolías.


Cuando la mente muere, ¿por qué sigue latiendo el corazón?
Y el verde pútrido de los ojos, ¿hacia dónde se abre cuando la sangre está ciega?
¿Qué niebla atraviesa las entrañas y qué muros se derrumban en la carne?
¿A quién aúllan los huesos en lo alto, y por qué las alturas oprimen mi tristeza que apresuradamente corre hacia la nada?
¿Y qué vocación a ahogarse empuja a mis pensamientos hacia aguas muertas?


Cuando no tienes con qué compararte, te comparas con Dios. Todo exceso nos lo aproxima. Porque Él no es sino nuestra incapacidad de detenernos en algún lugar. Todo lo que no tiene límite, el amor, la ira, la locura, el odio, es de esencia religiosa.


Todas las aguas tienen el color de los ahogados.


Si la muerte no interrumpiera el consuelo del deseo de morir...


Si una sola vez has estado triste sin motivo, lo has estado toda tu vida sin saberlo.


Resulta curioso cómo buscamos olvidar por medio del amor lo que todos los azules del cielo y todas las mitologías del alma no pueden hacernos olvidar. Pero dos senos no pueden ocultarnos la verdad, aunque nos proporcionan más calor que las lejanas luces de Dios.


¿Por qué será que uno pierde primeramente el corazón y sólo después la razón?


En un simposio que reuniera a Platón y a los románticos alemanes se diría practicamente todo sobre el amor.
Sin embargo, lo esencial tendría que añadirlo el diablo.


Hay tanta nobleza cruel y tanto arte en el hecho de ocultar los sufrimientos a nuestros semejantes, en el de jugar el papel de un cáncer divertido...


La necesidad de anotar todas las reflexiones amargas, por el extraño miedo a no poder volver a estar triste nunca más.


¿Cuándo terminaré de morir?
Hay heridas que claman la intervención del Paraíso.
Con todos sus pecados, y con ninguno, la razón se ha sentado en el fondo del infierno y los ojos miran petrificados al mundo.
Cuando se ama la vida con pasión y con asco, sólo el diablo se apiada ya de uno y le ofrece un refugio fatal a su alucinado dolor.


¿Por qué no has hecho de mí un tonto eterno bajo tus imbéciles bóvedas, Dios mío?


La lucha no tiene lugar entre hombre y hombre sino entre el hombre y Dios. Por ello, ni los problemas sociales ni la historia pueden resolver nada.


Pensar en Dios sólo sirve para morir. No vamos hacia él de buen grado sino porque no nos queda otro remedio.


Nos agarramos a Dios para que los océanos de la locura no levanten las olas por encima de nuestra soledad.


El único sentido de la tierra es absorber las lágrimas de los muertos.


La neurosis es un estado de hamletismo automático. Confiere a quien la padece atributos de genio sin la ayuda del talento.


ESE MALDITO YO

Siendo el hombre un animal enfermizo, cualquiera de sus palabras o de sus gestos equivale a un síntoma.

Cuanto más avance el hombre, menos encontrará a qué convertirse.


El hombre olvida con tanta facilidad que es un ser maldito porque lo es desde siempre.


Lo esencial surge con frecuencia al final de las conversaciones. Las grandes verdades se dicen en los vestíbulos.


El orgasmo es un paroxismo; la desesperación, otro. El primero dura un instante; el segundo una vida.


Esos transeúntes idiotizados... -¿Pero cómo hemos podido caer tan bajo? ¿Y cómo imaginar un espectáculo así en la Antigüedad, en Atenas por ejemplo? Basta un minuto de lucidez aguda en medio de esos condenados para que todas las ilusiones se derrumben.


Cuanto más se detesta a los hombres, más maduro se está para Dios.


La naturaleza, buscando una fórmula que pudiera satisfacer a todo el mundo, escogió finalmente la muerte, la cual, como era de esperar, no ha satisfecho a nadie.


A fin de cuentas la diferencia no es tan grande entre un mortal y un moribundo.


La mujer fue importante mientras simuló pudor y reserva. ¡Qué deficiencia demuestra empeñándose en dejar de jugar el juego! Ahora ya no vale nada, pues se asemeja a nosotros. Así desaparece una de las últimas mentiras que hacían tolerable la existencia.


Devastado por el tedio, ese ciclón al ralentí.


Pienso en C., para quien beber café era la única razón de existir. Un día que le hablaba de los méritos del budismo, me respondió: "El Nirvana, de acuerdo, pero con café".
Todos tenemos alguna manía que nos impide aceptar incondicionalmente la dicha suprema.


Puesto que nuestros defectos no son meros accidentes de superficie, sino el fondo mismo de nuestra naturaleza, no podemos corregirlos sin deformarla a ella, sin pervertirla aún más.


Prefiero ofrecer mi vida en sacrificio que serle necesario a alguien.


Me resulta imposible saber si me tomo en serio o no. El drama del desapego es que no se pueden medir los progresos que se hacen. Se avanza en un desierto y no se sabe nunca dónde se está.


De todo lo que nos hace sufrir, nada tanto como la decepción nos produce la sensación de que alcanzamos por fin lo Verdadero.


Cuando se sufre el hechizo de la muerte, todo sucede como si la hubiéramos conocido en una existencia anterior y nos hallásemos ahora impacientes de encontrarla de nuevo lo más pronto posible.


Cuanto más se ha sufrido, menos se reivindica. Protestar es una prueba de que no se ha atravesado ningún infierno.


Un cráneo expuesto en una vitrina es ya un desafío; un esqueleto entero, un escándalo. ¿Cómo el pobre transeúnte, aunque sólo le eche una mirada furtiva, se dedicará luego a sus tareas? ¿Y con qué ánimo irá el enamorado a su cita?
Con mayor motivo, una observación prolongada de nuestra última metamorfosis no podrá más que disuadir deseos y delirios.
... De ahí que, alejándome de aquel escaparate, no pudiera sino maldecir semejante horror vertical y su sarcástica sonrisa ininterrumpida.


Parecerse a un corredor que se detiene en plena carrera para intentar comprender qué sentido tiene correr. Meditar es un signo de sofoco.


La prueba de que un acto generoso es un acto contra natura, es que suscita unas veces inmediatamente, otras meses o años después, un malestar que no nos atrevemos a confesar a nadie, ni siquiera a nosotros mismos.


Todo es saludable, salvo interrogarse constantemente sobre el sentido de nuestros actos, todo es preferible a la única cuestión que importa.


Todo el mundo me exaspera. Pero me gusta reír. Y no puedo reír solo.


No habiendo sabido nunca lo que busco en este mundo, sigo esperando a quien pueda decirme lo que busca él.


A la pregunta de por qué los monjes que le seguían estaban tan radiantes, Buda respondió que ello era debido a que no pensaban ni en el pasado ni en el futuro.


Quien no cree en el Destino prueba que no ha vivido.


Si las relaciones entre los seres humanos son tan difíciles es porque el ser humano ha sido creado para romperse la cara y no para tener "relaciones".


La mejor prueba de que la envidia es universal es que se manifiesta hasta en los propios alienados, en sus breves intervalos de lucidez.


Lo maravilloso de esta vida es que cada día nos aporta una nueva razón de desaparecer.


Puesto que no se recuerdan más que las humillaciones y las derrotas, ¿para qué habrá servido el resto?


Ser objetivo es la prueba de una perturbación inquietante. Quien dice vivo dice parcial: la objetividad, fenómeno tardío, síntoma alarmante, es el comienzo de la capitulación.


Habría que estar tan poco al corriente de todo como un ángel o un subnormal para creer que la calaverada humana puede acabar bien.


Decepcionados por todos, es inevitable que acabemos siéndolo por nosotros mismos; a no ser que hayamos comenzado por ahí.


Todo lo que obedece a las leyes de la vida, es decir, todo lo que se pudre...


Lo que sé arruina lo que deseo.


Es difícil no guardar rencor a un amigo que nos ha insultado en pleno delirio. Por mucho que nos repitamos que no era él mismo, se reacciona como si por una vez nos hubiera revelado un secreto bien guardado.


Si aquel a quien llamamos Dios no fuera el símbolo por excelencia de la soledad, yo jamás le hubiera hecho el mínimo caso. Pero intrigado desde siempre por los monstruos, ¿cómo hubiera podido ignorar a su gran adversario, más solo que todos ellos?


Durante milenios no fuimos más que mortales; henos aquí hoy por fin promovidos al rango de moribundos.


LA CAÍDA EN EL TIEMPO

La maldición que pesa sobre nosotros pesaba ya sobre nuestro primer ancestro, incluso antes de que se dirigiera hacia el árbol del conocimiento. Insatisfecho de sí mismo, más lo estaba de Dios a quien envidiaba sin estar consciente; iba a estarlo gracias a los buenos oficios del tentador, auxiliar, y no autor, de su ruina. Antes, vivía con el presentimiento del saber, en una ciencia que se ignoraba a sí misma, en una falsa inocencia, propicia al estallido de los celos, vicio engendrado por el comercio con seres más afortunados; ahora bien, nuestro ancestro congeniaba con Dios, lo espiaba y era espiado por él. Nada bueno podía resultar. "Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, pues el día en que comieras morirás seguramente". La advertencia superior se reveló menos eficaz que la advertencia inferior: mejor psicólogo, la serpiente ganó la partida. Por otra parte, lo que el hombre pedía era morir; queriendo igualar a su Creador por el saber y no por la inmortalidad, no tenía ningún deseo de aproximarse al árbol de la vida, no sentía interés alguno; de eso se dio cuenta Jehová puesto que no le prohibió el acceso a él: ¿por qué temer la inmortalidad de un ignorante? Pero todo cambiaba si el ignorante comía de los dos árboles y entraba en posesión de la eternidad y de la ciencia.

El relato de la caída nos permite entrever que ya en el corazón del Edén el promotor de nuestra raza resentía un malestar, de otra forma no se explicaría la facilidad con que cedió a la tentación.


Estábamos más sanos cuando, implorando o detestando una fuerza que nos sobrepasaba, podíamos utilizar sin ironía la plegaria o la blasfemia. Desde que fuimos condenados a nosotros mismos, nuestro desequilibrio se acentuó.


Mirándolo se adivina la verdadera naturaleza del infierno: ¿acaso no es ahí el lugar donde el tiempo es la condena eterna?


De nada sirve someter al universo y apropiárnoslo: mientras no hayamos triunfado sobre el tiempo, seguiremos siendo esclavos.


Un Dios que duda es tan miserable como nosotros.


Sus sentidos se marchitan por falta de objetos que puedan llamar su atención.


La nostalgia por la barbarie es la última palabra de una civilización.


Más allá de los hombres, inclusive los dioses son tocados: sólo existen en la medida en que encontramos en nosotros un principio de existencia, aunque ese principio se agote, y no haya intercambio posible con ellos: nada tienen para darnos, nada tenemos para ofrecerles.


Si cada quien confesara su más secreto deseo, aquel que inspira todos sus proyectos y todas sus acciones, diría: "Quiero ser elogiado". Nadie se decidirá a hacerlo, pues es menos deshonroso cometer una abominación que proclamar una debilidad tan lamentable y humillante, surgida de un sentimiento de soledad y de inseguridad padecido, con igual intensidad, tanto por los rechazados como por los afortunados. Nadie está seguro de lo que es ni de lo que hace. Por muy ciertos que estemos de nuestros méritos, estamos roídos por la inquietud y sólo pedimos, para sobrellevarla, ser engañados, recibir la aprobación de donde y de quien sea.


Es difícil creer que haya sacrificado el paraíso por simple deseo de conocer el bien y el mal; por el contrario, es perfectamente posible imaginarlo arriesgando todo para ser alguien. Corrijamos el Génesis: si echó a perder su felicidad inicial, fue menos por el gusto hacia la ciencia que por apetito de gloria. A partir del momento en que fue tentado, se puso de parte del diablo. Y la gloria es verdaderamente diabólica, tanto en su principio como en sus manifestaciones. A causa de ella, el mejor dotado de los ángeles terminó como aventurero, y el más santo como saltimbanqui. Los que la han conocido, o se han aproximado a ella, ya no pueden apartarse y, para permanecer en sus alrededores, no retrocederán ante ninguna bajeza, ante ninguna villanía. Cuando no se puede salvar el alma, se espera al menos salvar el nombre.


La desgracia del ángel viene de no tener que debatirse para acceder a la gloria: ahí nació; en ella se pavonea, le es consustancial. ¿Qué más puede desear? Incluso carece del recurso de inventarse deseos.


El paraíso es la ausencia del hombre.


El proverbio brahamánico es irrefutable: "Cada vez que nos creamos un nuevo lazo, es un dolor de más que se nos hunde, como un clavo, en el corazón." Todo lo que enciende nuestra sangre, todo lo que nos da la impresión de vivir, de estar participando, acaba inevitablemente en sufrimiento.


La pasión le presta dimensiones a lo que no tiene ninguna, hace un ídolo o un monstruo de una sombra.


Por muy seguro que se esté de no ser libre, hay certezas frente a las cuales uno difícilmente se resigna. ¿Cómo actuar sabiéndose determinado, cómo querer a la manera de un autómata? Afortunadamente existe un margen de indeterminación en nuestros actos, en ellos solamente: puedo dejar de hacer tal o cual cosa, pero me es imposible ser otro distinto del que soy.


El caído no tiene nada que ver con el fracasado. El caído evoca más bien la idea de alguien que ha sido golpeado sobrenaturalmente.


El espectáculo de la caída es más impresionante que el de la muerte: todos los seres mueren, sólo el hombre está llamado a caer.


SILOGISMOS DE LA AMARGURA

Desconfiad de quienes vuelven la espalda al amor, a la ambición, a la sociedad. Se vengarán de haber renunciado a ello.

Que haya o no solución a los problemas, eso no preocupa más que a una minoría; que los sentimientos no tengan ninguna salida, que no desemboquen en nada, que se pierdan en ellos mismos, he ahí el drama inconsciente de todos.


La palidez nos muestra hasta dónde puede el cuerpo comprender al alma.


Con tus venas cargadas de noches, te hallas entre los hombres como un epitafio en medio de un circo.


Si alguna vez has estado triste sin motivo, es que lo has estado toda tu vida sin saberlo.


Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado.


Deja uno de ser joven cuando ya no escoge a sus enemigos, cuando se contenta con los que tiene a mano.


- Debería usted trabajar, ganarse la vida, concentrar sus fuerzas.
- ¿Mis fuerzas? Las he malgastado, las he empleado todas en borrar de mí los vestigios de Dios... Y ahora me encuentro desocupado para siempre.


Sólo se suicidan los optimistas, los optimistas que ya no logran serlo. Los demás, no teniendo ninguna razón para vivir, ¿por qué la tendrían para morir?


Incluso cuando creemos haber desalojado a Dios de nuestra alma, continúa vegetando en ella. Pero sentimos que allí se aburre: no tenemos la fe suficiente para divertirle.


¿Qué auxilio puede ofrecer la religión al creyente decepcionado por Dios y por el Diablo?


A pesar de todo, continuamos amando; y ese "a pesar de todo" cubre un infinito.


Sin poseer la facultad de exagerar nuestros males, nos sería imposible soportarlos. Atribuyéndoles proporciones inusitadas nos consideramos condenados escogidos, elegidos al revés, halagados y estimulados por la fatalidad.


Cuando se me ocurre pensar que los individuos no son más que gotas de saliva que escupe la vida, y que la vida no vale mucho más frente a la materia, me dirijo hacia el primer bar que encuentro con la intención de no salir nunca más de él. Y sin embargo ni siquiera mil botellas me darían el gusto de la Utopía, de esa creencia en que algo es aún posible.


Ese instante en que creemos al fin haberlo comprendido todo nos da una apariencia de asesinos.


Asisto aterrado a la disminución de mi odio por los hombres, a la pérdida del último vínculo que me unía a ellos.


En la palidez, nuestra sangre se retira para no interponerse más entre nosotros y no se sabe qué.
 
Robert Canta rebuznó:
"Todo el mundo me exaspera. Pero me gusta reír. Y no puedo reír solo".

Para mí este aforismo es el lema principal del foro, de esta santa casa.
 
Invoco a @ilovegintonic porque mi intuición me dice que es o era su escritor favorito. A gintonic y a todo el que lo haya leido y pueda comentar algo y de paso recomendar algún libro suyo con el que empezar.
 
Para mí Breviario de podredumbre. Abstenerse depres.
 
Yo empecé por una recopilación de artículos pero no me acuerdo de cómo se llamaba. Me parece un autor imprescindible para el forero medio.
 
Yo me leí En las cimas de la desesperación. No sé si hay grandes diferencias de uno a otro libro, o son todos del mismo palo, a base de aforismos y textos cortos y bajoneros.
 
Ya me acuerdo. Empecé por El aciago demiurgo. Tengo un colega que todavía me lo recuerda porque lo empecé a leer en una piscina a la que no quería ir.
 
No he leido a Ciorán, solo he visto lo que sale en internet.

Schopenhauer dice que cuando un animal devora a otro, uno obtiene un beneficio y el otro un perjuicio. Pues el perjuicio que obtiene el segundo es infinitas veces superior al beneficio que obtiene el primero. Pues basándose en esa clase de razonamientos el tipo acaba concluyendo que la vida es un horror sin solución, que no hay certeza de nada salvo del dolor que supone vivir en las trincheras de la vida diaria, y toda clase de conclusiones parecidas.

Por lo que he visto parece que Cioran se dedica a repetir lo mismo. En ese caso su valor es cero.

La mayoría de la gente sigue una de estas opciones:
A) La gente con la que te cruzas cada día por la calle:
Su objetivo no es ganar el juego. Su objetivo es mantenerse en el juego el máximo de tiempo que sea posible.

Dado que (según ellos) vivimos en un mundo donde no hay certeza de nada o casi nada, y donde nadie sabe realmente cual es la meta ni cuales son las reglas, no tiene caso que hagan ni el intento de ganarlo. Lo más que puedes pretender es que el juego dure lo máximo posible, hacerlo lo más agradable posible, y tratar de darle algún sentido aunque no lo tenga.

B) Los hikikomoris:
Esos directamente han abandonado el juego. Viven de noche y duermen de día. Dedican su tiempo a comer doritos y a jugar a la consola. Y solo salen de su habitación en el más estricto secreto.

C) Los pensadores tipo Cioran:
Analizan la vida pero dejan el análisis a medio hacer.

D) Los pensadores tipo Bergson:
Analizan la vida y llegan hasta el final del asunto.
 
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